Irán: Déja vu otra vez

Por Charles V. Peña

Al Qaeda. Armas de destrucción masiva. Pero esta vez es Irán, no Irak. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, dice que Irán está encubriendo a altos líderes de al Qaeda quienes están ligados a los recientes atentados en Riyadh, Arabia Saudita. Y la administración Bush afirma que el programa nuclear de Irán podría ser usado para el desarrollo de armas, a pesar de que los iraníes dicen que es para fines pacíficos. ¿Nos dirigimos a otra guerra?

En su discurso del estado de la Unión en el 2002, el presidente Bush nombró a Corea del Norte, Irán e Irak como regímenes que "constituyen un eje del mal que se arma para amenazar la paz del mundo". El primer miembro del club, Irak, ya ha sido despachado con relativa facilidad. Así que no debería sorprender que en las postrimerías de esa victoria la confianza sea alta y que un cambio de régimen en Teherán sea discutido en los círculos de la administración Bush.

En cierta manera, Irán parece ser más peligroso que Irak, el cual ahora resultó haber sido mucho menos amenazante que lo que sugería la retórica preguerra de Washington. El ejército de Irán es más grande y probablemente esté en mejores condiciones que las fuerzas de Saddam, las cuales se encontraban deterioradas como resultado de la Guerra del Golfo y una década de sanciones. Los gastos de defensa de Irán son más de 6 veces los de Irak. Irán cuenta con misiles Scud, así como misiles Shahab-3 de más largo alcance que pueden llegar a casi cualquier punto en el Medio Oriente y el Sudeste asiático, así como el Golfo Pérsico. Irán cuenta con armas químicas y biológicas. Y además Irán es considerado como un estado que patrocina el terrorismo y que apoya grupos anti-Israel como Hezbollah, Hamas y el Yihad Islámico palestino.

Tampoco olvidemos que fueron los iraníes los que tomaron como rehenes a 52 estadounidenses luego de apoderarse de la embajada norteamericana en Teherán en noviembre de 1979. No fue sino hasta 444 días después, un fallido intento de rescate, y la liberación de casi $8.000 millones en activos iraníes congelados que los rehenes fueron liberados. Si hay personas en Estados Unidos que sintieron que había que saldar cuentas con Irak, lo mismo se puede decir de Irán.

En balance, sin embargo, Irán, al igual que Irak, no es una amenaza militar directa para Estados Unidos, aún si posee armas de destrucción masiva. Los grupos terroristas que Irán apoya son anti-Israel y actualmente no atacan a Estados Unidos. Y los alegatos de ligámenes con al Qaeda son tan tenues como los alegatos hechos contra Irak. Tal y como lo dijera Yoghi Berra, es déjà vu otra vez.

Sería una locura que Estados Unidos desate otra guerra contra otra nación musulmana luego de Afganistán e Irak. Dicha acción muy probablemente sea interpretada como una guerra contra el Islam y el resto del mundo musulmán. Más que nada, Estados Unidos necesita evitar que la guerra contra el terrorismo de al Qaeda se convierta en una amplia guerra santa contra el Islam y los más de mil millones de musulmanes alrededor del mundo. Porque eso es precisamente lo que Osama bin Laden quiere pero es incapaz de lograr por sí mismo. Aún así, éste parece ser el curso de la administración Bush al poner a Irán en su mira luego de la victoria en Irak. La realidad es que Estados Unidos ya tiene las manos llenas tratando de reestablecer la ley y el orden en el Irak posguerra. Washington no puede permitirse ser arrastrado a otra aventura militar y de reconstrucción de un país.

Claramente la administración Bush se encuentra preocupada sobre las posibilidades de que un país islámico fundamentalista adquiera armas nucleares. ¿Pero qué mejor manera para incentivar la obtención de dichas armas que amenazar con derrocar al régimen en Teherán? Y si Estados Unidos intenta minar a los líderes clérigos islámicos, éstos muy probablemente tratarán de reprimir el naciente movimiento democrático.

El resto del mundo estuvo escéptico de los argumentos utilizados por Estados Unidos para invadir a Irak. Hay razones para pensar que estará más escéptico sobre Irán. Pero la verdadera interrogante es si—sin haber encontrado aún ninguna arma de destrucción masiva en Irak o ningún ligamen real con al Qaeda—el público estadounidense está dispuesto a suspender la incredulidad una segunda vez.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.