Los niños conservadores crueles
Marcos Falcone considera que los liberales clásicos harían bien en contrarrestar la nueva tendencia de la izquierda insistiendo en que son las políticas de quienes denuncian la "crueldad" las que causan la injusticia y el caos económico mediante privilegios, impuestos, regulaciones y un gasto imparable.

Por Marcos Falcone
Está surgiendo una nueva tendencia en los círculos de izquierda de América: denunciar a los rivales por "crueles". En Estados Unidos, la revista New York Magazine (NYMag) publicó recientemente una portada titulada "La mesa de los niños crueles", en la que aparecía una foto de conservadores de fiesta que aparentemente habrían sido, según el mensaje implícito, matones en el instituto. No importaba que la foto hubiera sido alterada para eliminar a los no blancos y hacerla así parecer racista, la implicación era clara: no alinearse con la izquierda equivalía a ser "cruel".
Curiosamente, el mismo fenómeno se viene produciendo desde hace unos años en Argentina. Varios escritores, comentaristas políticos y políticos han calificado al Presidente Javier Milei de "cruel" e incluso de "villano". De nuevo, la implicación es que Milei encarna la crueldad y, por tanto, es un peligro para la sociedad argentina, porque ha venido a destruirla.
Denunciar la "crueldad" se ha convertido en la nueva forma en que las élites de izquierda exhiben su superioridad moral. Pero, ¿por qué? ¿Qué tiene exactamente de cruel un partido? ¿Por qué un político con el que no se está de acuerdo es un villano? Sorprendentemente, la revista argentina de izquierdas Anfibia anunció recientemente que su financiación estaba a punto de agotarse debido al fin de la cooperación con USAID. Somos un refugio contra la crueldad", decían. Entonces, ¿cómo se atreve Trump a cortarles la financiación?
El problema con la superioridad moral por parte de la izquierda es que el historial de los denunciantes de la crueldad suele ser terrible. Esto es una consecuencia directa de las políticas que apoya la izquierda, que incluyen un mayor gasto público, impuestos más altos y una mayor regulación: Todas ellas reducen el crecimiento, ahuyentan a los inversores y provocan inflación. En algunos casos, se trata de problemas cuyas causas profundas la izquierda no comprende, pero en otros, parecen ser producto del diseño humano (muchos de izquierda promueven el decrecimiento, después de todo). Una economía peor se traduce en una peor calidad de vida para la mayoría de la gente. ¿Cómo puede no ser cruel?
Además de los recortes del gasto público, la izquierda suele centrarse en los despidos en el sector público cuando describe la supuesta crueldad de sus oponentes. Sin embargo, en general son las políticas de izquierda las que inflan artificialmente el estado y conceden privilegios a quienes forman parte de él, cuyo costo recae en los contribuyentes. Eso es, desde una perspectiva liberal clásica, injusto y cruel. Que una minoría que vive de los demás sea menos visible que un despido no significa que lo primero sea menos real.
Sin duda, la derecha también adopta a veces políticas que empobrecen a todo el mundo, y el último impulso al proteccionismo en Estados Unidos es un buen ejemplo de ello. Pero los recientes esfuerzos por desregular, por el contrario, sí tienen una clara raíz liberal clásica, razón por la cual la administración Trump ha seguido los pasos de Milei al crear un departamento (DOGE) cuyo único propósito es desregular la economía y liberar el potencial del sector privado. Los liberales clásicos, por tanto, deben negar que exista crueldad alguna en tratar de impedir que el Gobierno interfiera en las libertades económicas básicas. Por el contrario, deben cuestionar la supuesta superioridad moral de la izquierda.
En definitiva, los liberales clásicos harían bien en contrarrestar la nueva tendencia de la izquierda insistiendo en que son las políticas de quienes denuncian la "crueldad" las que causan la injusticia y el caos económico mediante privilegios, impuestos, regulaciones y un gasto imparable. Intentar arreglarlas no puede ser cruel.
Este artículo fue publicado originalmente en Econlib (Estados Unidos) el 14 de marzo de 2025.