Un premio a la libertad

Por Roberto Salinas-León

Chicago—Esta noche se celebra una cena de gala en esta capital del pensamiento económico moderno, con motivo la entrega del Premio Milton Friedman para la Libertad, que cada dos años otorga el Cato Institute. Este año el galardón pertenece a Mart Laar—un héroe de la libertad moderna, arquitecto del episodio de transformación más sobresaliente en las últimas dos décadas: la reforma en Estonia.

Laar, historiador de profesión, asumió la posición de Primer Ministro de Estonia en 1992. En esas épocas, su país se encontraba sumergido en crisis, después del desplome del reino soviético, donde todo (literalmente, todo) era función de un esquema central de planificación. Estonia, hoy en día, es una de las economías más libres, con mayor nivel de crecimiento, en el mundo. Es uno de los “milagros económicos” más destacados en estos momentos—con resultados en los principales índices de prosperidad similares a casos como Nueva Zelanda, Irlanda, Islandia, Chile, Hong Kong, entre otros.

Realmente, estos casos no tienen nada de milagroso. Son producto de principios de sentido común—y de la ejecución prudente, si bien con visión radical, de los criterios de la prosperidad a largo-plazo. Laar encabezó un proyecto de reforma integral basado en la idea de potenciar al ciudadano con oportunidades de crecimiento. Su gobierno eliminó las tarifas e implementó un sistema de impuesto único, a un nivel fijo de 20%. Ello generó un efecto dominó positiva en otros países, como Ucrania o Eslovaquia o Rusia, donde hoy se vive una euforia tributaria alrededor del impuesto único. Se dio una masiva reducción de la burocracia, así como una transferencia integral de los activos propiedad del Estado, a la ciudadanía general. Los incentivos para invertir en Estonia son atractivos, lo que ha dado lugar a un régimen de inversión envidiable en la región.

Laar también implementó un consejo monetario, bien instrumentado, y respaldado por una política fiscal prudente, lo que permitió matar una espiral inflacionaria. Hoy, los resultados están a la vista. Estonia ha disfrutado un episodio de alto crecimiento sostenido, con estabilidad de precios, como aquellos que todavía añoramos en nuestro país, lo que a su vez ha significado un aumento exponencial en su ingreso per cápita. Este se ubica en un nivel de más del doble del ingreso por habitante en México. A este ritmo, bastará tan sólo una generación adicional para que Estonia se coloque como país desarrollado.

El premio para el avance de la libertad que esta noche recibe Laar lleva el nombre del gran campeón de la libertad económica en nuestra era moderna—Milton Friedman. El mismo Friedman ha comentado que el espectacular avance en materia de transformación que ha mostrado Estonia es consecuencia, en el fondo, del hecho que los miembros de esta sociedad conocieron, en el hambre, en la sangre, el dolor de la pobreza generalizada, de la opresión, del culto de irracionalidad económica. La libertad económica fue recibida sin las oposiciones, sin las resistencias de grupos especiales, vistas en otros lados. Sin embargo, el mismo Laar reporta como los economistas convencionales se opusieron a la visión de una reforma radical, equiparando el esfuerzo como el “deseo de caminar sobre el agua.”

Al final del día, se pudo caminar sobre el agua. Las ideas tienen consecuencias. Y Mart Laar es un ejemplo de ello, ejemplo también de que sí se puede. Ello es causa de una esperanza, de que sí se puede vivir mejor—esperanza que arroja optimismo para el futuro de nuestro porvenir, a pesar de los retrocesos, de los estancamientos, de la cultura de que no se puede.