Lecciones de la independencia norteamericana

Víctor Pavón dice que "Resulta importante destacar que los cambios en las sociedades tienen su origen en materia de política económica y luego el debate se vuelve más político. Fue así que el famoso Boston Tea Party (1773) se constituyó en una sublevación contra los impuestos y monopolios sobre el té que pronto se extendió a todas las colonias, pese a la represión británica de entonces".

Por Víctor Pavón

El aniversario de la Independencia de los Estados Unidos de América (EE.UU) invita a una reflexión, no solo para comprender los pormenores de aquel 4 de julio de 1776. También y todavía más importante, resulta menester para los países como el Paraguay y de nuestra región mirar la tradición genuinamente liberal en la que se fundamentó esta independencia, una genuina revolución, incluso antes que la Francesa de 1789.

La libertad sirvió y sigue siendo un camino a seguir para el logro de un mayor bienestar, en todos los ámbitos en las que se desarrolla el ser humano. Los EE.UU desde su nacimiento en 1776 tuvo la fortuna de contar con dirigentes que conocían de las ideas de la libertad. Thomas Jefferson, James Madison, George Washington, John Jay, John Adams, Andrew Jackson, Alexander Hamilton, Benjamin Franklin y otros tantos, conocidos como los "Padres Fundadores" estaban imbuídos de la tradición clásica de los pensadores liberales ingleses.

Basaban sus ideas en profundos conceptos que se trasladan al lejano año de 1215 en ocasión de la firma de la Carta Magna, cuyo corolario es terminar con privilegios. De esta manera, si consideramos que las ideas de la libertad del 4 de julio insiste en la preocupación de cada quién se haga cargo de sus propios asuntos sin dañar a otros mediante una vida honesta, ya encontramos una visión diferente de la que no podemos dejar de mencionar.

Ya antes de la Independencia norteamericana, en 1767, el Parlamento inglés que había caído bajo la presión de lo que hoy se llama la democracia ilimitada y de este modo declaró que podía aprobar cualquier ley que estimara conveniente, los colonos norteamericanos se percataron del gran peligro que implica un poder desorbitado, sin control y limitaciones precisas.

El gobierno debe ser de leyes y no de hombres y que tal como decía Madison: "Los poderes de la legislatura deben estar definidos y limitados y para no confundirse u olvidarse, está la Constitución porque al final y al cabo la violencia también puede provenir de un derecho legal atribuido".

Resulta importante destacar que los cambios en las sociedades tienen su origen en materia de política económica y luego el debate se vuelve más político. Fue así que el famoso Boston Tea Party (1773) se constituyó en una sublevación contra los impuestos y monopolios sobre el té que pronto se extendió a todas las colonias, pese a la represión británica de entonces.

El tema central por el cual los colonos se sublevan contra el Rey se encuentra en aquella arbitrariedad del poder por el cual se hizo necesario decir al mundo: "Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados por su Creador de ciertos derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados..."

Hasta hoy día resuena fuerte otro gran lección, de las muchas, de los Padres Fundadores de los EE.UU.: "El Congreso no debe aprobar ley alguna que no sujete sus mandatos a los propios parlamentarios como al resto de la gente".