Los pobres, mascotas de la izquierda
Hana Fischer dice que para la izquierda uruguaya los pobres han resultado ser una mascota o símbolo, en nombre de cuyo bienestar se crearon esquemas para que múltiples políticos y ONGs se beneficien del erario público.
Por Hana Fischer
Thomas Sowell es uno de los pensadores más lúcidos y valientes de la actualidad. No le interesa ser “políticamente correcto”. Por tanto, expresa verdades que son como proyectiles dirigidos al corazón de las hipocresías. Sus razonamientos desnudan falsedades con una lógica impecable y están basados en la evidencia empírica. Ergo, son difíciles de rebatir.
En el 2008 escribió una columna cuyos conceptos valen la pena refrescar debido a su perenne vigencia. Sostiene que, para la gente de izquierda, “los negros son trofeos o mascotas, y por tanto deben exhibirse. En ningún lugar es esto más cierto que en la política”. De ahí las manifestaciones multitudinarias de “denuncias”, muchas veces hasta ridículas (por ejemplo, sacar de cartelera a la joya cinematográfica “Lo que el viento se llevó”). Sowell observa que “el problema de ser una mascota es que te conviertes en el símbolo de la virtud o la importancia ajenas” y a continuación recalca, que “el bienestar real de un símbolo no le importa a nadie”.
Toca un asunto espinoso para los practicantes de la “corrección política” que suele pasar desapercibido: bajo el eslogan se oculta un gran narcisismo y la búsqueda de réditos políticos o comerciales. No es el “tú” el centro del discurso, sino el “yo”.
Sowell expone un ejemplo de lo anteriormente dicho: “Acudir impulsivamente en defensa de criminales negros es una práctica común entre los progresistas que necesitan de mascotas negras. La mayor parte de los delitos cometidos por negros tienen por víctimas a personas de su misma raza. Pero, una vez más, el bienestar real de un símbolo no le importa a nadie”.
Culmina con una indignada acusación: “Utilizar a seres humanos como mascotas no es idealismo sino autobombo, algo tan desagradable en sí mismo como en sus consecuencias”.
Otras de las “mascotas” preferidas de la izquierda son los pobres. Simbolizan “lo buenos” que son los políticos de esa orientación. Se los “utiliza” como “boletos” para ganar elecciones y aprobar abultados presupuestos para “beneficiarlos”. Sin embargo, la experiencia demuestra que son tan solo una excusa y que una gran porción de esos desembolsos va a parar a otros “bolsillos” y no necesariamente en el de los más necesitados.
Como muestra veamos la realidad en ese campo tras 15 años de gobiernos de izquierda, bajo las presidencias de Tabaré Vázquez y José “Pepe” Mujica respectivamente.
Las nuevas autoridades de Uruguay se toparon con hechos que, en el mejor de los casos, delatan desidia y mala administración y en el peor, actos delictivos (algo que dilucirá la Justicia). Algunas denuncias ya están en la órbita penal.
Por ejemplo, al ministro de Educación —Pablo da Silveira— le llamó poderosamente la atención una situación que requiere ser investigada con rigurosidad: en plena crisis sanitaria, tan solo 60.000 familias se anotaron para recibir viandas de alimentos de la Administración Nación de Educación Pública (ANEP). Lo llamativo es que mientras gobernó la izquierda, distribuía diariamente alrededor de 255.000 porciones de comida, con un presupuesto que supera los 50 millones de dólares anuales, que equivale al 63% de los ingresos del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).
Da Silveira exclamó: “¡Sesenta mil, en plena crisis, con caída del empleo y del ingreso de las familias!”. Por consiguiente, cuestionó el gasto “formidable” en alimentación escolar y planteó repartirlo de “mejor manera” para que llegue solo a quien lo “necesite”.
Sus dichos hicieron reaccionar “indignado” a un exjerarca izquierdista, que salió en “defensa” sus “mascotas” utilizando este sofisma: ¡El ministro quiere “ahorrar” en alimentación escolar!
