Argentina: La inflación, la carne y los precios altos

Gustavo Lazzari explica que la inflación casi siempre resulta de los déficit fiscales, y este último de un gasto público excesivo.

Por Gustavo Lazzari

Inflación

La inflación es un proceso de degradación de la moneda local producto de la emisión que realiza el gobierno. Por lo general dicha emisión se produce para financiar déficits fiscales. La madre de la emisión es el déficit y la madre del déficit es el gasto. Por tanto la causa última y principal de la inflación es el excesivo gasto público.

La consecuencia de la inflación es la suba generalizada en todos los precios. En rigor la suba de precios es la contracara de la pérdida de valor de la moneda.

Por tanto cuando suben todos los precios es razonable pensar que tenemos un fenómeno de expansión de dinero que está provocando esa suba. Todos los precios no pueden subir al mismo tiempo sin una inyección de dinero que financie tal suba. Si no hubiera emisión subirían unos precios y necesariamente deberían bajar otros.

Nuevamente, cuando sube el precio de un producto hay una explicación. Cuando suben dos precios habrá dos explicaciones pero cuando suben todos la única explicación está en la emisión de dinero que realiza el Banco Central.

El kirchnerismo provocó un desbalance fiscal que llevó al Banco Central de la República Argentina (BCRA) a emitir a razón del 35% de la base monetaria durante cinco años seguidos. En esos años tuvimos tasas de inflación que rondaron entre el 28% y el 33%.

Para no ver esa realidad, rompieron el termómetro. El INDEC, hoy, sólo es un edificio. Todas las series fueron adulteradas y la recomposición tardará años. (Nota aparte la justicia deberá investigar y condenar a los responsables de la destrucción de un activo público como es la información que miles de comercios y empresas ha suministrado obligatoriamente)

Los últimos meses de descalabro de Kicillof heredaron una tasa de expansión monetaria del orden de 41% anual. Un disparate absoluto. Una fábrica de inflación. La inflación kirchnerista estaba reprimida con controles, cepos, prohibiciones, amenazas, y demás mecanismos artificiales que insustentables en el tiempo. La Administración Macri está desactivando bombas y destapando ollas.

A mi gusto, debería ser mucho más explícito con el desastre que encontró en todas y cada una de las oficinas y políticas del kirchnerismo. No blanquear la realidad nos puede resultar muy caro. Actualmente el ritmo de expansión monetaria es del 25%. Es menos que los delirios de la Cámpora. Pero sigue siendo muy alto, aunque inevitable dado el esquema antiinflacionario elegido.

El macrismo eligió una política gradual de baja de la inflación. Prometió inflación de un dígito dentro de tres años. La apuesta es más que arriesgada. Sin racionalidad fiscal de shock es casi imposible reducir el déficit en pocos meses.

Quizás en otra columna deberíamos preguntarnos como sociedad qué nos pasa que somos demandantes seriales de gasto público pero no soportamos las consecuencias de los dislates. Queremos que el estado nos divierta pero no pagar por esa fiesta. Una sociedad con los “patitos desordenados” es muy difícil que tenga un gobierno con prudencia fiscal y monetaria. En otras palabras si te gusta la fiesta, bancate la inflación.

Precios altos

Una cosa es inflación y otra es precios altos. Hay mercados donde los precios suben por cuestiones microeconómicas. Una sequía, un problema de cierto suministro, un mercado cerrado. Generan situaciones donde la demanda es mucho mayor que la oferta y consecuentemente el precio es muy alto o sube de golpe.

La suba de dicho precio es la señal que necesitan los oferentes para que aumenten la producción y vayan en busca de esa ganancia. Rápidamente, si el mercado está abierto, se logra el equilibrio. Los precios tienen a su nivel normal. Esto sucede todos los días en todos los países del mundo sin inflación. Y la economía ajusta rápidamente. Esto es lo que está sucediendo con la carne vacuna.

El kirchnerismo en su delirio, prohibió la exportación, redujo los planteles, persiguió al sector, lo llenó de impuestos, le destruyó los caminos rurales, cerró los frigoríficos, rompió la logística, cerró los mercados, de manera que la Argentina hoy tiene la misma cantidad de vacas que hace cincuenta o cuarenta años, aunque con el doble de población. El kirchnerismo hizo una política ganadera cubana. Hoy después de 60 años de castrismo los cubanos no conocen la carne.

