Reformadores tributarios del mundo: ¡Únanse!

Por Daniel J. Mitchell

La buena noticia es que los electores obviamente desean un sistema tributario que sea mejor. El impuesto uniforme o flat tax ha sido propuesto por candidatos presidenciales tan diversos como Jerry Brown (1992) y Steve Forbes (1996 y 2000). Este año, el impuesto nacional sobre las ventas está recibiendo atención debido a la victoria de Mike Huckabee en Iowa.

La mala noticia es que los estadounidenses todavía no han escogido nominar a un candidato pro-reforma tributaria y todavía estamos estancados con el código de rentas internas. Esto es desafortunado ya que los economistas desde hace mucho han argumentado que el código —de múltiples rangos y lagunas jurídicas— penaliza el comportamiento productivo y socava la competitividad nacional.

Uno de los problemas es que los defensores de la reforma tributaria están divididos. Esta división es particularmente frustrante ya que el impuesto fijo y sobre las ventas son virtualmente idénticos. Ambos harían menos engorroso el sistema actual. Ambos restaurarían la justicia al cobrarle a todos la misma tasa baja. Ambos eliminarían todas las formas de doble tributación y ambos eliminarían las lagunas jurídicas creadas por la presión de los grupos de intereses especiales.

La única diferencia real entre los dos sería el punto de cobro: El flat tax impone una tasa baja sobre la renta cuando esta es ganada, y el impuesto sobre las ventas impone una tasa tributaria baja sobre la renta cuando esta es gastada.

Para librarse del IRS (Servicio de Rentas Internas de EE.UU.) sería más fácil tener a los que consideran que es necesaria una reforma tributaria unidos detrás de un solo plan. La decisión difícil es escoger entre dos propuestas buenas. Yo he defendido el impuesto sobre las ventas en discursos, artículos, en la prensa, y en testimonios ante el Congreso, pero creo que el flat tax es una mejor propuesta. No tanto debido a razones de política pública, sino a razones de factibilidad. Estableciéndolo de manera sencilla, el flat tax y el impuesto sobre las ventas son teóricamente atractivos, pero solamente el flat tax parece haber sido políticamente posible.

Por ejemplo, no hay una jurisdicción política en el mundo que haya reemplazado exitosamente un impuesto sobre la renta con un impuesto sobre las ventas, entonces, ¿por qué deberíamos creer que EE.UU. es distinto? Además, los defensores de un impuesto sobre las ventas correctamente insisten que debe ser acompañado de una completa e irreversible abolición del impuesto sobre la renta para prevenir que los políticos se pasen de sabidos y luego traten de imponer tanto un impuesto sobre las ventas así como uno sobre la renta.

Y esto requeriría dejar sin efecto la Enmienda 16 de la Constitución estadounidense. ¿Sería posible obtener los dos tercios requeridos en ambas cámaras del Congreso y una ratificación de 38 legislaturas? Muy poco probable.

Hasta las enmiendas que consiguen 80% de apoyo en las encuestas, tales como la enmienda del presupuesto balanceado, no pueden conseguir una mayoría en el Congreso y esto sin considerar los obstáculos que una enmienda enfrentaría tratando de conseguir que tres cuartos de los estados la ratifiquen. Y como se indicó anteriormente, fracasar en eliminar permanentemente el impuesto sobre la renta crearía el riesgo de que nos quedemos con un impuesto a la renta y uno sobre las ventas.

Seguramente, un impuesto nacional sobre las ventas rendiría beneficios espectaculares para la economía estadounidense. Como el flat tax, aumentaría los ingresos, estimularía la creación de trabajos, aumentaría el ahorro y reduciría la corrupción política. La pregunta clave, sin embargo, es si el impuesto sobre la renta puede vencer los obstáculos políticos descritos anteriormente.

El flat tax, por supuesto, se enfrenta a obstáculos políticos también. Las deducciones por hipotecas de vivienda y contribuciones caritativas han sido cuestiones sensibles. Los defensores del statu quo también han ganado puntos aseverando falsamente que el ingreso por dividendos e intereses sería libre de impuestos en el mundo del flat tax, y ellos han tenido algo de éxito haciendo el mismo argumento acerca de las ganancias por capitales. Hay otras cuestiones políticamente sensibles que todavía no han sido explotadas por los que se oponen al flat tax, tales como la eliminación de la preferencia tributaria por el seguro de salud provisto por el empleador.

Aún tomando en cuenta obstáculos como estos, el flat tax ha sido adoptado en más de 20 jurisdicciones. Está contagiando a toda Europa Oriental e inclusive lugares como Islandia han adoptado el sistema de una sola tasa. Lo mejor de todo es que los resultados han sido abrumadoramente positivos, entonces hay muchas razones para pensar que más naciones se unirán al club del flat tax.

Tal vez hay una propuesta de compromiso que podría unificar a todos los que consideran que una reforma tributaria es necesaria. En el corto plazo, deberían unirse detrás de la propuesta de un flat tax. Una vez que ese sistema simple y justo sea implementado, podrán buscar una enmienda constitucional que prohibiría un impuesto sobre la renta. Si esa enmienda es aprobada por el Congreso, los defensores de la reforma tributaria se podrán unir detrás de un impuesto nacional sobre las ventas diseñado para entrar en efecto el día en que el estado número 38 ratifique esa enmienda.

Yo no creo que esto último suceda, pero si conseguimos un flat tax, los estadounidenses ya serán grandes ganadores.