Libertad para elegir el 'Gmail' de Google
El buscador de Internet Google representa la típica historia de la pequeña empresa de garaje que se le enfrenta a los Goliat de la industria (como Yahoo) y gana. Hay en camino una emisión pública inicial de probablemente $25 mil millones de dólares.
Pero a Google no le faltan los detractores. Algunos temen la supuesta dominancia del mercado por parte de Google. Otros objetan los particulares mecanismos tecnológicos que usa el buscador, los cuales clasifican una determinada página de acuerdo con su popularidad basándose en el número de páginas que tienen link con ella. Otros incluso piensan que Google juega de una manera impropia con los resultados de la búsqueda. Pero Google fue reivindicada después de haber sido demandada por su rival Search King, que alegó manipulación de los resultados de búsqueda para bajar su clasificación. Según el juez, “los Page Ranks (clasificación de las páginas) son opiniones”, y están protegidas por la Primera Enmienda.
El más reciente debate se ha levantado en torno a los peligros potenciales sobre la privacidad del nuevo servicio de e-mail de Google, “GMail.” Otros buscadores, como Yahoo, desde hace mucho ofrecen cuentas de e-mail gratuitas. Google, como competidor tardío, planea ofrecer todo un gigabyte de almacenamiento, muchas veces superior a los servicios gratuitos de hoy ofrecidos por Yahoo o Hotmail. Con pocos megabytes, el espacio se consume por un archivo de música o por unos pocos documentos adjuntos.
Pero nada es gratis: A cambio, Gmail permitirá que los mensajes que un usuario reciba sean escaneados por una máquina, y dependiendo de palabras específicas, van a aparecer publicidades en el navegador. El método se parece más bien a la publicidad que aparece siempre que uno busca en la red, excepto que responderá a palabras clave o a frases digitadas en el cuerpo del mensaje. Si su correspondencia menciona la palabra NASCAR o al grupo The Dixie Chicks, por ejemplo, usted podría ver publicidad para aceite de carro o de una gira de conciertos. Google promete que los mensajes de GMail seguirán siendo privados. Sin embargo, dos docenas de grupos no convencidos han pedido que Google abandone este método. Pero como el Progressive Policy Institute ha señalado, cualquier proveedor de servicio de email puede escanear los mensajes si así lo quiere; el escaneo de mensajes es ahora común en los filtros contra spam. Entonces GMail no es exactamente una invasión a la privacidad. No obstante, puede ser arriesgado almacenar mucha de la correspondencia personal o comercial en línea, como GMail así lo promovería- pero este es un asunto de ciberseguridad que existe totalmente aparte de GMail. Los problemas de seguridad abundan en toda la red.
Otra polémica característica de GMail es que los emails pueden permanecer en los servidores de Google incluso después de eliminados de la vista del usuario. Ese podría ser una objetivo atractivo para los hackers y podría ser algo que Google cambie sólo por objeción de los usuarios. Claro, algo de lo que alguna vez fue colocado en la red, vivirá por siempre en algún lugar. Las tiendas Wayback Machine almacenan para la posteridad las páginas Web antiguas y eliminadas; y hace algunos años, aparentemente las publicaciones que uno ubicaba en los grupos de noticias eran inmortales en el ciberespacio. Los usuarios deben sopesar lo que pierden y lo que ganan. De hecho, si usted es un usuario de GMail, sus amigos pueden rehusarse a enviarle mensajes a su GMail hasta tanto no se tenga más seguridad.
El mercado competitivo puede resolver estos complicados asuntos. Sin embargo, algunos legisladores ya se están entrometiendo innecesariamente. A pesar de la crisis de las industrias tecnológicas, California, infortunadamente, puede contarse como un estado sin necesidad de subcontratar mala legislación: la Senadora estatal Liz Figueroa, que piensa que GMail es “una invasión absoluta de la privacidad”, está preparando legislación para prohibir el servicio.
La idea de un gobierno, que normalmente invade la privacidad individual, actuando como defensor de la privacidad en email, es absurda. El PATRIOT Act fortaleció las capacidades del gobierno para “atrapar y rastrear” nuestro email privado. Cierto, la incapacidad para borrar mensajes en GMail es preocupante y Google puede repensar su amigable inclinación a la invasión del tipo PATRIOT Act. Pero no necesitamos prohibir el servicio de Google; simplemente podemos usar otro servicio –o pedirle a Google que lo mejore.
No necesitamos que el gobierno prohíba servicios novedosos que difícilmente expresan las capacidades inherentes a Internet; podemos debatir vehementemente nuestras normas y mejorar nuestro destino sin legislación equivocada. La aceptación o rechazo de GMail por parte de los consumidores no es un asunto de política pública sino privada. De hecho, GMail promete más servicios para aquellos con menor capacidad de compra.
No debería ser sorprendente encontrarle competidores a Google (hay docenas de buscadores disponibles mundialmente, según Search Engine Collussus) aplaudiendo la ofensiva contra GMail. Pero la Internet se trata de la experimentación. Veremos con qué la gente se siente cómoda; nadie puede obligarnos a usar GMail.
Traducido por Javier L. Garay Vargas para Cato Institute.