Libertad y prosperidad en Europa Occidental
por L. Jacobo Rodríguez
L. Jacobo Rodríguez fue director asistente del Proyecto de Libertad Económica Global del Cato Institute.
Podemos interpretar los resultados de las recientes elecciones francesas como una revuelta, en tiempos de crisis, contra las medidas de austeridad fiscal (es decir, un gobierno comedido) impuestas por el Tratado de Maastricht para la Unión Económica y Monetaria. Esta semana, Lionel Jospin, el primer ministro socialista de Francia, demandará en la conferencia intergubernamental que se relajen las normas presupuestarias del Tratado de Maastricht para que los gobiernos puedan generar empleo y crecimiento. Es una lástima que haya tanta gente en Europa que aún se adhiera a la vieja creencia keynesiana de que la intervención estatal en la economía puede ocasionar una prosperidad duradera.
Podemos interpretar los resultados de las recientes elecciones francesas como una revuelta, en tiempos de crisis, contra las medidas de austeridad fiscal (es decir, un gobierno comedido) impuestas por el Tratado de Maastricht para la Unión Económica y Monetaria. Esta semana, Lionel Jospin, el primer ministro socialista de Francia, demandará en la conferencia intergubernamental que se relajen las normas presupuestarias del Tratado de Maastricht para que los gobiernos puedan generar empleo y crecimiento. Es una lástima que haya tanta gente en Europa que aún se adhiera a la vieja creencia keynesiana de que la intervención estatal en la economía puede ocasionar una prosperidad duradera.
La mayoría de los economistas liberales, por su parte, generalmente hemos creído que la intervención estatal en la economía, al restringir la libertad económica, impide el crecimiento y la prosperidad económica. Hasta hace poco, no obstante, no habíamos establecido una relación empírica entre la libertad económica y el crecimiento, en parte porque el concepto de la libertad económica estaba definido tan vagamente que no se podía medir con precisión. Este ya no es el caso.
En Economic Freedom of the World 1997, los economista James Gwartney y Robert Lawson consideran que los elementos principales de la libertad económica son la elección personal, la libertad de intercambio, y la protección de la propiedad privada. "Cuando la libertad económica está presente," nos dicen Gwartney y Lawson, "los individuos son libres de tomar decisiones económicas tales como de qué modo utilizar su tiempo y otros recursos, qué productos desean consumir, y qué alternativas empresariales y de inversión deciden emprender." A continuación, estos economistas evalúan la libertad económica de 115 países entre 1975 y 1995, utilizando 17 variables objetivas, incluyendo la variabilidad de la inflación, el consumo público, y los aranceles sobre el comercio internacional. Los resultados son reveladores: Gran Bretaña es el único país de la Unión Europea (UE) que se situa entre los diez primeros lugares(ver cuadro).
La verdad es que las instituciones y las políticas de la Europa de los Quince no son muy consistentes con la libertad económica. Por ejemplo, Gwartney y Lawson encontraron que los países de la Unión Europea obtuvieron constantemente calificaciones muy bajas en el área de takings, un área que incluye las tasas impositivas y las transferencias de ingresos y los subsidios como porcentaje del PIB. De hecho, la combinación perversa de tasas marginales impositivas altas y generosos beneficios de desempleo en Europa produce un desincentivo para trabajar y crea un marco más propicio para la búsqueda de rentas que para la creación de riqueza.
Las cifras del empleo en Europa confirman la existencia de ese marco. En los últimos 25 años, no ha habido un aumento neto del empleo en el sector privado en la Unión Europea; todo el crecimiento del empleo ha ocurrido en el sector público. El problema es que los trabajos del sector público no crean riqueza; solamente la consumen. De manera que, a medida que el pastel económico se hace más pequeño, los grupos de interés compiten con mayor violencia en el campo político para determinar qué grupo se queda con el trozo más grande; es decir, para determinar qué grupo se beneficia a costa del resto.
En otras áreas, como el comercio internacional, las políticas y las instituciones de los países de la Unión son más consistentes con la libertad económica. Pero incluso aquí hay motivos de preocupación: muchos europeos creen que la globalización de los mercados, no sus costosos Estados del Bienestar, han causado sus crisis económicas. En consecuencia, han comenzado a solicitar a sus gobernantes que les protejan contra la competencia de los trabajadores de bajos ingresos de los países en vías de desarrollo y contra otras supuestas amenazas del capitalismo global. Pero, si esas solicitudes se convirtiesen en medidas políticas específicas, los europeos eliminarían una de las causas principales de su prosperidad: el libre comercio. Al mismo tiempo, disminuirían aún más su libertad económica, lo cual es más grave.
El estudio de Gwartney y Lawson muestra lo que pasa con el crecimiento y la prosperidad cuando los gobiernos adoptan medidas que disminuyen paulatinamente la libertad económica. Tal vez el mejor ejemplo sea el de Venezuela, que ha pasado de ser la quinta economía más libre en 1975 a ser la nonagésimo segunda en 1995. La renta real per capita de Venezuela en 1995 era un 15 por ciento más baja que la cifra de 1980.
En vivo contraste con Venezuela se encuentra Chile, que ha sido el segundo país que más ha avanzado en su libertad económica en los últimos veinte años. Tras adoptar una serie de reformas estructurales que han reducido ampliamente el papel del Estado en la economía (principalmente, la privatización de un sistema de pensiones público que estaba en quiebra), en los últimos doce años Chile ha crecido a una media real del 6,5 por ciento per capita. El éxito chileno se debe a que el marco institucional permite a la gente que desarrolley se beneficie desus esfuerzos empresariales, un marco que está claramente ausente en Europa hoy en día.
Los europeos quieren puestos de trabajo. Con la tasa de desempleo media en la Unión Europea actualmente por encima del 11 por ciento, los necesitan casi tanto como el aire. El problema es que no pueden mantener el Estado del Bienestar y crear nuevo empleo. En resumidas palabras, los europeos necesitan más libertad económica; es decir, menos gobierno, no más.
Paises de la UE |
Posición | (Puntuación) | ||
Reino Unido | 7 | (7.3) | Hong Kong | 9.3 |
Holanda | 21 | (6.5) | Singapur | 8.2 |
Irlanda | 21 | (6.5) | Nueva Zelanda | 8.0 |
Alemania | 25 | (6.4) | Estados Unidos | 7.9 |
Bélgica | 29 | (6.3) | Islas Mauricio | 7.6 |
Finlandia | 36 | (6.1) | Suiza | 7.4 |
Francia | 36 | (6.1) | Reino Unido | 7.3 |
Austria | 41 | (6.0) | Tailandia | 7.2 |
Portugal | 42 | (5.9) | Costa Rica | 7.1 |
España | 42 | (5.9) | Malasia | 7.0 |
Dinamarca | 42 | (5.9) | Filipinas | 7.0 |
Suecia | 42 | (5.9) | Australia | 7.0 |
Italia | 55 | (5.5) | Panamá | 7.0 |
Grecia | 64 | (5.0) | ||
Luxemburgo | s/c | |||
Fuente: Economic Freedom of the World, 1997. |