Por otra parte, Isaac Alfie —director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto— señaló con el dedo al Ministerio de Desarrollo Social (Mides), paradigma de las políticas públicas dirigidas a los pobres de los gobiernos izquierdistas. Afirmó que de las cifras millonarias en dólares que ha manejado ese organismo, menos del 25% llegaba a los destinatarios de las políticas sociales. Enfatizó que “Capaz que uno gasta menos y llega más. El volumen del gasto no dice nada; lo que dice es cuando usted pasa la zaranda y cae. Es la única verdad” en cuanto a la eficiencia de las políticas.
Precisamente, el Mides es la “radiografía” más precisa de la forma real —no la de los discursos— en que las autoridades izquierdistas uruguayas se preocuparon por los más necesitados y de lo bien que administraron los recursos públicos y las donaciones privadas.
Un dato elocuente es que las autoridades anteriores durante los tres últimos años, no dejaron entrar a la Auditoría Interna de la Nación a revisar sus números; era el ministerio más observado por el Tribual de Cuentas; no permitieron la investigación parlamentaria (mediante la mayoría absoluta de la que gozaba el Frente Amplio) y ni siquiera contestaban los pedidos de informes de los parlamentarios. En pocas palabras, había un bloqueo a la información muy grande.
El ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol, se refirió a las auditorías que lleva adelante su cartera y el presunto desvío de fondos para alquiler por parte de oenegés con convenios con el Mides. Manifestó que “si en el contrato dice que esos 70.000 pesos que te di es para que pagues el alquiler y no lo pagás, más que subsidio es una apropiación indebida”.
“Da la impresión de que era casi un esquema armado. Los propietarios no reclamaban, y después iban contra el Ministerio de Vivienda y cobraban. El ministerio, al no controlar, no sabía que ese pago no se estaba volcando al pago del alquiler. Cuando ves que son 15 llama la atención; no es un caso aislado de una denuncia penal. Son 15 ONGs que aquello que les pagaste expresamente para el alquiler del local se lo están quedando o no se sabe qué están haciendo”.
Bartol recalcó que hay que “Ver dónde está ese dinero, qué hicieron. Hay que ver los contratos y tienen que haber auditorías sobre esas ONGs. Qué es lo que hacen con el dinero, a dónde va a parar. Eso nos preocupa. Eso no son subsidios, son apropiación indebida. La justicia verá si hay mérito o si no hay mérito”.
Además, la brutal desidia parece ser la tónica general que prevalecía en el Mides bajo la batuta de los izquierdistas. El director general de ese organismo, Nicolás Martinelli, se ha topado con situaciones increíbles, cuya responsabilidad corresponde a las exautoridades; paradójicamente, las mismas que se jactaban de tener el “monopolio” de la sensibilidad social.
Por ejemplo, halló un container con valioso material médico abandonado en el puerto. Asimismo, al recorrer los depósitos que el Mides tiene en el país, se encontró con los escenarios más insólitos: dos minibuses y tres autos en estado ruinoso; sábanas, acolchados, zapatos, sandalias para mujer, jeans, camperas de buena calidad y dos bolsas enormes para hacer puré de papas. Pero lo que más abunda son distintos tipos de sillas de ruedas. Algunas están rotas y amontonadas en un rincón; otras, cubiertas de hongos por la humedad; hay varias que aún están en sus cajas de cartón y con un precinto.
También, miles de pañales para bebés y adultos embalados y llenos de polvo, 528 desodorantes en barra, 493 unidades de 100 mililitros de piojicida, 119 bidones de hipoclorito de sodio, 66 bidones de jabón líquido de ropa y 180 bidones de shampoo, entre otros. Muchos de esos productos hacía tiempo que estaban vencidos.
Cuantiosos objetos donados para los pobres por el sector privado eran desperdiciados, como prueba una carta de noviembre de 2018 de la empresa Rolincar S.A., encontrada en uno de los depósitos junto con los objetos entregados por un valor de 79.812 de dólares que habían quedado allí “olvidados”.
Lo expuesto muestra que los pobres para las autoridades izquierdistas uruguayas fueron primordialmente una “mascota, utilizada para el autobombo”.
Este artículo fue publicado originalmente en el Panam Post (EE.UU.) el 14 de junio de 2020.