La verdad sobre Friedman
Juan Carlos Hidalgo refuta las recientes críticas al fallecido Premio Nóbel de economía, Milton Friedman.
El nombre de Milton Friedman ha estado en boca de muchos en estos meses de crisis financiera. En especial, han sido los adversarios del liberalismo económico los que anuncian con bombos y platillos la muerte de las tesis del que fuera premio Nobel de Economía en 1976. Las críticas parten desde lo ridículo, como las esbozadas por la autora canadiense Naomi Klein en su último libro The Shock Doctrine, hasta las más sesudas, como las del Nobel de Economía de este año Paul Krugman, y que fueron reproducidas en estas páginas por el señor Fernando Araya (10/12/08).
Cargo infundado. Es necesario dejar un punto claro desde el inicio: Milton Friedman no era un intelectual dogmático. Solo basta leer lo escrito por cientos de sus ex-alumnos para darse cuenta de lo infundado que resulta dicho cargo. Uno de ellos es el economista costarricense Rodrigo Bolaños, quien, días después de la muerte de Friedman en noviembre del 2006, recordó en La Nación cómo en sus clases su antiguo profesor “nunca discutía sus polémicos e influyentes escritos y pensamientos en defensa de la libertad de elección y los mercados competitivos o las críticas demoledoras a la intervención estatal injustificada. Más bien, su empeño en clase era enseñarnos el buen uso de... la caja de herramientas del análisis económico”.
Una muestra del carácter no dogmático de Friedman fue su idea a finales de los ochenta de crear un índice de libertad económica que midiera científicamente cuán libres eran las economías del planeta. Alguien que se aferra a dogmas no se molestaría en comprobar empíricamente la certeza de sus ideas, pero Friedman siempre fue partidario de utilizar indicadores objetivos para probar sus tesis. Es así como nació el informe Libertad económica en el mundo , publicado anualmente por el Fraser Institute de Canadá, el cual es hoy en día una publicación de vanguardia que es utilizada por cientos de investigadores alrededor del mundo. Este estudio demuestra de manera objetiva cómo los habitantes de los países con mayor libertad económica disfrutan de mejores niveles de vida en el planeta.
Intervencionismo estatal. La mención de Araya a las críticas de Krugman se da, según él, en el contexto de “la peor crisis conocida del capitalismo especulativo”. Araya salta así a culpar al libre mercado del socollón financiero actual. Sin embargo, la crisis que afecta a la economía mundial fue causada en primera instancia por el intervencionismo estatal, no por la ausencia de éste. Desde la garantía estatal implícita a los gigantes hipotecarios creados por el gobierno Freddie Mac y Fannie Mae, y los mandatos del Congreso estadounidense que obligaron a los bancos a asumir mayores riesgos a la hora de otorgar créditos de vivienda (ambas intervenciones que provocaron la crisis subprime ), hasta las tasas de interés artificialmente bajas de la Reserva Federal durante varios años al inicio de la década que crearon la burbuja inmobiliaria y las regulaciones sobre el uso de la propiedad que distorsionaron el mercado de viviendas.
Las manos del intervencionismo estatal están por todas partes, mientras que el bando keynesiano, con Krugman a la cabeza, no ha podido citar una sola desregulación financiera que fuera la causante de esta crisis.
El mercado no ha fallado, diría Friedman. Simplemente está reaccionando a décadas de intervenciones políticas que lo distorsionaron. No se puede culpar al mercado por malas decisiones basadas en incentivos generados por la intromisión estatal. El mercado simplemente nos está diciendo ahora cuáles políticas son sostenibles y cuáles no.
Finalmente Araya debería tener cuidado en citar a Krugman como autoridad económica de última instancia. Ya en el pasado el flamante Nobel ha sido criticado por su poner sus prejuicios ideológicos por encima del análisis económico ( The Economist , Nov. 13, 2003). En su crítica contra Friedman, Krugman señala que “es extremadamente difícil encontrar casos en los que Friedman reconociese la posibilidad… de que la intervención pública podía ser útil”.
Esto es una falacia. Uno de los grandes aportes de Friedman fue su crítica a la incapacidad de la FED de aumentar la liquidez monetaria durante los primeros meses de la Gran Depresión. Friedman también apoyó medidas como el impuesto de renta negativo (de carácter redistributivo) y los vouchers escolares, que implican el financiamiento estatal a la educación.
No es casualidad que en su respuesta a Krugman, Anna Schwartz, una de las principales autoridades monetarias en Estados Unidos, señaló que su ataque a las tesis de Friedman demuestra que “no habla con autoridad sobre temas en los que carece de pericia”.
Este artículo fue publicado originalmente en La Nación (Costa Rica) el 14 de diciembre de 2008.