Inmigrantes: ¿Por qué no recibirlos en vez de expulsarlos?
Por Stephen Moore
Esta semana el Presidente Bush se reunió con el presidente mexicano Vicente Fox para discutir algunos asuntos sensibles, el principal de estos: inmigración y el control de fronteras.
George W. Bush ha apoyado desde hace mucho una estrategia pro-crecimiento y pro-inmigración y claramente ve a los inmigrantes como una ventaja para los Estados Unidos. En este asunto, su punto de vista no concuerda con la facción más nacionalista del partido Republicano, la cual pondría un letrero que diga “No Se Admite La Entrada” por sobre la Estatua de la Libertad.
En la economía de inmigración, el Sr. Bush está más en lo correcto que sus críticos. Ya sean científicos o ingenieros preparados en Silicon Valley o los trabajadores migrantes que trabajan en las tierras sudorosas del Sureste recogiendo vegetales, los inmigrantes son la columna vertebral de la economía estadounidense.
Los inmigrantes llenan nichos vitales dentro de nuestra fuerza laboral; ellos son en gran parte trabajadores empeñosos que han venido en busca de una vida y oportunidades económicas mejores. Los trabajadores de agricultura de Centroamérica ponen comida en nuestras mesas. Este es un trabajo que los trabajadores migrantes de México y otras naciones hacia el sur de nosotros han realizado aquí por lo menos por 100 años y lo seguirán haciendo por lo menos por una generación más. El único problema: ¿Vendrán legalmente o tendrán que cruzar la frontera ilegalmente para buscar trabajos que le interesan a pocos estadounidenses?
Contrario a lo que muchos creen, un nuevo estudio realizado por la Fundación Nacional para la Política Americana descubrió que las personas nacidas en el extranjero aportan una cantidad considerable de impuestos. De acuerdo al estudio del autor, Stuart Anderson, los inmigrantes hacen contribuciones positivas enormes al sistema de Seguro Social. Los actuarios del Seguro Social reportan que si no fuera por los inmigrantes, la carga onerosa desfinanciada del Seguro Social sería $1 trillón más alta a lo largo de los próximos 40 años. Sin la inmigración, la carga onerosa del Seguro Social aumentaría de $10 trillones a $11 trillones.
Muchos estadounidenses y muchos miembros del Congreso dicen que ellos apoyan la inmigración legal pero que están ofendidos por la inmigración ilegal. El plan del Presidente Bush crearía un programa de trabajadores invitados de tal manera que los trabajadores migrantes, viniendo a realizar el trabajo que han estado realizando por décadas, puedan obtener una visa de trabajo temporal si es que pueden disponer de un trabajo aquí.
El plan eficientemente reuniría a los trabajadores con los empleadores. Los trabajadores invitados podrían ingresar el país legalmente de una manera regulada, y así se liberaría a las patrullas de la frontera para que dediquen más de su tiempo a mantener a los terroristas, criminales, y otros indeseables fuera del país.
El plan también forzaría a los empleadores para que paguen salarios justos y provean condiciones de trabajo decentes para los trabajadores. Los empleadores estadounidenses que se benefician de contratar inmigrantes ilegales pagándoles salarios terriblemente bajos ya no serían más competitivos que aquellos empleadores que se comporten de acuerdo a las reglas del juego.
Una característica más controversial del plan de Bush es legalizar a los inmigrantes que ya se encuentran aquí ilegalmente. Los oponentes como el Rep. Tom Tancredo, un Republicano de Colorado, dicen que esto será una “amnistía” y que sólo promoverá más inmigración ilegal. Una posición intermedia sería la de que los inmigrantes que tengan un auspiciante que esté dispuesto a atestiguar por su carácter, regresen a sus países y apliquen de manera expeditada para readmisión. Estos trabajadores tendrían que comprobar que nunca recibieron beneficios del estado y que nunca cometieron un crimen mientras estuvieron en EE.UU. Esta sería la manera “conservadora y compasionada” de legalizar cientos de miles que han estado contribuyendo y que son ciudadanos estadounidenses de facto.
También necesitamos fortalecer la seguridad en la frontera y tomar medidas más duras para penalizar a los inmigrantes ilegales del futuro. Una posible penalización sería la de imponer multas financieras a los inmigrantes ilegales que sean arrestados. Esto reduciría el atractivo de venir ilegalmente para los extranjeros.
Bajo los procesos actuales, los inmigrantes ilegales son mandados a casa con una relativa impunidad. No tiene sentido que los estados provean licencias de conducir o beneficios especiales como pagar el costo de la educación universitaria a los inmigrantes.
¿Se cogerán los extranjeros los trabajos de los ciudadanos estadounidenses? Los trabajadores inmigrantes significan más competencia por trabajos dentro de algunas industrias. Pero nuestra economía dinámica ha absorbido más inmigrantes a lo largo de los últimos 20 años que cualquier otra nación. Y aún así tenemos la tasa de desempleo virtualmente más baja y los salarios más altos. La economía estadounidense floreció desde 1980, creando más de $15 trillones en nueva riqueza, y esta era de prosperidad sin precedentes, ocurrió mientras se experimentó inmigración relativamente alta. Esto no significa que los inmigrantes causaron las prosperidad, pero si indica que los buenos tiempos y el bajo desempleo no son incompatibles con una política de inmigración generosa.
Yo recuerdo que en un viaje a la frontera de investigación que realice recientemente hablé con un inmigrante que tenía 20 años de edad y que recién había llegado. Él me dijo en español: “¿Por qué todos dicen que no hay trabajos en EE.UU.? Yo he estado aquí cuatro semanas y ya tengo tres trabajos”. Necesitamos más de esa motivación y de esa iniciativa aquí.
Hay una memorable caricatura de la revista New Yorker en la que salen dos indios viendo desde unos arbustos a la embarcación del barco Mayflower. Uno se dirige al otro y le dice: “Parece que vamos a necesitar una política de inmigración”. El Presidente Bush propuso un plan que traerá orden y sensibilidad y seguridad a nuestra frontera.
Oponerse a dicho plan que preserva nuestra valiosa tradición de ser una nación de inmigrantes, parece ser plenamente antiamericano.
Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.