Los cárteles agrícolas

Gabriella Beaumont-Smith explica como las ordenes de mercadeo restringen de manera implícita la oferta de productos agrícolas, perjudicando a los consumidores y reduciendo la competencia en el mercado.

Por Gabriella Beaumont-Smith

En julio de 2021 el Presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva (EO) ordenándole a múltiples agencias federales tomar acción para inyectarle más competencia al mercado. La EO expande regulaciones en múltiples sectores, incluyendo el agro. Aún así ignora en gran medida cómo las acciones vigentes del Estado impiden la competencia a través de numerosas industrias agrícolas, en desmedro de los consumidores estadounidenses. 

Una barrera así es la orden de mercadeo —una regulación doméstica que permite que los agricultores de frutas, nueces y vegetales controlen cómo es vendido su producto en EE.UU. La actual orden de mercadeo sobre las cebollas del Sur de Texas está ahora siendo revisada, y por lo tanto provee un buen ejemplo de precisamente cómo funciona esta regulación anti-competitiva en la práctica.

Bajo la Ley de Mercadeo Agrícola de 1937, el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) puede establecer una orden de mercadeo para un producto específico y darle poder a los agricultores domésticos y despachadores para que administren la orden vía un comité que fija los requisito del producto para su venta en el mercado de productos frescos de EE.UU. Los comités que implementan las ordenes de mercadeo son esencialmente cárteles que reciben su poder del Estado y pueden coludir para restringir las ofertas de esta manera gozando de precios más altos. Mientras que las ordenes de mercadeo ya no restringen de manera explícita las cantidades, los requisitos fijados en la mayoría de las ordenes si lo hacen de manera implícita porque los agricultores no pueden vender cierto ítem agrícola en EE.UU. si este no aprueba la inspección y satisface los requisitos relevantes de la orden. La ley incentiva de esta manera que los agricultores en estos comités confabulen para escribir las normas de manera obtusa, con criterios que permiten sus cultivos pero que resulta que prohíben ítems similares producidos por agricultores rivales en otros estados y países.

Por ejemplo, la orden de mercadeo de California sobre las uvas restringe cuántas uvas pueden caerse del gajo (conocido como “shatter”) antes de que puedan ser vendidas. Las uvas de California suelen ser menos dulces causando menos “shatter”. Mientras que los agricultores en México producen variedades más dulces de uvas, incluyendo la variedad popular “Cotton Candy”. Los exportadores mexicanos tienen dificultad de ingresar al mercado estadounidense porque el contenido más alto de azúcar en estas uvas hace que más de ellas se caigan del gajo. Como resultado de esto, esos gajos que han perdido demasiadas uvas no pasan la inspección y no pueden ser vendidas a los estadounidenses. Simplemente controlando cuántas uvas deben estar adjuntas a los tallos, los agricultores de uvas en California se protegieron de la competencia y evitaron que los consumidores estadounidenses no solo paguen precios más bajos sino que disfruten de “Cotton Candy” y otras uvas más dulces.

El libre comercio le ha dado a los estadounidenses productos agrícolas frescos todo el año —productos que antes solo estaban disponibles por temporadas antes de que las barreras comerciales estadounidenses fuesen disminuidas. Como resultado de esto, los estadounidenses se benefician de más opciones, una mejor dieta y precios competitivos. Eliminar las ordenes de mercadeo de tal manera que la competencia y el comercio puedan florecer podría ver sus tiendas llenas no solo de uvas cotton candy sino también de alimentos que ni siquiera podemos imaginarnos (¡tal vez una variedad innovadora de cebollas que no hagan llorar cuando uno las corta!).

Esto nos lleva de vuelta a la orden de mercadeo sobre las cebollas del Sur de Texas (Orden de Mercadeo 959).

El comité relevante para esta orden escribió reglas acerca del tamaño, grado, calidad y madurez de las cebollas. Como resultado de esto, se le requirió a las cebollas del Sur de Texas y las cebollas importadas pasar por una onerosa inspección estatal antes de que pudiesen ser vendidas en EE.UU. Al igual que con las uvas, estas restricciones limitaron la oferta de cebollas y probablemente elevaron los precios en EE.UU. Afortunadamente, la USDA realiza un referéndum cada seis años para reconsiderar la eficacia de la orden de mercadeo, y el referéndum más reciente mostró que solo 57 por ciento de los productores respaldaban la continuación de la orden —muy detrás de los dos tercios requeridos para que esta continúe. Desafortunadamente, la USDA todavía no ha terminado la orden de mercadeo, aún cuando la agencia anunció en marzo una suspensión parcial de la orden y luego expresó su creencia de que “la terminación de este programa sería adecuada”. En cambio, la USDA en noviembre tomó la inusual medida de reabrir su revisión de la orden y dar un paso atrás respecto de su terminación. La orden por lo tanto sigue vigente —no solo manteniendo un cartel habilitado por el estado y aislando a los productores regionales de la competencia, sino también ignorando el debido proceso y fijando un mal precedente para otras ordenes de mercadeo. 

Las ordenes de mercadeo proteccionistas están basadas en cuestiones superficiales que desperdician recursos, reducen la variedad de productos en el mercado y distorsionan los precios. Tal vez la próxima EO del Presidente Biden pueda tener como objetivo derogar la ley atroz que las autoriza, así como también otras leyes y regulaciones que perjudican a los consumidores estadounidenses socavando la competencia de libre mercado. Mientras tanto, lo mínimo que podría hacer la USDA es terminar la orden de mercadeo de las cebollas del Sur de Texas —respaldando no solo a los consumidores estadounidenses, sino también el Estado de Derecho.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 21 de diciembre de 2022.