Deterioro Institucional, una mirada desde el pensamiento de Douglass North

Víctor Pavón considera que el intento del oficialismo por establecer la reelección indefinida es uno de los síntomas del deterioro de la calidad institucional de Paraguay.

Por Víctor Pavón

Con referencia al intento del oficialismo en el gobierno de mi país de promover la enmienda en lugar de la reforma constitucional para así permitir la reelección del actual presidente de la República, Horacio Cartes.

Desde que Douglass North sacudió el ambiente académico mundial con el Premio Nobel de Economía en el año 1993 por sus estudios históricos y el papel de las instituciones en el crecimiento económico, un nuevo enfoque emergió en el análisis para explicar por qué unas sociedades progresan y otras no.

Encontrar esa “piedra filosofal” que como una varita mágica transforme la miseria, el desempleo y las calamidades sociales en prosperidad y oportunidades, llevó a los pensadores a tratar de encontrar la mejor explicación. No fue fácil al comienzo.

Enceguecidos por el misticismo, la magia y hasta por la misma religión, la cultura se venía abriendo paso en un camino trillado de dificultades, prejuicios y la violencia proveniente de aquellos que tenían el poder de imponerse sobre otros, volviéndolos sus esclavos o súbditos.

Fueron tantas las explicaciones para entender lo que sucedía en el contexto social del hombre que finalmente no había ninguna. Afortunadamente los griegos en Atenas y luego los romanos en su República, dieron los primeros pasos hasta que nuevamente vinieron los retrocesos y nuevos avances.

Fueron los clásicos, y en esta ocasión cito a uno de mis pensadores favoritos, el filósofo y economista Adam Smith (1723-1790) quien en su monumental obra La riqueza de las naciones (1776) identifica a las instituciones como elementos condicionantes e indispensables para el desarrollo de las naciones. Los consistentes y hasta sencillos argumentos de Smith se comprueban con el advenimiento del primer proceso de transformación moderna económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra.

Pero ese proceso además de económico es político. Fue John Locke el que en su Segundo Tratado de Gobierno Civil (1690) afirma que “la ley está sobre el rey”, fundamentando la Gloriosa Revolución, desechando la creencia de un poder absoluto o arbitrario que sólo se mueve por el antojo y la pasión.

¡Por fin el progreso tenía explicación! Y no fue obra de una persona en particular, ni de un modelo planificado. Fue el resultado de un largo proceso de evolución que el maestro F.A. Hayek denominó como "orden espontáneo" en alusión a que las instituciones van surgiendo sobre el ensayo y error. Esto es lo que Douglass North estudió y demostró; el valor de las instituciones que en términos generales podemos denominar como economía de mercado y el Estado de Derecho o el viejo pero eficiente "Rule of Law" (Estado de Derecho) que los ingleses descubrieron en el año 1215 en su preciosa Carta Magna consistente en derechos de propiedad que se extienden desde el mismo individuo y el comercio.


La coyuntura: La Enmienda y el deterioro institucional en Paraguay

La enmienda de la Constitución promovida en este momento por oficialismo en el gobierno no es más que un intento por cambiar el sentido de las reglas de juego de las que mencionáramos más arriba. Las instituciones a las que podemos denominar reglas de juego se expresan en particular en el pacto de paz, en el contrato por excelencia y esa es la Constitución, cuya elaboración en la forma que hoy conocemos constituye un fruto del pensamiento liberal que permitió plasmar la concepción de la República.

La violación de esta principal regla cae como en cascada sobre las demás instituciones. Esto lleva al deterioro institucional y es la característica de los países subdesarrollados. Aun contando con prodigiosas riquezas naturales, muchas naciones siguen en la pobreza, el desempleo y la corrupción. Los efectos de ese deterioro son devastadores sobre el empleo, la inversión y en particular sobre los incentivos que perciben los ciudadanos acerca de lo que es correcto o no, de lo que está mal o bien, en suma, afecta la conducta de las personas en su apreciación acerca del cumplimiento de las leyes.

La causa de aquellos males sociales, sin embargo, no se deben a que el paraguayo es corrupto por naturaleza o un haragán. Esto es lo que han predicado y siguen insistiendo los autoritarios de siempre, los mismos que se creen investidos de una aureola que los hace supuestamente especiales y únicos para dirigir la administración gubernamental.

Los males sociales arrastrados a lo largo de nuestra historia se deben al deterioro institucional ocasionado por la ausencia de reglas de juego en libertad y orden, o teniendo esas reglas unos cuantos autoritarios y de escasas luces sin consideración alguna hacia el derecho de sus semejantes de vivir en una República, aparecen para alzarse con el poder, comprando mediante canonjías y privilegios a todo aquel que encuentran en su camino.

En el siglo XXI del conocimiento, el Paraguay no tiene otra alternativa que el respeto irrestricto de las reglas de juego institucionales establecidas en su Constitución, como condición para hacer de este país próspero, en paz, fuerte y respetado en el concierto de las naciones.