Milton Friedman: Chile y el Premio Nobel
Por Ángel Soto
Milton Friedman ha sido indicado como uno de los economistas más influyentes del siglo XX. Ganador del Premio Nobel en economía en 1976 por sus análisis del consumo, la historia, teoría monetaria y demostrar la complejidad de las políticas de estabilización, se le reconoce por ser uno de los fundadores de la Escuela de Chicago.
A pocos meses de su muerte (noviembre del 2006), su biografía ha sido recientemente publicada en los Estados Unidos: Milton Friedman. A Biography. Su autor, Lanny Ebenstein, un reconocido profesor en la Universidad de California en Santa Bárbara, ya nos había adentrado en la historia de los grandes pensadores de la libertad, cuando en el año 2001 publicó Friedrich Hayek. A Biography.
Hijo de una humilde familia de inmigrantes judíos procedentes del centro de Europa, Milton Friedman nació en 1912 en un barrio de Brooklyn. Su padre murió cuando él apenas tenía 15 años lo que obligó a su familia a hacer un gran esfuerzo para costear los estudios, él mismo contribuyó a financiarlos. Estudió economía en la Universidad de Rutgers (New Jersey) y se doctoró en la Universidad de Columbia en 1946. El mismo año en que se incorporó como profesor a la Universidad de Chicago donde impartió la docencia hasta 1976. Se jubiló como académico un año después.
Casado en 1938 con Rose Director, a quien conoció mientras estudiaba en Chicago y con quien escribió varios de sus trabajos, se dedicó a la estadística y la econometría, siendo calificado como un monetarista que resolvió el problema de la inflación limitando el crecimiento de la oferta monetaria a una tasa constante y moderada. Su obra se centró en dos aspectos fundamentales: la defensa de la libertad y el libre mercado y demostró la ineficacia de la intervención estatal en la economía.
Autor de libros como Capitalismo y Libertad y Libertad de elegir, se destacó por su docencia en distintas universidades —la principal fue Chicago—; su colaboración con el Nacional Bureau of Economic Research, sus asesorías a distintos presidentes y su activa participación pública en la defensa y promoción de sus ideas. Un verdadero ejemplo del rol público de los intelectuales, que sin temor a ser políticamente incorrectos y en contra del populismo fácil, de la planificación central, del estatismo y de las políticas Keynesianas en voga durante gran parte del siglo XX las enfrentó porque estaba convencido que sólo promoviendo la libertad las sociedades pueden desarrollarse. La historia le dio la razón.
Parte importante de ese papel público lo ejerció escribiendo en la revista Newsweek, de la cual fue columnista entre 1966 y 1984; y a través de la exitosa serie de televisión “Free to Choose”, escrita por el mismo y emitida en diez capítulos en 1980 por PBS.
El libro que comentamos tiene 24 capítulos divididos en tres partes. La primera (1912-1946) abarca desde los orígenes de su familia, nacimiento, años de estudio en Chicago y Columbia, matrimonio con su esposa Rose, hasta la Segunda Guerra Mundial y su llegada a la Academia. La segunda (1946-1976), nos lleva por el fascinante mundo del pensamiento, de batalla por las ideas de la libertad, su activa vida académica, presencia en debates y contribuciones al conocimiento. Se mezclan los relatos de la familia con sus estudios sobre la historia monetaria de los Estados Unidos, el origen de la Escuela de Economía de Chicago, su trabajo Capitalismo y Libertad, su participación como intelectual público y el Premio Nobel de economía. El apartado final (1977-2006) se centra en su obra Libertad de elegir, su influencia internacional, especialmente durante los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, su relación con Hayek y su propuesta sobre los vouchers en materia educacional.
