Nación de inmigrantes y capaz de absorber más
En la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson se quejó que el rey Jorge III “se ha empeñado en impedir que se pueblen estos estados, obstruyendo las leyes de nacionalización de extranjeros, impidiendo la promulgación de otras que fomenten la inmigración…” La gente que vive en regiones poco pobladas sabe que una mayor población significaría mayor prosperidad y por ello Estados Unidos nació abriendo las puertas a la inmigración, positiva política que fue mantenida hasta la década de 1920.
La estrategia funcionó. La prosperidad de los norteamericanos sobrepasó en el siglo XIX a la de sus primos europeos, convirtiéndose en el pueblo más próspero del mundo. Según los economistas Cecil Bohanon y T. Norman Van Cott, las fronteras abiertas funcionaron tan bien que los inmigrantes que llegaron en el siglo XIX contrarrestaron el mal causado por el proteccionismo arancelario.
Los actuales enemigos de la inmigración mantienen que era maravilloso haber sido una nación de inmigrantes, pero hace un siglo podíamos absorberlos por tener más tierras y más recursos naturales que hoy. Pero es todo lo contrario: el cambio en nuestra habilidad de absorber inmigrantes es que hoy es mucho mayor que antes. Es ingenuo pensar que el principal atractivo para los inmigrantes eran las tierras desoladas, ya que históricamente los inmigrantes prefieren las ciudades, las cuales han proliferado y tienen hoy mayores recursos.
En 1915, la vivienda típica norteamericana alojaba un promedio de 5,63 personas, mientras que hoy apenas 2,37, además que la vivienda promedio actual es 25% más grande que entonces, por lo cual nuestra habilidad de absorber inmigrantes es más del doble que hace un siglo.
También nos podemos alimentar mejor ahora, a pesar de que las tierras bajo cultivo y para la ganadería no son más extensas hoy que en 1900. Una mejor productividad permite mayor rendimiento.
Y la habilidad de emplear mano de obra se mide según el capital invertido por trabajador y esto ha aumentado nueve veces desde el fin de la Primera Guerra. Debido a que la productividad del trabajador aumenta en la medida que hay más capital invertido y debido a que los sueldos dependen de la productividad, los trabajadores hoy producen y ganan más que cuando había libre inmigración.
También tenemos que tomar en cuenta la flexibilidad del mercado laboral. Nuestra economía, además de absorber millones de inmigrantes en el siglo XIX y a principios del siglo XX, también absorbió con facilidad 46 millones de mujeres que ingresaron al mercado laboral durante la segunda mitad del siglo XX.
Por muchas otras razones, Estados Unidos puede hoy absorber mejor la inmigración que en 1920:
- Tenemos diez veces más carreteras pavimentadas.
- Tenemos más del doble de médicos.
- Tenemos tres veces más maestros.
- Tenemos 540% más policías.
- Tenemos el doble de bomberos.
- Producimos 2,4 veces más petróleo y las reservas han aumentado.
- Producimos 2,67 veces más madera.
- Podemos curar casi todas las enfermedades infecciosas que antes mataban a mucha gente.
Nada de esto causa una excesiva construcción ni la desaparición de los bosques como muchos creen. El espacio reservado para parques y refugios naturales es siete veces mayor hoy que en 1900. Apenas 3% del área nacional (sin contar a la despoblada Alaska) son zonas urbanas y suburbanas, por lo cual todavía tenemos 97% del país para proveer espacio para viviendas, trabajo y recreación a mucha gente adicional.
La realidad es que Estados Unidos es hoy mucho más próspero, más saludable, más rico en recursos naturales y más espacioso que hace un siglo, por lo cual nuestra habilidad de absorber inmigrantes es mayor que nunca.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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