La nominación de Bolton

Por Doug Bandow

La ONU es un desastre. Muchas veces corrupta y sobornable, siempre ineficiente y derrochadora, frecuentemente controlada por los peores intereses políticos, y comúnmente motivada por los peores impulsos ideológicos, la organización es cualquier cosa menos “la última gran esperanza de la humanidad”. Si cualquier persona puede lograr reformas reales, es un crítico serio, como John Bolton.

Bolton, nominado por el Presidente George W. Bush para ser el representante estadounidense en el cuerpo mundial, es perfectamente apropiado para el trabajo. El conoce la diplomacia multilateral, habiendo servido como el secretario asistente de Estado para las organizaciones internacionales durante la primera administración de Bush y como subsecretario de Estado para el control de armas y seguridad internacional desde el 2001.

El entiende la ONU habiendo escrito con mucho conocimiento (y duramente) sobre sus fallas. Además, Bolton está más preocupado por proteger la seguridad y prosperidad estadounidense que por emprender abstractas cruzadas globales.

Tal vez lo más importante, es que Bolton es notorio por su manera directa y terminante de hablar. Hace una década el dijo: “Si el edificio de la secretaría de la ONU en Nueva York perdiese diez pisos, no habría diferencia alguna”.

El está en lo correcto. No la habría.

Aquellos que creen en la ONU no deberían intentar negar las obvias fallas de la organización. Después de todo, fue el mismo secretario general de aquel cuerpo, Boutros Boutros-Ghali, quien, cuando le preguntaron cuantas personas trabajan en la ONU contestó: “alrededor de la mitad de todos”. El reto para los defensores de la ONU es cambiar la organización para que alguien se de cuenta si esta perdiese diez pisos.

Para eso ellos necesitan la ayuda de John Bolton.

En 1997 el contribuyó con un capítulo (acompañado de uno mío) para un libro del Cato Institute sobre las Naciones Unidas, Delusions of Grandeur: The United Nations and Global Intervention. Aunque una manada de diplomáticos retirados se han juntado para expresar su horror ante la nominación de Bolton, él fue sorprendidamente mesurado en su conclusión. Él no pidió el cierre de las oficinas de la ONU, desmantelar el edificio, y deportar los diplomáticos. En vez, él reconoció, que “LA ONU fue un concepto admirable cuando fue concebida” y “vale la pena mantenerla viva para servicios futuros”. Pero “no vale el sacrificio de tropas, libertad de acción, o de intereses nacionales estadounidenses. La pregunta verdadera para el futuro es si sabremos como mantener nuestras prioridades en orden”.

Lo cual Bolton está determinado a ayudarnos a hacer.

Debemos comenzar por reconocer lo que la ONU es ahora. “Durante los 1960s y los 1970s las mayorías anti-Oeste y anti-estadounidenses en la Asamblea General de la ONU regularmente y con mucho entusiasmo, se mofaron de nuestros valores.”, él escribió. Aunque la administración de Carter parecía despreocupada por estos eventos, el Presidente Ronald Reagan y el Congreso de la época de Reagan respondieron con mucha fuerza, rechazando la Convención de la ONU Para el Derecho del Mar, retirándose de la UNESCO y disminuyendo el financiamiento para la ONU.

Este deseo de vengarse tuvo un efecto. Bolton observó: “La política del Presidente Reagan permitió algunas oportunidades para que el Consejo de Seguridad fuese utilizado de manera constructiva”. Ejemplos incluyeron las modestas misiones para mantener la paz y el explícito apoyo de la ONU para la acción estadounidense en la primera guerra del Golfo Pérsico.

Para Bolton, “la lección era simple. Cuando habían intereses estadounidenses vitales en juego, la ONU podía servir un rol útil como un instrumento de política estadounidense. Cuando EE.UU. dirigía, la ONU podía funcionar”.

Sin embargo, no fue fácil. Y tampoco fue mantenido después de que la administración de Clinton decidió “involucrarse en el trabajo social internacional y habladurías de torres de marfil”.

El esfuerzo desastroso de construir naciones en Somalia fue una consecuencia. Otro resultado trágico de la política de Clinton fue acabar con el Plan de Paz Vance-Owen, el cual hubiera acabado la guerra civil en Yugoslavia mucho antes, de esa manera salvando miles de vidas.

Además, indicó Bolton, la administración de Clinton fue “infructuosa en restringir el desperdicio, el fraude, y los abusos dentro del sistema de la ONU como había sido en restringir el gasto federal doméstico”. La ONU fue reacia a actuar siempre y cuando las naciones industrializadas continuaron pagando la cuenta. Los escándalos continúan hasta el día de hoy.

¿Qué hacer? Que la ONU nunca parece mejorar es obvio por el hecho de que las recomendaciones de Bolton permanecen igual de validas hoy en día, luego de casi una década.

Primero, la ONU debería concentrarse en el alivio humanitario y las operaciones para mantener la paz tradicionales. “Lo que debería ser relegado al montón de la basura en la historia en la primera oportunidad, no obstante, son las nociones quiméricas de Clinton de que la ONU ‘hace cumplir la paz’, ‘puede construir naciones’, y que debe ‘expandirse’”, él argumentó.

Segundo, el Consejo de Seguridad de la ONU no debería ser “reformado”, como el Secretario General Kofi Annan recientemente propuso. Bolton opinó: “El deseo de reformar el Consejo de Seguridad ahora para conformar con los modelos teóricos de las políticas globales contemporáneas no debería obscurecer nuestra actual habilidad de hacer que el consejo funcione efectivamente, al menos en ciertas circunstancias”.

¿Qué EE.UU. sensible pudiera estar en desacuerdo con estas propuestas?

Algunos idealistas han creído desde hace mucho que la ONU era el remedio para el pecado original. Solo creen un fuerte gobierno mundial y los males de la humanidad desparecerán.

Bolton, también, es un idealista, pero el modera sus creencias con el sentido común. “por sobre todo, permitámonos ser realistas sobre la Organización de Naciones Unidas”, él escribió.

“La ONU debería ser usada cuando y donde decidamos usarla para avanzar nuestros intereses estadounidenses nacionales, no para validar teorías académicas de modelos abstractos. Pero la ONU es solo una herramienta, no una teología. Es una de las tantas opciones que tenemos, y es definitivamente y no invariablemente la más importante”.

Los estadounidenses podrán dormir mejor luego de que el Senado confirme a John Bolton como su representante en la ONU.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.