Reservas y dolarización en Ecuador
Manuel Hinds explica que "En una economía dolarizada, como en cualquier economía, los bancos necesitan reservas porque ellos no guardan en cajas el efectivo que el público les deposita, sino que lo dan en préstamos para poder generar ingresos, que permiten pagar intereses en los depósitos, pagar sus gastos y obtener una utilidad. Pero no pueden prestar todo porque alguna gente retira su dinero todos los días".
Por Manuel Hinds
A algunos en Ecuador les preocupa que el gobierno ha forzado a los bancos a transferir sus reservas que tenían depositadas en países desarrollados a Ecuador, para luego invertirlas en deudas emitidas por el gobierno mismo. Hay gente que ha pensado que con esto se han reducido las reservas internacionales a niveles que son muy bajos para mantener al país dolarizado.
Para discutir este punto es indispensable recordar la diferencia entre el papel de las reservas en una economía no dolarizada y una dolarizada. En una economía no dolarizada, hay dos monedas, una que se usa internacionalmente (en el caso de Ecuador el dólar) y otra que se usa domésticamente (el sucre que existía cuando Ecuador no estaba dolarizado). Para imaginar como funciona la economía no dolarizada piense en un casino en el que para jugar le exigen que cambie sus dólares por unas fichas, con la promesa, por supuesto, de que cuando quiera irse usted puede cambiar de regreso las fichas y le devolverán sus dólares, o los que tenga al salir del casino. El cajero del casino tiene que guardar dólares para cuando esto pase. Este es el papel de las reservas en el banco central en los países no dolarizados. Sirven para responder a las demandas de dólares a cambio de la moneda local.
En un casino, si usted llega a comprar dólares con sus fichas y el cajero no tiene suficientes dólares para cambiárselas usted puede llamar a la policía y acusar al casino de estafa. Si esto pasa en un banco central, sin embargo, éste simplemente devalúa la moneda hasta que los dólares alcanzan. Así, por ejemplo, si la tasa de cambio es uno a uno, y usted tiene diez mil fichas usted debería recibir diez mil dólares. Sin embargo, si el banco central solo tiene cinco mil dólares, devalúa las fichas a dos por uno y le da los cinco mil dólares. El papel de las reservas, pues, es mantener el valor de las fichas, que en el caso de países, es el valor de la moneda local.
En una economía dolarizada, por contraste, solo hay una moneda (en vez de dos) cuyo valor no depende de ninguna reserva mantenida en el país. Si fuera un casino, es como si usted entrara a uno en el que las máquinas reciben dólares directamente. Usted no cambia nada a la entrada ni a la salida. El valor de la moneda local, el dólar, no está definido por el gobierno ni el Banco Central de Ecuador. Se define en términos del euro, la libra o el yen en los mercados internacionales. Ese valor no cambia si Ecuador tiene o no tiene reservas. Los precios en dólares y los contratos en dólares siguen valiendo lo mismo, aquí y en la China, aunque Ecuador no tenga reservas. Las reservas no sirven para mantener el precio de la moneda doméstica, que es el dólar.
Entonces, ¿para qué se necesitan las reservas en una economía dolarizada? Tienen el mismo nombre, reservas, pero juegan un papel completamente diferente y son poseídas por personas diferentes. En una economía dolarizada, como en cualquier economía, los bancos necesitan reservas porque ellos no guardan en cajas el efectivo que el público les deposita, sino que lo dan en préstamos para poder generar ingresos, que permiten pagar intereses en los depósitos, pagar sus gastos y obtener una utilidad. Pero no pueden prestar todo porque alguna gente retira su dinero todos los días. No toda la gente retira todo todos los días, sin embargo. La mayor parte la dejan en los bancos. Éstos necesitan mantener solo una parte de los depósitos en reserva, digamos el 20 por ciento.
