Cómo evitar la próxima burbuja inmobiliaria

Daniel J. Mitchell dice que de la actual crisis se pueden aprender varias lecciones para evitar la próxima burbuja inmobiliaria.

Por Daniel J. Mitchell

Debo admitir que el último mes ha sido uno miserable para los que respaldamos la libertad económica. Los políticos en Washington aprobaron el salvataje masivo de $700 mil millones. El Departamento de la Tesorería, luego de proponer al principio un plan alocado de comprar activos malos por mucho (para llenar los bolsillos de las instituciones financieras) o por muy poco (para supuestamente generar una ganancia para los contribuyentes), ahora ha decidido obligar a los bancos a que acepten una nacionalización parcial. Todo esto combinado con un, igual de inútil, salvataje para la vivienda de $300 mil millones a principios de este año, está demostrando la habilidad tradicional de los políticos de empeorar una mala situación.

Pero el colmo es que la crisis financiera es en gran parte culpa otros errores del gobierno. La turbulencia actual es el resultado de una burbuja inmobiliaria y su inicio se encuentra en tres políticas públicas mal concebidas:

  • Dinero fácil de la Reserva Federal: presionados por políticos que piensan que los intereses artificialmente bajos, de alguna manera, son buenos para el crecimiento, la Reserva Federal inundó la economía con un exceso de liquidez a principios de esta década. Ese dinero extra tenía que ir a algún lugar, ya sea aumentando los precios a los consumidores o aumentando los precios de los activos. Por razones que explicaré pronto, los fondos fueron enviados hacia el sector inmobiliario.
  • Un sistema corrupto de subsidios para Fannie Mae y Freddie Mac: estas dos notorias empresas de patrocinio público utilizaron su estatus favorecido para expandir dramáticamente el tamaño y envergadura de sus actividades, haciendo que la burbuja sea aún mayor y aumentando el riesgo sistémico.
  • Los préstamos, demandados por el gobierno, a prestatarios con mala calificación de crédito: una serie de políticas públicas, desde la Ley de Reinversión en la Comunidad hasta las cuotas para las denominadas viviendas-asequibles impuestas sobre Fannie y Freddie, o extorsionaron o atrajeron a los prestamistas a dar hipotecas a personas que no estaban preparadas para la responsabilidad inherente en ser propietario de un hogar.

La única pizca de buenas nuevas dentro de la “tormenta perfecta” de malas políticas públicas es que los políticos ahora tienen una guía para evitar las desastrosas burbujas inmobiliarias en el futuro. Si los políticos quieren una economía más fuerte (o, para ser más preciso, si quieren una economía más fuerte más de lo que quieren favorecer a ciertos grupos con intereses particulares), deberían intentar librarse de las políticas que causaron el desastre de hoy.

Eso significa eliminar a Fannie y Freddie, lo cual ojalá será fácil ahora que estas están en la bancarrota y han dejado de entregar dinero para financiar campañas políticas. También significa derogar la Ley para la Reinversión en la Comunidad y otros mandatos de “viviendas-asequibles”. Atraer a las personas hacia hogares que no pueden pagar es malo para los bancos así como también lo es para las personas.

¿Pero por qué detenernos ahí? Para proteger a los contribuyentes tan bien como a la economía, todo el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano debería ser eliminado. Y, solo por si acaso, el edificio debería ser derribado y el piso debería ser cubierto con un pie de sal para prevenir que este reviva y vuelva a acosar a los contribuyentes del futuro. Ayudar a conseguir una vivienda no es un rol legítimo para el gobierno federal.

Arreglar la política monetaria es una tarea más difícil, particularmente dado que una política estable de cero-inflación requiere que la Reserva Federal calcule precisamente tanto la oferta de dinero así como su demanda. Pero una medida que no requiere de mucha defensa es aquella de derogar la Ley Humphrey-Hawkins, la cual le asigna a la ‘Fed’ un imposible mandato dual: sostener la estabilidad de los precios y jugar con las variables macroeconómicas. Los europeos generalmente no son modelos a seguir cuando se trata de economía política, pero podríamos aprender por lo menos una lección de ellos, porque el Banco Central de Europa es responsable de mantener la estabilidad de los precios y nada más.

El verdadero objetivo, es reducir la cantidad de daño que el gobierno le impone a la economía. Hay una razón por la cual EE.UU. es más próspero que Francia y es porque el peso del gobierno es menor aquí. Pero esta también es la razón por la cual Hong Kong crece mucho más rápido que EE.UU. Tiene un gobierno limitado, similar al que nuestros Padres Fundadores concibieron. En lugar de convertirnos más como Francia, tal vez es hora de EE.UU. se convierta más como Hong Kong.