El Premio Nobel y los “Chicago boys” chilenos
El capítulo 19, titulado “Nixon y el Premio Nobel” es particularmente interesante porque da cuenta de la relación entre Friedman y los denominados “Chicago boys” chilenos quienes —dice el libro— durante sus años de estudio tuvieron un contacto directo mínimo con él, salvo participar en sus cursos, leer sus escritos o asistir a su Money and Banking Workshop. Muy distinta a la relación de amistad que desarrollaron los economistas chilenos con Arnold Harberger, director del Programa Chicago-Chile, su verdadero “padre adoptivo” e incluso con el profesor Aaron Director, hermano de su esposa Rose.
En marzo de 1975 Friedman y otros miembros de su Facultad, visitaron Chile. El interés por conocer los cambios que comenzaban a ocurrir en este país era muy alto, ya que sus ideas eran puestas en práctica y deseaban ver con sus propios ojos lo que sus estudiantes habían aprendido en las salas de clases en Chicago durante los años 50 y 60. Durante los seis días que duró su visita, realizó un par de conferencias y seminarios, actividades a las que se agrega una reunión de 55 minutos con el general Pinochet junto a otros académicos.
En el libro no hay mayores detalles de esa conversación, pero por otras fuentes sabemos que estuvo centrada en las políticas económicas que debían seguirse (ver recuadro). Sin embargo, en otras reuniones manifestó su inquietud por el estado de la libertad en Chile. Efectivamente, su preocupación era que si bien la prosperidad y el éxito económico serían alcanzados en la medida que se ampliara el terreno de la libertad económica, y le entusiasmaba el avance chileno en ese sentido, comentó que era fundamental que ésta fuera acompañada de transformaciones que le permitieran caminar con el sendero de la libertad política. Una cuestión no menor para el pensamiento liberal, ya que al igual que Hayek, sostuvo que la libertad es una, económica y política, por tanto la apertura de mercado debe ir acompañada de la democracia, de lo contrario es frágil.
Pocos días después de su visita a Chile, Milton Friedman escribió el 21 de abril de 1975 una carta al general Pinochet donde junto con agradecer las atenciones prestadas durante su visita, se permitía hacerle algunas “recomendaciones” sobre el camino que en materia económica debía hacer el país. En parte del texto se dice: “El problema económico fundamental de Chile tiene claramente dos aristas: la inflación y la promoción de una saludable economía social de mercado. Ambos problemas están relacionados: cuánto más efectivamente se fortalezca el sistema de libre mercado, menores serán los costos transicionales de terminar con la inflación. Sin embargo, y pese a estar relacionados, se trata de dos problemas diferentes: el fortalecimiento del libre mercado no culminará con la inflación per se, como tampoco terminar con la inflación derivará automáticamente en un vigoroso e innovador sistema de libre mercado”. A continuación enumera una serie de políticas tendientes a mejorar la economía chilena para acotar: “Un programa de shock tal como este podría eliminar la inflación en cuestión de meses. También fundaría las bases necesarias para lograr la solución de su segundo problema— la promoción de una efectiva economía social de mercado”. Termina diciendo: “Si Chile toma hoy la senda correcta, creo que puede lograr otro milagro económico: despegar hacia un crecimiento económico sostenido que proveerá una ampliamente compartida prosperidad. Pero para aprovechar esta oportunidad, Chile deberá primero superar un muy dificultoso periodo de transición”. Fuente: Cato Institute, http://www.elcato.org/node/2067 |
Sus aprehensiones en ese terreno le hicieron rechazar el ofrecimiento de recibir grados honoríficos de dos universidades chilenas —no se dice cuales—. No porque dudara de su calidad, sino porque estimaba que de aceptar podría ser interpretado como un apoyo político suyo al régimen militar.
