La amenaza del Gran Salto Adelante
Carlos A. Herrera Orellana comenta la sugerencia por parte de Nicolás Maduro de enviar a los ciudadano detenidos en las protestas a construir obras de la Misión Vivienda.
Por Carlos A. Herrera Orellana
“La Gran Hambruna fue causada por errores humanos evitables, no por desastres naturales inevitables” señalaría hace unos años el reconocido economista chino Mao Yushi, al referirse al indignante y catastrófico período del país asiático entre los años 1949 y 1962, donde tomó lugar una de las matanzas más grotescas que la historia humana pudo conocer con el denominado Gran Salto Adelante. Esta política de estatización masiva de activos privados hacia la que se encaminó la llamada Revolución Cultural Proletaria China liderada por Mao Tse Tung —con íntima asesoría del régimen estalinista soviético— se apoderó de miles de unidades de propiedad privada pertenecientes a campesinos, productores, comerciantes y empresarios nacionales, ocupando y distribuyendo tierras ajenas mediante el uso de la fuerza amparado en una arbitraria reforma agraria que incitó las más siniestras conductas humanas hacia los propietarios de ese país —quienes serían calificados, no por casualidad, de traidores— persiguiendo finalmente la creación de un sistema esclavista aislado, con fines autárquicos, que compitiera en aquel entonces con el modelo económico próspero y libre de Occidente. La figura del gendarme popular, contra toda razón y experiencia histórica exitosa, de pronto cobró un inusitado valor para la tiranía del partido comunista chino —la guardia comunal, los militantes, los intendentes, los jefes, los “activistas” — referidos en los textos especializados como propagandistas—, los comités de habitantes, de calle y de aldea encargados de las comunas, entre otras tantas manifestaciones de la ingeniería social que entonces tomaba cuerpo en la nación de la bandera roja a mitad del siglo XX, representaciones y palabras que hoy no nos resultan tan desconocidas en Venezuela, al apuntar todas ellas a la eliminación de los elementos contrarrevolucionarios, según lo explican reveladoras y a la vez lúgubres obras como El Libro Negro del Comunismo, China: El Imperio de las mentiras o más recientemente, La Gran Hambruna en la China de Mao.
Atendiendo a este doloroso episodio histórico, que cosechó en su haber más de 30 millones de muertes por inanición, corresponde hacer la siguiente pregunta: ¿está Venezuela realmente en peligro de adentrarse en las profundidades de un proyecto hostil y despiadado que ha condenado al horror, el sufrimiento y la pérdida a toda nación que lo ha adoptado, o es una mera exageración de algunos? Los ejemplos del pasado, por lo general, parecen advertir sobre los riesgos de la subestimación, la indiferencia y la miopía de aquellas sociedades y sus líderes que no lograron comprender la ambición desmedida de megalómanos, sociópatas y déspotas, sin respeto alguno por la vida humana pero si consciente de las posibilidades de ella en libertad a contracorriente de su poder, motivo por el cual hostigan, reprimen, coartan, manipulan y restringen de cualquier forma su concreción en todo ámbito y lugar. El más reciente comunicado de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), alertando sobre la paralización técnica del campo —resultado de la Ley de Tierras, entre otros— y las implicaciones subyacentes a ésta, el asedio y ultimátum de expropiación contra los ganaderos en Táchira, la espiral de saqueos y atracos armados contra establecimientos comerciales, la insinuación del Ejecutivo Nacional de enviar a los ciudadanos detenidos en las protestas a “construir obras de la Misión Vivienda” —es decir, trabajos forzados— y, por último y peor, el edicto de la mal llamada, inconstitucional y ajena a la dignidad humana Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que modificará los órganos del Poder Público tal y como los conocemos, configuran probablemente la mayor amenaza que la nación haya enfrentado en su historia republicana y abren la compuerta a emprender la gran marcha final hacia la noche, aquel vacío donde sólo gobierna la violencia y el terror de unos pocos sobre otros muchos, encubierto en un presente reivindicatorio falso y un futuro promisorio imaginario que conducen hacia la deformación de la identidad personal y colectiva, empujando al ser en dirección del escenario maquinado: un gran salto hacia adelante de la muerte, que aún estamos a tiempo de evitar.