No cortejen a Bin Laden
por Gary Dempsey
Gary Dempsey fue Analista de política extranjera del Cato Institute.
A raíz de los ataques terroristas en Nueva York y Washington, algunos expertos han dicho que el objetivo principal del gobierno de Bush debe ser llevar a Osama bin Laden y sus tenientes a un juicio a la Nuremberg, en lugar de librar una guerra contra ellos; pero ese plan está equivocado.
Por Gary Dempsey
A raíz de los ataques terroristas en Nueva York y Washington, algunos expertos han dicho que el objetivo principal del gobierno de Bush debe ser llevar a Osama bin Laden y sus tenientes a un juicio a la Nuremberg, en lugar de librar una guerra contra ellos; pero ese plan está equivocado.
Uno de los que apoyan la idea de un juicio es el abogado Geoffrey Robertson, especialista internacional en derechos humanos, quien dice que el terrorismo de bin Laden debe tratarse como un crimen internacional y que él debe ser juzgado por sus acciones en una corte internacional similar al tribunal de Nuremberg que juzgó a los nazis por su papel en la Segunda Guerra Mundial. El objetivo americano debe ser, según Robertson, "poner a bin Laden en el banquillo de los acusados". La historia de la justicia de Nuremberg y el futuro del mundo civilizado demandan "que lidiemos con estos sospechosos de manera justa y civilizada".
Sin embargo, la analogía con Nuremberg no puede con un escrutinio cercano. Considere cómo fue que el famoso tribunal cobró existencia; fue luego de derrotar a la Potencia del Eje y de su capitulación incondicional.. Los posibles acusados ya estaban bajo custodia y se contaba con extensa evidencia documental ya que los archivos nazis fueron obtenidos como parte del esfuerzo de la guerra. Una simple revisión de esa historia demuestra que es muy distinta de la situación actual de bin Laden.
Incluso, el tribunal de Nuremberg se llevó a cabo en el centro de Alemania, y su mayor éxito fue exponer a los alemanes los crímenes que se cometieron en su nombre. Los promotores de este acercamiento no dejan claro cómo llevar a cabo un juicio de este tipo en Afganistán sin antes derrocar al régimen actual.
Otra diferencia es que dado que la guerra en Europa ya había terminado, el tribunal de Nuremberg no tuvo que proteger escrupulosamente las fuentes y los métodos de inteligencia como parte de sus funciones. No se puede afirmar esto de bin Laden y al Qaeda, su red terrorista. De hecho, sería desastroso que un tribunal revelara información delicada como la identidad de los informantes o la manera en que EE.UU. conduce las investigaciones y la vigilancia, antes de derrocar a bin Laden y su organización. Los informantes americanos serían ejecutados por los asociados del terrorista y se desincentivaría a nuevos informantes, a la vez de poner en peligro la vigilancia y los métodos investigativos de Norte América.
Aún así, muchos de los que abogan por un tribunal tipo Nuremberg alegan que su propuesta tendría un efecto disuasivo en futuros terroristas. Pero olvidan que los terroristas no prestan atención a los procesos legales. Dieciséis hombres involucrados en los atentados de 1998 y 1993 a las embajadas en África y al World Trade Center fueron condenados, y sin embargo éste fue reducido a escombros. Si de algo, los juicios sirven para motivar a los terroristas potenciales, porque al hacer menos graves las consecuencias de librar luna guerra contra EE.UU., esta posibilidad se hace más grande.
La meta primordial del gobierno estadounidense no debe ser el juicio de bin Laden en una corte internacional, sino derrotarlo a él y a su red. La administración tendría un gran margen de libertad para actuar en esa línea si obtiene el permiso del Congreso para declararle la guerra a bin Laden y a su organización terrorista. De acuerdo con las reglas de guerra, los enemigos que no usan uniformes, esconden sus armas y actúan como saboteadores, son considerados "combatientes ilegales", y como tales no gozan del estatus de prisionero de guerra bajo las Convenciones de Génova; no están protegidos por la ley de guerra y están sujetos a ser ejecutados luego de su detección. Al ser capturados, estos infiltrados no tienen derecho a ser juzgados por una corte civil, marcial o internacional basada el modelo de Nuremberg, sino deben enfrentar comisiones militares organizadas para ese fin.
Hacer del juicio internacional de bin Laden el principal objetivo de la política americana no es lo correcto. Derrotarlo a él y a su red debe ser lo primordial, y si sobrevive esa derrota, entonces habrá que pensar en la posibilidad de juzgarlo.
Traducido por Constantino Díaz-Durán para Cato Institute.