Los desastres naturales cobran menos vidas gracias al progreso humano

Joakim Book describe cómo y por qué las perdidas de vidas humanas causadas por los desastres naturales han continuado cayendo alrededor del mundo.

Por Joakim Book

Los desastres naturales y su terrible impacto en las sociedades humanas han vuelto a su punto de partida.

En el pasado, la comunicación lenta y la incapacidad técnica de monitorear el clima extremo significó que rara vez escuchábamos acerca de los desastres en tierras lejanas. Luego vinieron los noticieros en la televisión, abrumándonos con estremecedores reportajes acerca de los desastres naturales provocando un daño inconcebible en el mundo en vías de desarrollo.

Ahora, conforme los pobres se han enriquecido y el esparcimiento de tecnología asequible ha permitido que los sistemas de advertencia y las medidas de protección sean establecidos, ya no escuchamos de desastres que matan a cientos de miles de personas —simplemente porque esa destrucción horrorosa rara vez sucede. 

Considere Amphan, el super ciclón que azotó Bangladesh y el Noreste de la India en mayo del año pasado. Aunque fue uno de los ciclones más fuertes alguna vez registrados y sus daños hicieron de este la tormenta más costoso que alguna vez haya azotado la región, usted probablemente no ha escuchado acerca de este. ¿Por qué? Porque mató un total de…128 personas. La cifra ideal es cero muertes, pero todavía es un logro notable para la humanidad que el número de vidas perdidas haya sido tan bajo.

Considere lo que la cifra podría haber sido. El año pasado, también marcamos el aniversario No. 50 del Ciclón Bhola. En noviembre de 1970, lo que según todas las medidas fue un ciclón físicamente más débil que el Amphan, el Bhola mató a más de 300 personas solo en Bangladesh. Debido al progreso humano, ya no vemos cifras de muertes así de altas.

Un boletín de la Organización Mundial de Salud enumera algunos de los múltiples factores que contribuyeron al declive en las muertes por clima extremo, lo cual “ha sido logrado modernizando los sistemas de alerta temprana, desarrollando planes de refugio y evacuación, construyendo diques en las costas, manteniendo y mejorando la cobertura de los bosques costeros y creando conciencia a nivel comunitario”.

La proyección precisa del riesgo climático y por inundación en mayo de 2020 permitió que el pueblo de Bangladesh —tanto dentro como fuera del gobierno— se prepare. Un total de tres días antes del impacto, las oficinas meteorológicas emitieron advertencias claras y amplias en cada plataforma que tenían disponible. Esas advertencias permitieron que millones d personas se retiren del camino del daño, muevan botes y equipos hacia adentro en los ríos para tener una seguridad relativa, se abastezcan de necesidades, y preparen el envío de asistencia humanitaria proveniente del extranjero. 

Ninguna de estas mejoras pueden suceder sin dinero, gobiernos estables y responsables, y avances en tecnología que protejan y adviertan de tormentas que se acercan. Desde 2015, el buró de estadísticas de Bangladesh reportó que cerca de dos tercios de los hogares recibieron alertas tempranas de ciclones e inundaciones próximas, y que entre 75 y 90 por ciento de los hogares estaban preparados para los desastres más perjudiciales. La impresionante caída en las muertes de bangladesíes producto de desastres naturales durante la última mitad de siglo muestra cómo la tecnología y la adaptación humana pueden lidiar con la naturaleza rebelde. Pero esta maravilla bangladesí no es única. Las muertes relacionadas con los desastres naturales están cayendo en otros países e incluso a nivel global. En la publicación científica Global Environmental Change, Giuseppe Formetta y Luc Feyen investigaron los daños y muertes causadas por desastres naturales en países de ingresos bajos y medios. Encontraron que a través de distintas regiones geográficas y para todas las principales categorías de desastres naturales, las fatalidades en los países más pobres han caído de manera dramática y están casi igual que en los países ricos.

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Fuente: Giuseppe Formetta y Luc Feyen

La conclusión de los autores va en contra de los que muchos de los titulares acerca del clima nos llevarían a creer:

“Entre 1980-1989 y 2007-2016, el promedio móvil para 10 años  de la tasa de mortalidad, promediada para todos los peligros, radios y ambos grupos de ingresos, se ha reducido por un factor de más de 6, mientras que la tasa de pérdida económica cayó por un factor de casi cinco. […] la vulnerabilidad converge entre los países de ingreso más bajo y más alto debido a la mayor reducción de la vulnerabilidad en los países menos desarrollados”. 

Las libertades económicas y políticas y los avances tecnológicos juegan papeles importantes y muchas veces ignorados en el progreso humano. Considere el vecino de Bangladesh, Myanmar, que es uno de los países menos libres en el planeta. El país comparte muchas de las mismas vulnerabilidades geográficas que Bangladesh y el noreste de la India pero sufre mucho más. Por ejemplo, en 2008, el Ciclón Nargis mató a aproximadamente 150.000 personas en Myanmar, mientras que un ciclón de magnitud similar azotó al mejor preparado Bangladesh un año antes, causando “solo” alrededor de 4.200 muertes

El profesor de la Universidad de Tufts Gregory Gottlieb, un otrora trabajador de asistencia humanitaria en Myanmar, escribe que “no solo el país carecía de una red de radares climáticos que podrían predecir ciclones, también carecía de un sistema de alerta temprana, refugios de tormentas o planes de evacuación”. En otras palabras, la libertad, los ingresos más altos, la preparación, y los avances tecnológicos importan. 

Hay una lección aquí que es relevante para las conversaciones sobre el cambio climático que muchas veces dominan el ciclo de las noticias: no importa cuánto efecto un cambio del clima tenga sobre los desastres naturales, está en manos de los humanos prepararse, protegerse, y adaptarse al terrible poder de la naturaleza. La diferencia entre una catástrofe con cientos de miles de muertos y una donde simplemente hay una limpieza costosa no es de un grado dos en la temperatura global promedio. En cambio, la diferencia la marcan la pobreza y los gobiernos sobornables que no se preocupan acerca del bienestar de la población. 

Mientras que no podemos controlar la naturaleza, si podemos atender nuestras vulnerabilidades. De hecho, eso es lo que muchos países han hecho ya, razón por la cual el número de personas que mueren por desastres naturales continúa cayendo. Conforme los pobres se enriquecen y se vuelven más libres, la tendencia solo se fortalecerá. Algún día, quizás, los ciclones del Golfo de Bengala no matarán a una sola persona.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 18 de marzo de 2021.