Su visita a Chile no pasó desapercibida en el ámbito internacional. Una izquierda organizada desde el comienzo en contra del régimen militar, más algunos medios de comunicación como New York Times destacaron que sus ideas guiaban la acción de la Junta de Gobierno, mientras que el periódico estudiantil Chicago Maroom llamó a crear “un frente unido para protestar en contra del involucramiento de los profesores de la Universidad de Chicago Milton Friedman y Arnold Harberger en las políticas económicas que estaba desarrollando la Junta Militar en Chile”. El frente unido, oficialmente denominado “Comité contra la colaboración de Friedman/Harberger con la Junta Chilena”, llamó a protestar en frente del edificio de la Facultad e imprimió posters que fueron distribuidos por el campus con la leyenda: “Drive Friedman Off Campus through Protest and Exposure”.
En los años siguientes las manifestaciones en su contra se mantuvieron. Una de las más bulladas fueron las que se hicieron con motivo de la obtención del Premio Nobel en 1976. Una vez más el New York Times se involucró publicando dos cartas firmadas por los Premios Nobel George Wald y Linus Pauling quienes escribieron reclamando por la deplorable exhibición de insensibilidad mostrada por el Comité económico del Nobel que había decidido otorgarle ese año el premio a Friedman. Otros como David Baltimore y S.E. Luria escribieron haciendo alusión a la responsabilidad y las consecuencias sociales, cuestionando la decisión del Nobel. Aunque la más notoria de estas manifestaciones en su contra, fue la ocurrida durante la propia ceremonia de entrega del premio en Estocolmo, cuando desde las tribunas una persona se levantó gritando “Down with capitalism, freedom for Chile”. La primera vez en la historia del premio en que la ceremonia era interrumpida. En las afueras, decenas de manifestantes gritaban contra Friedman, el neoliberalismo y Pinochet.
Lo interesante de esta situación es que los cuestionamientos a la obtención del galardón fueron absolutamente políticos. A nivel mundial había un consenso mayoritario en todos los ámbitos sobre sus importantes aportes al conocimiento en el terreno de la ciencia económica. Newsweek, Wall Street Journal y el propio London Financial Times, entre muchos, escribieron alabando la incuestionable influencia de uno de los economistas más importantes de “nuestro tiempo”.
Una interesante consideración a la hora de analizar lo sucedido con la negativa en otros casos a otorgar el Premio Nobel a distintos intelectuales políticamente contrarios al socialismo, como fue el caso del propio Jorge Luis Borges, y más recientemente la resistencia a entregárselo a Mario Vargas Llosa. Demostración del poder que ha ejercido —y ejerce— un sector de la “inteligencia” mundial de izquierda que evidencia su intolerancia y ceguera mental. En donde la consigna es “sólo reconozco al que piensa como yo”.
No se crea que Milton Friedman se quedaba tranquilo ante estas manifestaciones. Por el contrario, su convencimiento respecto a las ideas que defendía y el papel público de los intelectuales, respecto a la responsabilidad que les cabe en su difusión, lo llevaron a hacerles frentes y enrostrarles directa y abiertamente lo que el calificaba como hipocresía y argumentación sin base. Efectivamente, una muestra del inconsecuente comportamiento del socialismo internacional, es lo que escribió respecto de su viaje a China, donde estuvo 12 días, dio una serie de conferencias y se reunió por dos horas en privado con Zhao Ziyang, Secretario del Partido Comunista Chino. Un encuentro a todas luces inconveniente, con un régimen sangriento y reconocidamente totalitario, que lo llevó a pensar que en esas circunstancias, se preparaba —al igual que lo sucedido con el caso chileno— para recibir una avalancha de protestas por haberse dispuesto a aconsejar a una dictadura, y sin embargo no sucedió nada. No hubo manifestaciones ni se publicaron cartas ni artículos en su contra, ¿por qué no?, se preguntaba sin ignorar la respuesta.
En definitiva, un libro apasionante que nos muestra la vida de uno de los pensadores más influyentes del siglo XX y que dedicó su vida a defender públicamente los principios de la sociedad libre. Una lectura que en estos tiempos nos puede hacer meditar sobre el importante papel de las ideas.
Esta reseña fue originalmente publicada en la revista Que Pasa (Chile) el 8 de junio de 2007.