Lo que se y lo que no se ve

Andrea Rondón y Gerardo Caprav señalan que debido a laescasez de bienes y servicios, los venezolanos pasan mucho tiempo tratando de satisfacer necesidades básicas en lugar de dedicarlo a desarrollar su proyecto de vida.

Por Andrea Rondón García y Gerardo Caprav

Venezuela:
"…también vas a la miseria programada, a la ruina como industria, a la consigna que es estafa y profesión".
Lena Yau, poeta venezolana

En Venezuela se compra la lata de gaseosa (refresco de 355 ml) a 1.000 bolívares, lo que sería poco más de un dólar. Es importante tomar en cuenta que hace apenas unos días estaba a la mitad de este precio y que el salario mínimo en Venezuela es aproximadamente 23 dólares de EE.UU. (sin utilizar la tasa oficial).

Como perdimos las referencias de lo que es caro o no en Venezuela, al preguntarle a una persona que vive en otro país si es caro o no inevitablemente tenemos que recordar el famoso escrito de Frédéric Bastiat Lo que se ve y no se ve.

En realidad el producto está depreciado porque se necesita más moneda para comprar lo mismo por la escasez de la oferta o ante una eventual escasez de ella, lo cual es muy probable considerando las circunstancias actuales de Venezuela.

Quienes venden el refresco necesitan subir nominalmente el valor de lo que venden al no saber a qué precio se podrá proveer la próxima vez que necesiten reabastecer o al no saber si incluso podrán hacerlo nuevamente.

Para el vendedor es necesario reasegurarse de tener productos como única manera de tener un capital frente al intervencionismo y no poder calcular los costos con absoluta certeza.

Esto último son los efectos que no se ven al tomar una serie de medidas económicas contrarias a la propiedad privada y a la libertad económica: el control de cambio, establecido en 2003; el control de precios establecido a ciertos productos en el 2003 y de forma generalizada en el 2010; las expropiaciones y expoliaciones (despojo de la propiedad privada sin las garantías constitucionales). En lo inmediato supuso dificultades para adquirir divisas, cierto desabastecimiento de los productos regulados y afectación de la propiedad privada de los bienes objeto de las medidas dictadas.

Lo anterior es lo que Bastiat diría es "lo que se ve; sin embargo, lo que describimos al principio con un ejemplo cotidiano como es la compra de un refresco son efectos posteriores, es lo que no se ve".

La depreciación del producto; el aumento nominal de su valor ante la escasez de oferta o la amenaza de su escasez; son efectos que vemos claramente en la Venezuela de hoy y que son el resultado de esta política sistemática de irrespeto a la propiedad privada y a la libertad económica desde hace más de una década.

Gracias a la aplicación de esta política nuestra moneda simplemente es una ficción contable.

Ahora bien, el caso venezolano es un caso evidente y grotesco. Pero el resto de América Latina no debe verlo como algo lejano. Argentina, por ejemplo, con 12 años del gobierno de los Kirchner y una tímida actuación de Mauricio Macri en lo económico, evidencia el mismo proceso de intervención estatal que altera la naturaleza de los precios pero a través de la tributación y emisión monetaria (impuesto inflacionario).

Con estas notas nuestra intención es resaltar que nuestros países deben entender que solo en el libre mercado, fundado en el respeto a la propiedad privada, y con un Estado que sólo se limite a evitar los abusos de los derechos y libertades de unos en detrimentos de los derechos y libertades de otros, los efectos que no se ven serán menores; podrán preverse con mayor facilidad y; en definitiva, la calidad de vida del ciudadano no se verá afectada.

El ciudadano no debe preocuparse por el valor de una lata de gaseosa (o refresco como se dice en Venezuela) o su incidencia en su presupuesto, más allá de la planificación que toda persona debe llevar de sus ingresos y egresos. La preocupación no debe ser si podrá adquirir el refresco o el producto de que se trate una próxima vez. Toda persona debe preocuparse por su proyecto de vida, aquel que le permita ser feliz y verdaderamente pleno, porque esto es realmente una persona libre.