Fidel, ecología y hambre
Ahora resulta que el moribundo Fidel Castro, tirano de Cuba y amigo de Hugo Chávez, no palmó como todo parecía anunciar. Reaparece en escena convertido en experto en biocombustibles y declara que promover el etanol como combustible condenará a muerte a 3.000 millones de personas.
Anteriormente he alizando las ventajas comparativas de maíz y azúcar como posibles fuentes de etanol para remplazar a combustibles derivados del petróleo y he concluído que el azúcar era claramente superior.
Ahora Fidel discurre que la estrategia de su archienemigo el presidente George W. Bush para conseguir que su país se libere parcialmente de la imposición de comprar petróleo en países cada vez menos amistosos, como Irán y Venezuela, resultará en una hambruna nunca vista.
¿A dónde va el anciano dictador con esta novel posición de atacar el etanol? Claramente no tiene nada que ver con la economía de la propuesta sino con una estrategia política que emprende del brazo de su pupilo Chávez para defender el interés estratégico de Venezuela: el petróleo.
En el camino se van a tener que enfrentar con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva quien acaba de concluir una exitosa visita de Estado a Washington y Campo David en la que cerró acuerdos con Bush para avanzar en una estrategia común con EE.UU. para promover el uso del etanol.
Si la conclusión a la que llegué fue que era mucho más eficiente producir etanol a partir de la caña de azúcar como propone Lula, que los mayores precios del maíz inducirán más áreas cultivadas con la consecuente caída en sus precios futuros, y que Cuba es un importante productor de azúcar que se beneficiaría de precios más elevados, ¿no estará Fidel metiéndose un autogol?
Mayores precios del azúcar en Las Antillas y Centroamérica simplemente resultarían en la menor importancia del apoyo petrolero de Venezuela para la región y consecuentemente en una influencia política menguante del iluminado cacique venezolano, hoy en día el aliado estratégico clave del régimen castrista.
La embestida político-propagandística que plantea Fidel tiene dos vertientes: la ya citada de atacar la iniciativa del etanol por la hambruna que causará pero también la de denunciar que la búsqueda de más terrenos para los nuevos cultivos que produzcan etanol, agravará el problema del calentamiento global.
Sus dos enemigos en esta campaña son el neo-imperialismo de EE.UU. y el Banco Mundial, que ya declaró su apoyo a la iniciativa de promover una mayor producción de etanol como combustible en América Latina, y está dispuesto a financiar con créditos blandos las inversiones necesarias.
De esta forma el anciano dictador cubano y su candidato a émulo venezolano ocultan sus verdaderos intereses político-económicos tras una atractiva cortina que les permite ostentarse simultáneamente como aliados del medio ambiente y como campeones de los hambrientos del mundo. ¡No está mal!