¡No se olviden de Mises; y desháganse de la Tercera Vía!

Por Michael Chapman

La contribución que hizo F.A. Hayek a la libertad en el siglo XX es incalculable. Esto también es cierto del que alguna vez fue su profesor, Ludwig Von Mises. Este último, en 1920, predijo el colapso de la Unión Soviética por la inexistencia de la propiedad privada y de un mercado que determinara los precios. Esto lo detalló en su libro de eso año, “Socialismo”.

En sus extensos escritos posteriores sobre intervencionismo del gobierno, Mises explicó los fallos inherentes en lo que hoy se ha llamado la Tercera Vía – una idea mortal que ha infectado la política y la economía de Asia, Europa y de los Estados Unidos.

Se dice que la Tercera Vía, o vía media, combina los mejores elementos del capitalismo y del socialismo: una nueva síntesis para la Era de la Información. Algunas personas la llaman “oportunidad económica y justicia social”. El Primer Ministro británico, Tony Blair, en una entrevista para la televisión china describió la Tercera Vía como “una combinación de una economía de mercado dinámica con un fuerte sentido de previsión social, y unidad y propósitos nacionales.” Además, él la llama “la renovada democracia social,” un término usado por muchos líderes políticos en toda la Unión Europea.

En los Estados Unidos la dirigencia demócrata la llama “el tradicionalismo tolerante”. El Presidente Bush utiliza el término “conservadurismo compasivo”. En Taiwán el Presidente Chen la llama una Nueva Vía Media, con una asociación entre el gobierno y los negocios. Mises la denominó intervencionismo: “un método para la transformación del capitalismo en socialismo por una serie de pasos sucesivos.” Socialismo, en este caso, no significa el de tipo marxista donde el Estado lo nacionaliza todo. Significa intervención (y distorsión) gubernamental en el mercado y la sociedad por medio de impuestos y regulaciones.

El problema con esto, tal como Mises lo explicó, es que el capitalismo y el socialismo son irreconciliables. Uno depende del intercambio libre y voluntario; el otro del control burocrático. No se pueden combinar los dos. Si se intenta, lo único que se obtiene es un socialismo creciente. La economía y las vidas de las personas son manipuladas, de una forma o de otra, por el gobierno, lo que lleva a malas decisiones, malas inversiones, fracasos, costos más altos – todos los problemas de las economías planeadas o semi-planeadas. Asia no es la excepción, como lo demuestra la historia reciente.

La crisis económica que sacudió Asia a finales de la década de 1990 fue el resultado de las políticas de la Tercera Vía en la región. Como explica el economista José Piñera, la Tercera Vía se introdujo como el “Modelo asiático”. Este consistía, dice, “en dos terceras vías interrelacionadas: una entre libre mercado y socialismo; y la otra entre democracia basada en el estado de derecho y una dictadura totalitaria”. Esto llevó a la confabulación entre el gobierno, los negocios y los sindicatos.

En la práctica, por ejemplo, los gobiernos de Japón, Indonesia y Corea del Sur intervinieron en sus bancos y afectaron el crédito y las tasas de interés. Los gobiernos protegieron determinados sectores a través de medidas proteccionistas tales como restricciones a la inversión extranjera, y de dirigir favores políticos y financieros a ciertos conglomerados. Los burócratas pensaron que podían planear el crecimiento económico. Japón tenía el MITI (Ministerio de Comercio Exterior e Industria.) Corea tenía ministerios de planeación y los chaebols. Indonesia tenía los burócratas tecnocráticos. “En cada caso,” dice Piñera, “el fundamento de las políticas industriales resultaron una forma conveniente para ocultar inversiones equivocadas gigantescas y, en muchos casos, corrupción descarada”.

La economía japonesa todavía está en recesión. Corea e Indonesia todavía se están recuperando. Infortunadamente, los más destacados economistas de Japón, por ejemplo, siguen proponiendo la Tercera Vía. Takamitsu Sawa, profesor de economía en la Universidad de Kyoto y frecuente columnista en The Japan Times, argumenta que “Japón necesita su propia tercera vía” para “suavizar con equidad la reforma orientada al mercado”—“la reforma de la tercera vía significa crear una sociedad de bienestar equitativa”.

La UE está llena de políticas de la Tercera Vía. Como afirmó el embajador de la UE, Ove Juul Jorgensen, Europa ha mantenido su competitividad mientras “sigue con su compromiso con el bienestar social”. Sin embargo, en opinión de Jorgensen, él no sólo se refiere a ayudar a los pobres. El se refiere a un sinnúmero de reglas y “derechos”, consignados, por ejemplo, en el Tratado de Roma, el de Maastricht, el de Ámsterdam y en muchas otras regulaciones transnacionales sobre los negocios y el mercado. Jorgensen afirma que es posible ser competitivo, en el sentido de libre mercado, mientras se mantiene un Estado de bienestar masivo. Bien, eso no es posible, como lo han demostrado las economías de Alemania, Francia e Inglaterra, por ejemplo.

La privatización y el intercambio voluntario y contractual son claves para tener éxito. Margaret Thatcher puso a rodar el balón en el Reino Unido. John Major retrasó las cosas y Tony Blair ha regresado al campo de la “renovada democracia social”. El desempleo es alto en Francia y Alemania, y sus economías se están derrumbando por las políticas de la Tercera Vía.

En los Estados Unidos, la administración Bush ha presentado el presupuesto federal más grande en la historia de los Estados Unidos –$2.4 millones de millones de dólares—y expandió programas, como Medicare y el de educación pública, en dirección a la Tercera Vía.

Asia (Europa y Estados Unidos) necesitan abandonar la Tercera Vía e introducir más mercados libres. El gobierno debe dejar de intervenir en el mercado. No existe una política a mitad del camino, dijo Mises. “O la demanda de los consumidores al manifestarse en el mercado decide para qué propósitos y cómo deben ser empleados los factores de la producción, o el gobierno se encarga de estos asuntos”.

Traducido por Javier L. Garay Vargas para Cato Institute.