México y la reelección de Trump

Victor H. Becerra explica cómo temas en la agenda bilateral de México-EE.UU. han sido utilizados, y seguirán siendo utilizados, por Donald Trump para obtener réditos electorales.

Por Victor H. Becerra

Con seguridad, la elección presidencial en EE.UU. será uno de los acontecimientos capitales del año, si no es que el principal.

Muchos son los factores que se conjugan en la elección para prever que Donald Trump puede ser el triunfador en este cotejo: el buen estado de la economía estadounidense; su imagen victoriosa tras de haber forzado a China, a Corea y a México a suscribir acuerdos comerciales, en principio mayormente beneficiosos para EE.UU.; la agenda migratoria bajo su control, contando con la complicidad forzada de México y los gobiernos centroamericanos; el ajusticiamiento del general Qassim Soleimani, sin una respuesta iraní mayúscula en contra de intereses estadounidenses, etc.

De no mediar un acontecimiento catastrófico (como una revelación inmanejable en el proceso de impeachment contra Trump, por ejemplo, o un atentado terrorista que se atribuya al nuevo protagonismo de Trump en Medio Oriente), todo apunta a que Donald Trump será reelecto para otros cuatro años en la Casa Blanca, esto en un país propenso tradicionalmente a reelegir a sus presidentes. Desde 1933, apenas tres mandatarios han sido derrotados en sus intentos de reelección: Gerald Ford en 1976, Jimmy Carter en 1980 y George Bush padre en 1992, con gobiernos más bien catastróficos, lo que no puede decirse de Trump, por ahora. Por ello, la mayoría de las encuestas electorales y de popularidad favorecen a Trump e incluso la página de apuestas políticas PredictIt le otorga un 47% de probabilidades de ganar y ser reelecto, seguido por ex-vicepresidente Joe Biden con un 21%.

¿El mundo está preparado para cuatro años más de gobierno de Donald Trump? Como decimos en México: cada quien habla según le va en la feria. En el caso de México, seguramente serán cuatro años insufribles. Más todo el período de la campaña, durante la cual México será un objetivo electoral muy redituable. Trump sólo necesita conservar el segmento del electorado que le aseguró la victoria frente a Hillary Clinton. Ese 25 por ciento de votantes blancos de la clase trabajadora que formó parte de la coalición Obama, pero que dió la espalda a los demócratas en 2016, y para el cual las críticas de Trump contra México, la migración ilegal y el libre comercio fueron miel en el oído.

Al respecto, considérese la reciente detención en territorio estadounidense de Genaro García Luna, alguna vez poderosísimo secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón, por su presunta vinculación con el narcotráfico. Las revelaciones de García Luna en manos de Trump serán una arma electoral poderosísima, que comprobará, o al menos le permitirá argumentar de manera persuasiva, lo que muchos mexicanos ya creemos: México se ha transformado, al menos desde el gobierno de Calderón, en un narco Estado, un Estado zombie cuya función prioritaria viene siendo proteger los negocios de los carteles de la droga y otros negocios ilícitos. En manos de Trump, García Luna será el Soleimani mexicano.

Se ha informado que García Luna desea ser parte del programa de protección de testigos, para lo que tendrá que revelar muchas cosas verificables. La información clasificada que brinde García Luna comprobaría, como en el caso de los grupos terroristas de Irán, que los carteles de la droga y del crimen organizado han sido protegidos desde las más altas esferas del poder político. Dicha protección les ha permitido no sólo sacar adelante y hecho prosperar su negocio, sino que además han inundado de sangre con total impunidad las calles de ambos países, particularmente de México, cual terroristas del Medio Oriente, que es precisamente la clasificación que quiere darles Trump a los carteles mexicanos.

La información revelada por García Luna sin duda que reforzaría la campaña de Trump. Si hace cuatro años Donald Trump triunfó hablando del muro y criminalizando a los migrantes mexicanos, hoy sólo le bastará usar esa nueva información para hablar del narco-Estado que está a las puertas de EE.UU. y, así, galvanizar a su electorado.

Pero los mexicanos no nos ilusionemos: el uso electoral de la información que compruebe la inocultable captura del Estado mexicano por los carteles del crimen organizado, tendrá el único objetivo de volver a poner a Donald Trump en la Oficina Oval de la Casa Blanca. No buscará un alivio a la angustiante situación de violencia e inseguridad pública en México. Pero con suerte, será un llamado a la acción y a la seriedad para el hoy negligente e incapaz gobierno mexicano, siquiera por mera vergüenza.