El fiasco del ALCA: Un Cancún en miniatura
Por Brink Lindsey
En septiembre pasado, las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio concluyeron en un amargo fracaso. Nadie quería una repetición de Cancún en la reunión ministerial de Miami destinada a discutir la propuesta de un Área de Libre Comercio para las Américas, un acuerdo hemisférico cuya ejecución está proyectada para el 2005. Así que esta vez los ministros de comercio trabajaron duroy produjeron a cambio un fracaso con sonrisas.
Lanzada formalmente hace nueve años, la iniciativa para crear un ALCA pretende nada menos que unir a las 800 millones de personas del hemisferio Occidental en una gigantesca zona libre de aranceles. Un objetivo valioso, pero uno hacia el cual se ha realizado muy poco progreso debido a diferencias testarudasen particular entre Estados Unidos y Brasilsobre qué asuntos debieran ser negociados en la mesa. Con apenas un año más antes de que las negociaciones estén programadas para concluir, la reunión de Miami necesitaba lograr un gran progreso.
No fue así. La declaración oficial que produjo la conferencia fue toda una oda a la insipidez. Los negociadores estadounidenses y brasileños concluyeron de antemano que no podían romper el punto muerto, así que se conformaron con una simpleza que no resuelve absolutamente nada. Las otras 32 partes de las negociaciones firmaron, todos declararon victoria, y la reunión concluyó un día antes de lo esperado.
De acuerdo a la declaración de Miami, algunos compromisos del ALCA serán obligatorios para todos, mientras que otros serán "plurilaterales"en otras palabras, aceptados únicamente por un grupo de miembros del ALCA. ¿Qué habrá en el acuerdo final y qué será relegado al menú a la carta? Los ministros de comercio en Miami ni siquiera intentaron descifrarlo. En cambio, dejaron que sus subordinados arreglen ese lío en futuras reuniones de menor rango. No espere que eso pase de la noche a la mañana.
Fue otra convocatoria de alto nivel de ministros de comercio, otra oportunidad de oro para promover el comercio y el crecimiento económico que fue miserablemente desperdiciaday otro fracaso del liderazgo de Estados Unidos. Las negociaciones comerciales, tanto globales como hemisféricas, se han empantanado en gran parte porque la administración Bush se rehúsa a actuar como predica. Habla sobre alcanzar resultados ambiciosos en la Organización Mundial del Comercio y el ALCA, pero no tiene el estómago para enfrentar a los grupos de presión anti-comerciales que se encuentran en el camino de tales resultados. En particular, ambas negociaciones han sufrido de la renuencia a acabar con los derrochadores subsidios agrícolas de Estados Unidos.
Repasemos primero lo que salió mal en Cancún, ya que esa debacle y el fiasco de Miami están intrínsecamente ligados. Cuando la actual ronda de negociaciones de la OMC fue lanzada en Doha, Qatar, en noviembre del 2001, los negociadores acordaron que reducir los subsidios agrícolas de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón era una de las principales prioridadesy por una buena razón, ya que esos regalos a grupos de presión, por encima de los $300.000 millones al año, esquilan a los consumidores de los países ricos mientras que producen severos perjuicios a los agricultores de los países pobres.
¿De qué forma mostró su liderazgo la administración Bush en este tema? Tan solo unos meses después de iniciada la Ronda de Doha, Bush firmó la atroz Ley Agrícola del 2002difícilmente una creadora de ímpetu para la nueva ronda. Luego, para su reconocimiento, la administración Bush sugirió una sólida propuesta de recortar subsidios agrícolas y barreras comerciales. Pero pocas semanas antes de la crítica reunión de Cancún, abandonó dicha propuesta a cambio de un compromiso vago y flojo con la Unión Europea.
Para los países en desarrollo, el trato entre Estados Unidos y la Unión Europea se asemejó a un pacto de no agresión entre dos superpotencias de los subsidios: Estados Unidos acordó hacerse de la vista gorda en cuanto a los subsidios a las exportaciones de la UE a cambio de la aceptación europea a las dádivas de la Ley Agrícola del 2002. En una reacción de indignación, Brasil agrupó una coalición de países en vías de desarrolloel llamado Grupo de los 20que demandó compromisos más sólidos por parte de los países ricos. La polarización resultante a lo largo de las líneas Norte-Sur preparó el terreno para la batalla retórica de Cancún y su colapso final.
Ahora volvamos al ALCA, donde ambas partes (Estados Unidos y Brasil) y el asunto (subsidios agrícolas) permanecen incólumes. Durante años, Brasil ha tomado la posición de que los peores abusos comerciales estadounidenses tienen que estar sobre la mesa si se pretende avanzar en las negociaciones del ALCA. En particular, Brasil identificó a los subsidios agrícolas y a las cargas proteccionistas antidumping como asuntos de todo o nada. La administración Clinton, seguida por el equipo de Bush, rechazaron discutirlos en el contexto del ALCA, al insistir que ambos temas pueden ser analizados únicamente en el contexto de la OMC. Cuando la Ronda de Doha y las negociaciones del ALCA estaban tomando lugar al mismo tiempo, la posición estadounidense parecía como un compromiso factible. Pero después de Cancún, y con la Ronda de Doha en ruinas, se convirtió en una treta disfrazada.
Brasil, mientras tanto, respondió de igual forma. Si sus principales prioridades no corresponden a la agenda del ALCA, sostuvo Brasil, tampoco es así para las prioridades de Estados Unidos. Por lo tanto, propuso que las reglas para las inversiones, los derechos de propiedad intelectual, y las compras del gobiernoasuntos de especial interés para las compañías estadounidensesdeben ser llevados también a la OMC.
Aquí es, entonces, donde estamos hoy en día: la economía más grande de Norteamérica y la economía más grande de Sudamérica están a kilómetros de distancia de ponerse de acuerdo sobre cuál debería ser la estructura básica del ALCA. La reunión de Miami logró nada excepto hacer que ambos bandos estuvieran de acuerdo en estar en desacuerdo. Como resultado, el futuro del ALCA es tan incierto como el de la Ronda de Doha.
En otras noticias de esa semana, la administración Bush anunció sus planes de negociar acuerdos comerciales bilaterales con Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Panamá. Añádase estos países a Chile (con quien ya se firmó un TLC), las cinco naciones centroamericanas que están negociando uno actualmente, y la República Dominicana (con quien están a punto de arrancar las conversaciones), y el resultado es una "coalición de buena voluntad" alternativa al ALCA que cubre casi la mitad del comercio estadounidense con la región que actualmente no está cubierta por el TLCAN. No hace falta decir que estos TLC's no abordan los subsidios agrícolaso el antidumping.
Después de Cancún, Miami, y la actividad más reciente
sobre los TLC's, la estrategia comercial de Bush finalmente está
enfocándose. Se le puede llamar política comercial a la
barata: negociar en múltiples frentes, pero firmar únicamente
aquellos acuerdos que no piden mucho de los grupos de presión
de Estados Unidos. Es un tipo de liberalización, pero difícilmente
la clase de liderazgo a través del ejemplo que el mundo necesita
tan desesperadamente.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.