Estas reservas se mantienen en la moneda local, sean pesos o dólares, según el caso. En una economía dolarizada están en dólares. Pero las reservas tampoco se guardan en cajas (excepto pequeñas cantidades en las sucursales) sino que se depositan en instrumentos financieros que pagan intereses y que sean fácil de convertirse en efectivo. Esto es esencial porque los depositantes no esperan. Los bancos no pueden retrasar sus pagos. Si alguien quiere su dinero ya, y el efectivo que el banco tiene no alcanza, el banco tiene que ser capaz de convertir sus reservas en efectivo —por ejemplo, si tienen Notas del Tesoro de EE.UU., los venden y recuperan su efectivo para cubrir el retiro. Como estos instrumentos tienen una gran demanda en los mercados internacionales, se dice que son líquidos porque se pueden vender por efectivo en un instante. Estas reservas, pues, no son para defender el valor de la moneda que se usa en Ecuador, sino para que los bancos puedan responder a retiros de depósitos.
¿Y quiénes son entonces los dueños de esas reservas? Los dueños no son el gobierno ni el banco central sino los depositantes. Es dinero de ellos, como también es la mayor parte del dinero que los bancos prestan (el resto es el capital de sus accionistas).
¿Cuál es el efecto entonces de que en Ecuador el gobierno haya forzado a los depositantes (a través de sus bancos) a tener la parte de sus depósitos que son reservas invertidas no en Notas del Tesoro de EE.UU. sino en bonos del Gobierno de Ecuador? Al hacerlo, se aumentaron dos riesgos, uno de solvencia y el otro de liquidez. El riesgo de solvencia se refiere a que Ecuador no pueda pagar sus obligaciones, o por lo menos en la misma moneda (dólares) en las que fueron contraídas. Pagar en nuevos pesos una deuda contratada en dólares es faltar a las obligaciones, peor si la nueva moneda se devalúa con respecto al dólar. El riesgo de liquidez se refiere a que los bancos no puedan vender rápidamente sus tenencias de bonos del Gobierno de Ecuador, al mismo precio al que las compraron, para atender a retiros de los depósitos de los bancos. Realizar estas ventas, por supuesto, son más difíciles si los bancos tienen notas ecuatorianas que si tienen notas de EE.UU. o de Alemania.
Si esto pasa, que la gente haga más retiros que el efectivo que los bancos tienen en sus cajas fuertes, y los bancos no pueden vender rápidamente sus bonos del Gobierno de Ecuador, el gobierno tendría que tomar prestados dólares en el extranjero (del Fondo Monetario Internacional, FMI, por ejemplo), no para salvar su moneda sino para salvar sus bancos. Esto es lo que tuvo que hacer Grecia. Pero esto es lo que tienen que hacer también los bancos centrales de los países que tienen monedas locales porque las crisis financieras en estos países siempre han sido cambiarias. La gente saca el dinero de los bancos para comprar dólares en el mercado oficial, disminuyendo las reservas de dólares del Banco Central (es la salida del casino), o en el mercado negro, evitando que esos dólares entren al Banco Central. Por eso es que, aunque tengan una moneda local que ellos pueden crear, los países no dolarizados que tienen crisis van a Washington a conseguir créditos del FMI para resolverlas.
Por eso es también que una crisis bancaria no se resuelve desdolarizando. Al contrario, si el país se desdolariza, la gente trata de sacar más dinero de los bancos para comprar dólares, con lo que los nuevos pesos se devalúan más, con lo que la gente quiere comprar más dólares, en un circulo vicioso.
Cuando esto pasa, la solución es mantener la dolarización, no salirse del dólar. Esto pasó en Ecuador, en donde los depósitos estaban cayendo como piedra hasta que se dolarizó.
Los bancos en Ecuador no parecen estar en mala situación de solvencia. Como en Grecia, sin embargo, un pánico puede causar un problema porque ningún banco tiene suficientes reservas para cubrir una salida de todos sus depósitos. Grecia aprendió que amenazar con la eliminación del euro causó un pánico que no tenía ninguna razón de ser, obligando al gobierno a pedir mayores créditos para salvar al sistema bancario que no hubiera necesitado salvación si el gobierno no hubiera amenazado con la des-euroización. Ojalá que todos los países dolarizados aprendan esa lección. Grecia no cayó en el precipicio. Otros sí podrían caer.
Este artículo fue publicado originalment en LaRepública.ec (Ecuador) el 6 de agosto de 2015.