Politización de la justicia

Por Carlos A. Ball

Por ser testigo de la manera cómo la creciente intervención gubernamental, la planificación económica y la corrompida manipulación de la moneda destruyeron la prosperidad de la Venezuela de mi juventud, desde que comencé a escribir en la prensa he criticado a políticos y gobernantes endiosados por el poder. También me ha interesado desenmascarar las actuaciones de grupos pseudocapitalistas que utilizan sus contactos políticos y la compra de funcionarios para acumular riqueza a través de protecciones arancelarias que empobrecen a la gente y de subsidios estatales que salen del bolsillo de todos los ciudadanos. La Venezuela socialista del siglo XXI es el más triste ejemplo de todo ello y comenzó su avance en el camino a la servidumbre hace más de tres décadas, con la nacionalización petrolera y la politización tanto del Banco Central como del sistema judicial.

Hoy veo con temor la manera cómo la Corte Suprema de Estados Unidos decide que el dióxido de carbono (CO2) es culpable de todos los mitos de la propaganda verde y, por lo tanto, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) debe regular las emisiones de los gases invernaderos. Es decir, el Poder Judicial decidió a favor de quienes creen lo que dice Al Gore y de aquellos que politizan la ciencia o cuyos ingresos dependen de apoyar lo que hoy es políticamente correcto. Eso lo suelen hacer porque de otra forma no conseguirían apoyo financiero del gobierno para sus proyectos.

Acaba de ser publicada una versión infantil del libro de Al Gore, la cual contará seguramente con el emocionado apoyo del sindicato de maestros. Así, el lavado de cerebros comenzará a temprana edad, preparando desde ahora a quienes votarán por primera vez en las elecciones de Estados Unidos en 2016.

Estados Unidos es un país muy rico, cuya economía ha seguido creciendo a pesar la explosión de regulaciones y desmedido aumento de la burocracia, cuya principal razón de ser es impedir que la gente haga lo que más le conviene y más le gusta, bajo la equivocada creencia que el burócrata siempre sabe lo que es mejor para todos. Es trágico que tantos apoyen la errada filosofía del estado de bienestar promocionado por la izquierda (aquí mal denominada liberal) y que otros trágicamente apoyen políticas neoconservadoras para imponer por la fuerza sus supuestas virtudes al resto del mundo, todos ellos empeñados en disparar el gasto gubernamental para financiar su desprecio a disposiciones que claramente limitan el ejercicio del poder federal a 18 áreas enumeradas en la Constitución. Los países subdesarrollados a menudo escriben nuevas constituciones, redactadas a la medida del gobierno de turno, mientras que en Estados Unidos se prefiere interpretar la Constitución en apoyo de las prioridades de la mayoría gobernante.

La politización de la justicia es una de las peores tragedias del mundo actual. Y en la medida que se dificulta, encarece o imposibilita acudir a un juez para que se respete nuestra libertad como individuos, con opiniones y costumbres diferentes a las de una mayoría circunstancial y de los gobernantes del momento, las libertades civiles en este país sobrevivirán solamente para aquellos que son muy ricos o gozan de buenos contactos políticos.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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