Constitución europea, suspiro socialista
Por Marian L. Tupy
El sábado 13 de diciembre fracasó en Bruselas la cumbre de negociaciones sobre el proyecto de constitución para Europa. Esa constitución es el último suspiro del socialismo europeo. Con sus 260 páginas y 70 mil palabras es una de las despedidas más largas y menos inspiradas de la historia humana. Lo mismo que el emperador romano Diocleciano, quien trató de frenar la caída de su mal administrado imperio haciendo tallar sus absurdos decretos en piedra, Giscard D'Estaing y sus compañeros redactores laboraron por meses para codificar el venerado modelo de la "economía social de mercado".
Hay dos maneras de enfrentar la creciente competencia: una es volviéndose más productivo y la otra es formando un cartel. Lo primero fomenta el progreso económico y social, mientras que lo segundo refuerza el status quo. La convención europea optó por lo segundo para confrontar la globalización.
Los políticos europeos podrían hacerle frente a los retos del nuevo siglo transformando la Unión Europea en una economía moderna y vibrante. Han podido flexibilizar el rígido mercado laboral europeo, reducir el peso de tantos altos impuestos y recortar las 97 mil páginas de regulaciones. En cambio, decidieron agazaparse tras altas barreras arancelarias, sostenidas por infinidad de subsidios y fortalecidas por normas ambientales y laborales prohibitivas. Y lo peor es que la prosperidad de los europeos dependerá cada día más de los caprichos de los burócratas planificadores en Bruselas.
Absorbiendo el legado de la ilustración escocesa, el economista austriaco Friedrich von Hayek demostró que no es posible prosperar bajo un sistema centralmente planificado porque los planificadores simplemente no gozan de suficiente información. La planificación central soviética, por ejemplo, fracasó porque no contaba con un sistema de precios libres que indicara las verdaderas necesidades de la economía, lo que la gente quería consumir. Los mejores sistemas sociales se desarrollan por medio de un proceso de ensayos y equivocaciones llamado "evolución".
Esa evolución es exactamente lo que la constitución europea socava. Exceptuando sólo los impuestos directos y las relaciones extranjeras, virtualmente todas las políticas sociales y económicas de los miembros de la UE van a ser "armonizadas". Cualquier "destrucción creativa" schumpeteriana será impedida recurriendo a los conceptos de deslealtad y distorsión competitiva, caballos de Troya incluidos en el borrador de la constitución.
Desde una perspectiva económica, no está claro por qué la UE debe estar fuertemente centralizada. El libre mercado es capaz de aumentar el nivel de vida sin necesidad de regular la forma de las bananas, el tamaño de los duraznos y el ancho de las zanahorias, como lo hacen algunas infames leyes de la UE. Y si la razón de ser de la constitución europea es políticafrenar el poder estadounidenseentonces hay claras lecciones que los europeos debieran aprender de los fundadores de Estados Unidos.
La constitución estadounidense tiene 4.500 palabras, apenas 17 páginas y su éxito se comprueba por los muy pocos cambios que se le han hecho a lo largo de 200 años. Fue bajo la autoridad de ese documento que Estados Unidos se convirtió en la súper potencia económica y política del mundo. En lugar de prohibir la competencia, la constitución estadounidense la fomenta, mientras que los poderes del gobierno central son "delegados, enumerados y, por lo tanto, limitados". Hay muy pocas zonas grises.
¿Por qué los fundadores de Estados Unidos se tomaron
la molestia de definir tan claramente los poderes del gobierno central?
Porque sabían muy bien que el mayor obstáculo al progreso
social y material de la humanidad es un gobierno distante que no rinde
cuentas. Ese era el tipo de gobierno en contra del cual lucharon los
próceres de la independencia. Es una tragedia para los europeos
no contar hoy con un Jefferson y un Madison para que los guíen
hacia un futuro mejor.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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