Ecuador: 10 años dolarizados
Gabriela Calderón de Burgos evalúa el impacto de la adopción del dólar como moneda oficial en la economía ecuatoriana, diez años después de que se realizó la reforma.
Por Gabriela Calderón de Burgos
Guayaquil, Ecuador— La dolarización cumple diez años en Ecuador este mes y el impacto que tuvo esta reforma —la más radical que se ha implementado desde que volvimos a la democracia en 1979—todavía es desconocido por muchos.
La pobreza urbana, por ejemplo, aumentó en promedio 0,7% al año durante los 1990s. Pero durante los primeros cinco años de los 2000—luego de haber dolarizado—la tendencia se había revertido y se estaba disminuyendo la pobreza a un paso acelerado: entre 2001 y 2005, la pobreza se redujo en un promedio de 12% al año. Para 2005, y a pesar de un precio bajo del petróleo, la pobreza urbana había llegado a 22%.1
Se pensó que la incapacidad de poder devaluar en ciertos momentos afectaría al sector exportador de la economía. No fue así. A lo largo de los 80s el promedio de crecimiento de las exportaciones fue de 0,8% y a lo largo de los 90s el promedio fue de 6,6%. No obstante, en la primera mitad de esta década, y con un barril de petróleo barato, nuestras exportaciones crecieron a un promedio de 14,6%.2
Steve Hanke de Johns Hopkins University sigue creyendo que no hay mejor alternativa al dólar como sistema monetario para el Ecuador porque “Cualquiera que conoce la historia monetaria del Ecuador y del Banco Central del Ecuador, particularmente, sabe que el dólar supera cualquier alternativa”. Hanke además cree que “Entre tantas medidas radicales que ha adoptado el gobierno, tener el dólar en circulación es el único factor que mantiene a la economía estable”.3
Pedro Romero, catedrático de economía de la San Francisco, asegura que hay algo que atenta contra la dolarización: el incremento del gasto fiscal. Romero indica que el promedio del gasto del Sector Público No Financiero (SPNF) como porcentaje del PIB entre 1980-2006 era de 24%. Según CORDES, entre 2007 y 2008 el gasto del sector público no financiero había aumentado en un 70% llegando a representar 40% del PIB (¡!). Las consecuencias de ese crecimiento del gasto público, según Romero, son que el gobierno contrató más empleados y más obras públicas; esto a su vez pone dinero nuevo en los bolsillos de individuos que—debido al estancamiento de la producción nacional—solo pueden terminar de satisfacer su demanda con bienes importados.4 De manera que el gobierno es el principal promotor del déficit en la balanza comercial no petrolera y este significó, a principios de 2009, una falta de liquidez que hizo pensar a muchos que los días de la dolarización estaban contados.
El 2009 fue un año de turbulencia a nivel internacional y de inestabilidad política a nivel nacional. No obstante, la dolarización fue capaz de mantener el orden. Según Romero, “a pesar de que seguimos siendo una ‘Banana Republic’—se cambiaron Ministros de Finanzas frecuentemente y hasta hubieron golpes de estado—el sistema ha permitido seguir valorando los bienes a través del tiempo…Ha sido posible el cálculo económico”.5 Y eso precisamente, es lo mejor que podemos esperar de un sistema monetario.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Ecuador) el 1 de enero de 2010.
Referencias:
1. Cálculos de autora y cifras de CORDES: “30 años de democracia y progreso”. 2009.
2. Cálculos de autora y cifras de CORDES: “30 años de democracia y progreso”. 2009.
3. Entrevista telefónica con el Dr. Steve Hanke de Johns Hopkins University el día jueves 19 de noviembre de 2009.
4. Entrevista telefónica con el Dr. Pedro Romero de la Universidad San Francisco de Quito el día jueves 19 de noviembre de 2009.
5. Entrevista telefónica con el Dr. Pedro Romero.