Los posibles indicios del ´nearshoring´en México
Manuel Sánchez González sostiene que México requiere de reformas de fondo que hagan atractivas la inversión física y la innovación, independientemente de los vaivenes políticos del exterior.
La idea en boga del “nearshoring”, entendida como el acercamiento de los procesos productivos a los mercados finales, ha generado una ola de pronósticos favorables para la economía mexicana.
Este optimismo se ha originado en las políticas proteccionistas que Estados Unidos ha aplicado contra China, principalmente desde 2018, orientadas a repatriar inversiones y alentar los negocios con naciones “amigas”, con el supuesto afán de fortalecer su seguridad nacional. Entre otros, la cercanía geográfica con ese país y el T-MEC suelen citarse como factores de “privilegio” de México en la fragmentación geoeconómica.
Sin considerar los posibles costos e ineficiencias de este enfoque de sustitución de importaciones en detrimento de Estados Unidos y del mundo, conviene explorar en qué grado el “nearshoring” ha ocurrido en México.
La medición de este fenómeno enfrenta problemas de identificación. La razón de ello estriba en que el “nearshoring” debería resultar de las decisiones de las empresas de relocalizarse en México, lo cual implicaría cancelar, al menos, parte de sus operaciones o planes de expansión en otras latitudes. Así, en rigor, las inversiones que, con independencia de las actuales políticas industriales de Estados Unidos, de cualquier manera se hubieran realizado en México no serían parte del proceso. En esta condición caería el proyecto anunciado del fabricante Tesla en Nuevo León.
Una manera burda de obviar las dificultades de tipificación, consiste en atribuir al “nearshoring” la totalidad de cualquier cambio notable de tendencia en las variables económicas involucradas. Un examen somero de la información reciente sugiere que existen escasos indicios de ese fenómeno en nuestro país.
Específicamente, durante 2023, se observó un repunte de la construcción en México, que alcanzó 15,6 por ciento, más de cinco veces el ritmo del año previo. De lado de la demanda agregada, éste se manifestó, junto con la mayor adquisición de maquinaria y equipo, en una recuperación de la inversión física, la cual contrastó con la debilidad registrada por este indicador durante muchos años.
Sin embargo, la información disponible revela que la construcción privada aumentó a un menor ritmo que la pública. Los indicadores de empresas constructoras confirman que la producción se concentró en las obras “mascota” del gobierno, mientras que el principal destino de la privada fue “edificios industriales, comerciales y de servicios”.
En esta última categoría puede incluirse la edificación de naves industriales y bodegas que, según el Reporte sobre las Economías Regionales del Banxico al tercer trimestre de 2023, se ubicó primordialmente en las regiones norte y centro norte del país. Según los directivos empresariales consultados para este Reporte, gran parte del apogeo inmobiliario en esas zonas reflejó una anticipación del proceso del “nearshoring”.
Aparte del vigor de la construcción, ningún otro indicador económico parece atestiguar, con claridad, la presencia del “nearshoring”. Primero, durante 2023, la producción manufacturera, la cual presumiblemente se vería favorecida por la relocalización, creció sólo 0.9 por ciento, 5.4 puntos porcentuales menos que en 2022. Esta atonía fue resultado, en gran medida, del debilitamiento manufacturero observado en Estados Unidos.
Segundo, asociado con lo anterior, en 2023, el valor en dólares de las exportaciones no petroleras aumentó 3.9 por ciento, 11.8 puntos porcentuales menos que en 2022. Además, si bien durante 2023, México se convirtió en el principal proveedor de mercancías importadas por Estados Unidos, ello sucedió fundamentalmente por el desplome de la participación de mercado de China y en un contexto de declive de las importaciones totales estadounidenses desde 2022.
Tercero, el personal ocupado en los establecimientos dentro del Programa de la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación, donde se ubicaría el “nearshoring”, mostró una tendencia de contracción durante la segunda mitad de 2023. Al parecer, las empresas de estos sectores no esperan un auge de la demanda externa.
Cuarto, la inversión extranjera directa (IED), registrada en la balanza de pagos de 2023, ascendió a 30,003 millones de dólares, 9,101 millones menos que el año anterior. Por otra parte, a diferencia de 2022, la mayor parte de la IED correspondió a reinversión de utilidades, por lo que, aunque haya contribuido a la construcción de espacios por el “nearshoring”, ésta no significó “entradas de dinero”.
El desarrollo económico de México no puede depender de la buena suerte derivada del “nearshoring”. El país requiere de reformas de fondo que hagan atractivas la inversión física y la innovación, independientemente de los vaivenes políticos del exterior.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 28 de febrero de 2024.