Los pagos de intereses y la deuda pública
Manuel Hinds señala que conforme los pagos de intereses por la deuda estatal han ido subiendo, la inversión del sector público no financiero ha ido disminuyendo.
Por Manuel Hinds
La gráfica adjunta compara dos series de datos que deberían de ser motivos de seria preocupación: los pagos de intereses y la inversión bruta del sector público no financiero (SPNF, el gobierno central más las instituciones autónomas). Mientras que la inversión bruta ha disminuido como porcentaje de los ingresos totales del sector desde la última década del siglo pasado, los pagos de intereses han ido subiendo. Estas tendencias, que comenzaron a partir del nuevo siglo, se han acentuado en los últimos dos gobiernos. La inversión estatal cayó sustancialmente desde 2000 y los pagos de intereses desde 2017, de tal forma que ahora, y desde 2017, la inversión es menor que los intereses. En 2022, la inversión fue la mitad de los intereses. Este es el camino de la miseria.
Esta tendencia al aumento de los gastos por intereses del estado se va a acentuar en el futuro por tres razones. Primero, porque el gobierno sigue aumentando sus gastos por encima de sus ingresos, lo que lo fuerza a tomar más dinero prestado y por tanto a pagar más intereses. Segundo, los intereses están aumentando en los mercados internacionales. Tercero, los intereses para El Salvador van a aumentar más que para el resto porque mientras más se endeuda el país, menos financistas están dispuestos a prestarle a El Salvador, y los que todavía estarían dispuestos a hacerlo lo harían a tasas de interés prohibitivas.
Como ya lo comenté la semana pasada, el país ya está siendo considerado como uno de los veintidós que se sospecha pueden fallar en sus pagos.
Así, El Salvador se está metiendo cada vez más en un círculo vicioso en el que el gobierno va teniendo que reducir gastos e inversiones para poder seguir funcionando. Esto ya está pasando, y de la manera más dolorosa para el pueblo. En el año corriente el gobierno acaba de recortar $108 millones de fondos destinados a varias instituciones, incluyendo casi $70 millones a Educación y Salud, para cubrir otras obligaciones, lo cual sugiere que se usará para el pago de las crecientes deudas del gobierno, de las cuales, por supuesto, no puede saberse en qué las ha gastado. Esto debe sumarse a los miles de millones que les expropiaron a los que ahorran para sus pensiones, muchos de los cuales se sintieron felices del mal ajeno porque han creído que esos dineros se los quitaron a las Administradoras de Fondos de Pensiones sin darse cuenta de que se los han expropiado a ellos. También debe de sumarse a la reducción de las reservas de los bancos y la mora en la que está cayendo con los proveedores del gobierno, en su mayoría pequeñas empresas que no tienen capital para aguantar que no les paguen. De estas y otras maneras el país se está empobreciendo.
Por supuesto, este problema se origina en un apetito irreprimible por realizar gastos que nadie sabe en qué se hacen, y que no dejan huella porque ninguno de los grandes proyectos que con los que la población se ha emocionado se ha realizado o siquiera se ha iniciado.
Así, el país ni siquiera sabe por qué o para quién se está empobreciendo. Ni siquiera parece querer darse cuenta de que se está empobreciendo. La gente cree que la economía va muy bien, por lo que el gobierno les dice. Pero, sabiendo que a ellos les va mal, creen que solo a ellos les pasa. Y sueñan con las maravillas que vendrán con todas las promesas y se enorgullecen con Miss Universo, que para muchos es una prueba del gran desarrollo y la influencia que está alcanzando el país en los estratos más altos del poder mundial. Están como dormidos.
Como escribió Konrad Heiden en su biografía de Adolfo Hitler, la única escrita por alguien que conoció al tirano en vida: “La gente se duerme y un adivino les dice lo que están soñando”.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 19 de octubre de 2023.