Más costos ocultos de las alzas del salario mínimo: Un ensayo controlado aleatorio

Sophia Bagley y Ryan Bourne dicen que incluso si no recortan puestos de trabajo, muchas de las formas en que las empresas se ajustan a los salarios mínimos más altos pueden perjudicar a los trabajadores con menos experiencia.

Por Ryan Bourne y Sophia Bagley

Este año comienza con subidas del salario mínimo en 21 estados. Los economistas llevan mucho tiempo documentando que, aunque los aumentos del salario mínimo suelen mejorar los salarios de los que conservan su empleo, no hay almuerzos gratis. Numerosos estudios demuestran que los aumentos del salario mínimo tienden a perjudicar a los trabajadores nuevos y poco cualificados, ya que las empresas responden reduciendo las horas de trabajo o las oportunidades de contratación.

Además, investigaciones más recientes han descubierto que las empresas pueden utilizar otros márgenes de ajuste para hacer frente a los mínimos salariales, además de los despidos o los recortes de horas. Las empresas encuentran formas creativas de suavizar el golpe, desde reducir los beneficios y las prestaciones no salariales en el lugar de trabajo hasta favorecer a los empleados veteranos en detrimento de los novatos. Estos ajustes erosionan la calidad del empleo y a menudo reducen las oportunidades de los mismos trabajadores a los que pretenden ayudar las subidas del salario mínimo.

Cuantificar estos cambios ocultos es una pesadilla. La mayoría de los datos no captan estos cambios sutiles, lo que significa que la bibliografía existente arroja resultados diferentes en función de los grupos estudiados y de cómo se tenga en cuenta la salud del mercado laboral. John Horton, de la Universidad de Nueva York. Su último artículo en la American Economic Review arroja luz sobre las subidas del salario mínimo a través de una metodología innovadora, revelando que los trabajadores de baja productividad podrían verse más afectados por las leyes del salario mínimo de lo que los economistas suelen concluir.

Horton llevó a cabo un experimento de control aleatorio en una gran plataforma laboral en línea en la que las empresas publican ofertas de trabajo para tareas como la introducción de datos, el diseño gráfico o la programación. Los trabajadores pujan por los puestos proponiendo salarios por hora, y las empresas seleccionan a estos trabajadores en función de sus solicitudes.

El experimento asignó unas 160.000 ofertas de empleo por hora a cuatro grupos: un grupo de control sin suelo salarial (un salario mínimo de 0 dólares) y tres grupos de tratamiento con salarios mínimos de 2, 3 o 4 dólares por hora. La asignación aleatoria garantizaba grupos comparables, mientras que el software de la plataforma aplicaba los salarios mínimos sin notificarlo a los participantes, manteniendo así la integridad del ensayo aleatorio. Posteriormente, la plataforma impuso un salario mínimo para todo el mercado, esta vez anunciándolo de antemano. Esta segunda fase permitió a Horton estudiar cómo reaccionan las empresas y los trabajadores cuando se aplica un salario mínimo de manera uniforme, como en el mundo real.

Sus conclusiones fueron sorprendentes:

  1. Los trabajadores contratados vieron aumentar sus salarios.
  2. Los salarios mínimos más altos provocaron menos contrataciones.
  3. Las horas trabajadas disminuyeron, incluso con los aumentos salariales más bajos.
  4. La mayoría de los recortes de horas se debieron a que las empresas cambiaron trabajadores poco productivos por otros más eficientes, acelerando así la realización de las tareas.

En pocas palabras, una mano de obra más cara significa que los empresarios quieren menos. Enfrentados a unos costes salariales por hora más elevados, también se inclinaron por contratar a trabajadores más productivos, lo que supuso casi la mitad de las reducciones de horas. Para muchos trabajadores poco cualificados, un salario mínimo elevado podría significar la expulsión total del mercado laboral. Incluso si el empleo global no disminuye cuando se eleva el salario mínimo, los trabajadores menos cualificados pueden verse muy perjudicados, al verse desplazados por los empleados con más experiencia.

El experimento de Horton destaca porque, a diferencia de los estudios tradicionales, pudo hacer un seguimiento de la productividad de los trabajadores en tiempo real, analizando el impacto distributivo de la política según el nivel de cualificación del trabajador. Su diseño de investigación aleatoria también evita los posibles sesgos que a menudo sesgan la investigación sobre el salario mínimo.

¿Cuál es la clave? Las conclusiones de Horton plantean una cuestión importante: ¿Han subestimado otros investigadores el impacto del aumento de los salarios mínimos en los trabajadores poco cualificados? Si sus resultados se repiten en otros mercados laborales, los estudios que afirman que los salarios mínimos no tienen efectos globales de desempleo podrían estar ocultando una dura realidad: bajo las cifras globales se oculta la sustitución de trabajadores poco cualificados por otros más cualificados.

Es otro recordatorio de que, incluso si no recortan puestos de trabajo, muchas de las formas en que las empresas se ajustan a los salarios mínimos más altos pueden perjudicar a los trabajadores con menos experiencia.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 10 de enero de 2025.