Cuba: Una ironía del destino

Oscar Espinosa Chepe afirma que los que hicieron la revolución cubana pasarán la historia "como quienes más contribuyeron a hacer dependiente a Cuba, no sólo de la Unión Soviética en el pasado, y más recientemente de Venezuela, sino de Estados Unidos en el futuro".

Por Oscar Espinosa Chepe

A pesar de la propaganda de las autoridades acerca del embargo comercial norteamericano, los datos oficiales sobre el intercambio comercial y la realización de transacciones económicas y financieras prueban lo contrario. La información contenida en el Anuario Estadístico 2007 indica que Estados Unidos ya representa el quinto socio comercial del gobierno cubano en el intercambio de bienes, con un suministro de mercancías por valor de 573,2 millones de dólares ese año, fundamentalmente alimentos, como maíz, harina y frijol de soja, arroz, trigo, leche en polvo, pollo congelado, una gran variedad de conservas y productos panificados.

Además, en años anteriores se han importado partidas de más de 30 millones de dólares en postes de madera para el sistema electroenergético, y hasta cabezas de ganado vacuno. Este comercio, iniciado en 2001, ha ido creciendo y se espera que este 2008 rebase ampliamente los 600 millones de dólares para totalizar en el período 2001-2008, algo más de 3,0 miles de millones, con una clara tendencia a continuar su engrosamiento. En el primer cuatrimestre de este año se suscribieron contratos por aproximadamente 255 millones de dólares, según informaciones extraoficiales.

Estados Unidos se ha convertido en el primer suministrador de alimentos a la Isla en un rango que oscila entre el 35 y el 40% del conjunto de alimentos adquiridos en el exterior en el período señalado. A causa de la bancarrota en la producción agropecuaria, La Habana compra en el exterior el 84% de la canasta básica, de acuerdo con cifras oficiales. En términos reales, habría que agregar al monto del comercio directo reseñado, las compras que se realizan de bienes norteamericanos o elaborados por sus subsidiarias en terceros mercados, lo cual incrementa el peso de los productos de ese país en la economía cubana a niveles sustancialmente más altos que los señalados en las estadísticas.

Las finanzas hablan

Es cierto que hasta el momento existen muchas barreras impuestas al comercio con el régimen por parte de Estados Unidos: no pueden ser comprados productos de la Isla; las ventas autorizadas sólo incluyen alimentos y medicinas; está prohibido el otorgamiento de créditos, lo cual obliga el pago al contado de los artículos adquiridos; la transportación debe efectuarse en barcos no cubanos; los empresarios norteamericanos no pueden invertir en el país; y los contactos entre los hombres de negocios de ambas naciones tienen múltiples restricciones.

No obstante, hay que indicar que la prohibición de comprar productos cubanos tiene relativa poca importancia hoy, pues Cuba no posee capacidad de exportación, con excepción de pequeñas cantidades de tabaco, ron y algunas conservas, ya que el níquel, principal producto de exportación, está muy comprometido en negocios con Canadá y otros países. El único rubro que sí elevaría sustancialmente las posibilidades para el gobierno cubano sería la recepción de turistas estadounidenses, actividad prohibida hasta el momento por las leyes norteamericanas.

En cuanto al financiamiento, La Habana ha seguido la práctica de conseguir créditos a corto plazo en terceros países, básicamente europeos, para financiar las compras, lo cual encarece las operaciones, pero los ahorros por costos inferiores en la transportación de los productos, y la calidad y seriedad de las transacciones con las empresas norteamericanas compensan las dificultades. Resulta evidente que en caso de existir alguna flexibilización en los mecanismos comerciales por parte de Estados Unidos, el intercambio se fortalecería extraordinariamente, a pesar del escaso poder de compra de las empresas importadoras de la Isla.

Al intercambio de bienes habría que sumar otras operaciones realizadas actualmente con el vecino país, que le confieren aún más importancia a los actuales vínculos. En esto se incluye el envío de remesas, que alcanza aproximadamente el 90% del total recibido por la población, ascendente a una cifra aproximada de mil millones de dólares. Uno de los principales ingresos nacionales hasta el presente, que, a diferencia de los provenientes del turismo, tiene beneficios netos considerablemente altos.

Además, habría que añadir la colaboración en la esfera de las telecomunicaciones, fundamentalmente la telefonía, donde Estados Unidos ocupa el primer lugar. A pesar de desconocerse el monto exacto de las operaciones, es incuestionable la importancia estratégica de esta cooperación para la economía en su conjunto, así como su positivo impacto financiero por los exagerados precios en divisas impuestos a los servicios prestados por las entidades cubanas, varias veces más altos que los ofertados internacionalmente, gracias al monopolio absoluto del mercado nacional.

La industria del entretenimiento

Por otra parte, para tener un cuadro más aproximado de las relaciones con Estados Unidos, habría que considerar también la abrumadora influencia de la industria del entretenimiento norteamericana en los medios de la Isla, aunque sin mediar transacciones comerciales y financieras. Sin exageración alguna, se puede afirmar que nunca antes de 1959, hubo una presencia tan fuerte en la televisión y la radio de programas, espectáculos y filmes provenientes del vecino del norte. Esto no habría sido permitido por los sindicatos de actores en aquella época, cuando el país estaba "sometido al imperialismo yanqui".

En adición, la influencia de la música norteamericana y puertorriqueña es enorme, convirtiéndose en una paradoja que Cuba, una notable exportadora de melodías al mundo en el pasado, se haya transformado en gran importadora de ritmos foráneos. Aunque la retórica oficial es altamente agresiva hacia Estados Unidos, en la práctica la crisis nacional provocada por tantos años de aplicación de un sistema disfuncional y la inepta conducción del país ha incrementado la dependencia respecto a Norteamérica.

Parece una ironía del destino, pero las "hipernacionalistas" autoridades de la Isla podrían pasar a la historia con sus egoístas ansias de poder absoluto, como quienes más contribuyeron a hacer dependiente a Cuba, no sólo de la Unión Soviética en el pasado, y más recientemente de Venezuela, sino de Estados Unidos en el futuro.