Y cuando despertó, Grecia seguía ahí
María Blanco considera que "Las condiciones del rescate que están pactando el gobierno de Tsipras y las autoridades europeas es, a priori, y con toda seguridad, un fracaso. Tal vez la ingeniería económica nos dice, sobre el papel, que poder se puede. Pero me da la sensación de que se olvidan de varios puntos."
Por María Blanco
A pesar del rosario de noticias veraniegas más o menos intrascendentes (rupturas amorosas de famosos, cogidas a toreros, las diferentes olas de calor, y por supuesto, el eterno recurso a Gibraltar) esta semana Grecia vuelve a ocupar el papel central en los noticieros y periódicos.
Mientras unos y otros en nuestro país se tomaban unos días de descanso, el presidente Alexis Tsipras y los ministros andaban con compás y regla, tratando de cuadrar el círculo. Y, por fin, tras el puente de agosto, llega el día D: la entrega del rescate bajo determinadas condiciones.
Consultas de cartón piedra
Pero antes, como no podía ser de otra manera, nuestro presidente Mariano Rajoy ha convocado al Congreso de los Diputados para que este mismo martes 18 sus señorías voten a favor o en contra del rescate. Debe ser verdaderamente relevante, porque se interrumpe el debate presupuestario para ello. Y las discusiones y aprobación de los presupuestos es uno de los puntos de apoyo de la campaña electoral del partido del mismísimo presidente, el Partido Popular. Así que, tras la exposición de Luis de Linde, máxima autoridad del Banco de España, a primera hora, se cambiará de tercio, y se discutirá si se le da el rescate a Grecia o no.
¿Cabe algún escenario que no sea el "Sí"? Francamente, cada partido utilizará el debate para exponer sus posiciones en cuestiones de política internacional, se hará una declaración de intenciones a favor o en contra de la UE, del FMI, de Merkel y de todo lo demás, sobre todo, de cara al público. En otras palabra y por decirlo claramente, cada partido aprovechará para dar titulares que enganchen al electorado. Y, saldrá que sí al rescate. Puede ser que alguno trate de marcar la diferencia absteniéndose, no sea que se acuse a nadie de negar ayuda a los griegos. Ayuda sí, pero al estilo Merkel, no, pensarán especialmente las señorías de la izquierda más radical.
¿Para qué unas consultas cuyo resultado se sabe de antemano? Para legitimar “la cosa”, me dicen. Hagamos como que consultamos y así nadie dirá nunca que gastamos un chorro de dinero con ligereza. Hagamos un “fuenteovejuna”, demostremos de nuevo, como ya enseñaba el teatro español del Siglo de Oro, que la responsabilidad cuando es de todos no es de nadie.
Entiendo que Rajoy se encuentra en una encrucijada en la que tiene las de perder, porque probablemente se le echarían encima si no consulta, pero por otro lado, esta consulta de cartón-piedra parece una demostración de que no es el mejor tomando decisiones. Para temas más controvertidos no consultó. Pertenece ya a la antología del disparate político su aparición en plasma en una rueda de prensa en la que, por supuesto, no hubo preguntas. ¿Y ahora paraliza el debate sobre los presupuestos que previamente había adelantado para esto? Raro, raro, raro…
Las consecuencias no económicas del rescate
Las consecuencias económicas de la paz fue el título elegido por John Maynard Keynes para nombrar un opúsculo publicado en 1919 en el que explicaba por qué la alternativa elegida por la comunidad internacional en el Tratado de Versalles tras la I Guerra Mundial era perniciosa. Para Keynes, no solamente suponía una ruina económica para los países perdedores del eje que debían pagar las deudas de guerra y las reparaciones a los países ganadores, sino que también lo era para los vencedores. Las medidas contra Alemania impedirían que creciera, mermarían la capacidad productiva y los incentivos y la moral de la población alemana, que no era responsable de las decisiones de su gobierno, se vería muy afectada. Él proponía un plan de pagos más suave, a más largo plazo, más factible. Pero la comunidad internacional, especialmente Francia, estaba muy dolida, enfadada, y nada dispuesta a transigir. La propuesta de Lord Keynes fue rechazada y sus previsiones, por desgracia, se hicieron realidad.
Las condiciones del rescate que están pactando el gobierno de Tsipras y las autoridades europeas es, a priori, y con toda seguridad, un fracaso. Tal vez la ingeniería económica nos dice, sobre el papel, que poder se puede. Pero me da la sensación de que se olvidan de varios puntos. El primero, la caída de la ya maltrecha economía helena desde que Syriza llegó al poder, en virtud de las medidas retadoras e irresponsables de la izquierda populista. El segundo, que ante la desesperación, la población griega, como ya hizo en el pasado, puede tirarse a la la calle y la asunción y puesta en práctica de las medidas del rescate se verían retrasadas, distorsionadas y el resultado ya lo conocemos. Se retrasarían los pagos, y se plantearía de nuevo si cortar la ayuda por incumplimiento, con las consecuencias para la ciudadanía griega, o elaborar una nueva solución extraordinaria para paliar la situación. De nuevo el bucle de la deuda griega. Un escenario de difícil salida.
Este artículo fue publicado originalmente en Vozpópuli (España) el 17 de agosto de 2015.