La devaluación de diciembre 2015 y la apertura de las exportaciones abren un nuevo escenario. La Argentina podrá recuperar en algunos años el tercer lugar en las exportaciones mundiales de carne vacuna. Hace diez años exportábamos 750.000 Tn. y éramos los terceros en el mundo. Hoy no llegamos a 200.000 Tn. Perdimos decenas de mercados y somos el número catorce.

Para exportar es necesario aumentar y engordar los stocks ganaderos. Eso requiere tiempo de retención por ello la oferta se reduce y los precios aumentan. Una vez que comencemos a exportar comenzarán a enviarse al exterior los cortes traseros (lomo, cuadril, peceto) y quedarán para el mercado local los preciados asados (cortes delanteros que no se exportan). Sin duda los precios del asado bajarán porque las vacas siguen produciendo por igual cuartos traseros y delanteros. Algo que nunca entendió el kirchnerismo.

Hasta llegar a ese punto, que será con suerte a finales de 2016 o 2017, habrá que sustituir los cortes caros de carne vacuna por carne de cerdo, pollo y pescado. Quienes están disgustados por esta sustitución casi forzada deberán pedir explicaciones a Moreno, Kicillof, Costa, Néstor y Cristina.

La reconstrucción de la carne vacuna como cadena de valor y el desarrollo de las carnes alternativas son procesos inexorables. La destrucción que generó el kirchnerismo necesariamente será reparada.

Junto a los principales mercados que se perdieron hay entre 15.000 y 25.000 puestos de trabajo menos. Cerraron cientos de frigoríficos en todo el país alterando no sólo fortunas personales sino desarrollo de ciudades enteras. Durante los doce años de kirchnerismo se produjo una fuertísima transnacionalización de la actividad. Hoy los pocos frigoríficos exportadores de carne vacuna son brasileros.

“Camine, camine”

En este contexto la Secretaría de Comercio lanzó un programa de información de precios para mitigar los efectos de la inflación. La Resolución 12 /2016 de dicha secretaría instrumenta el SEPA (Sistema Electrónico de Publicidad de Precios Argentinos) por el cual se informará mediante Web y App los precios de mil artículos en los diferentes comercios.

El programa anunciado por la Secretaría de Comercio no es un control de precios ni un sistema de precios máximos sino un programa para “poner a disposición las bases de datos con que cuenta el estado”. Así lo definió Miguel Braun titular de la cartera. Nuevamente ¿qué le pasa a la sociedad que actividades propias de las entidades intermedias privadas son llevadas a cabo por el estado? Tras los doce años de tribulaciones estatistas pareciera que los consumidores le pidieron al estado que “camine” en lugar de ellos, en su propia defensa.

Los mecanismos de información de precios desde los años ochenta eran llevados a cabo por entidades de consumidores (Popularizándose a través de Lita Lazzari). Eran entidades privadas que trataban de defender a los consumidores brindando más opciones. Los datos de los precios y los comercios así como las ofertas que se divulgaban eran conseguidos por cientos de voluntarias en todo el país que caminaban. La expresión “camine, camine”, refiere a un mecanismo de defensa.

Conceptualmente no es lo mismo buscar información de precios desde el sector privado que hacerla desde el sector público. Cuando los particulares se defienden caminando y buscando precios es como si pusieran un escudo ante los piedrazos de la inflación. Cuando se hace desde el sector público es como si quien tira las piedras recomiende el uso de un escudo y una curita.

Conclusión

El estado debe procurar equilibrio y racionalidad fiscal para que la inflación sea cero durante décadas. Así sucede en muchos países del mundo. Lo habitual no es la inflación sino la estabilidad. Son los agentes del sector privado (entidades de consumidores) quienes deben vigilar precios, recomendar ofertas, “caminar”, y buscar mejores opciones para paliar los estropicios que hace la inflación.

Por último, deberíamos plantearnos como sociedad que estado queremos. Pues pedir beneficios, y asignarle funciones al estado siempre es mucho más fácil que financiarlos. Pero a la larga, las fiestas hay que pagarlas. Y eso duele.