Libertad, la primera víctima en tiempos de guerra

por John Samples

John Samples es director del Centro para el Gobierno Representativo del Cato Institute.

La naturaleza humana, como decía Adam Smith, incluye "cierta tendencia al trueque, al cambalache y al intercambio de algo por otra cosa". La libertad de actuar así, estableciendo mercados libres de todo control gubernamental es un valor fundamental del ciudadano.

Por John Samples

La naturaleza humana, como decía Adam Smith, incluye "cierta tendencia al trueque, al cambalache y al intercambio de algo por otra cosa". La libertad de actuar así, estableciendo mercados libres de todo control gubernamental es un valor fundamental del ciudadano.

Durante la Primera Guerra, el gobierno de Estados Unidos asumió el control del transporte marítimo, de los ferrocarriles, de la industria telefónica y del telégrafo. El Congreso creó el Consejo del Transporte con poder para regular las tarifas y las prácticas de la industria. Para 1918, el control gubernamental del transporte de carga era total.

La ley Lever le concedió al presidente el poder de emitir licencias para importar, fabricar, almacenar, explorar, producir combustibles y distribuir tanto alimentos como combustibles y la maquinaria para producirlos. La Corporación Estatal del Grano manipulaba los precios del trigo; el Consejo Azucarero el precio del azúcar. La Administración de Alimentos fijaba los precios, diciéndole a la ciudadanía que no comiera pan los lunes ni carne los martes. La Administración de Combustibles fijaba el precio del carbón y se apropiaba de la producción. Por último, el Consejo de Industrias de Guerra fijaba precios y, en las palabras de su director, Bernard Baruch, decidía "cómo utilizar nuestros recursos".

La nacionalización de la industria no terminó con la firma del armisticio. Los ferrocarriles continuaron básicamente bajo el control estatal. El Consejo del Transporte siguió funcionando por más de una década. La Corporación de Financiamiento de Guerra se dedicó a subsidiar las exportaciones a Europa y a extenderle créditos a los agricultores hasta que fue eliminada en 1925.

La Segunda Guerra Mundial hizo que proliferaran los controles federales así:Confiscación de propiedades para usos de defensa.

  • Obligó a fabricantes a producir lo que el gobierno quería.
  • El gobierno se apoderó de las fábricas que quería.
  • El gobierno absorbió las ganancias "excesivas" con nuevos impuestos.
  • Controló el flujo de materias primas.
  • Fijó los horarios de trabajo.
  • Fijó los salarios.
  • Estableció las condiciones de trabajo.
  • Impidió la contratación de mano de obra por parte de ciertas fábricas
  • Estableció precios y alquileres a través de la Oficina de Administración de Precios.

Parte del "socialismo bélico" terminó con la victoria sobre Japón, pero no todo. Los controles de alquileres en la ciudad de Nueva York es un legado de esos tiempos. Pero más perjudicial resultó la teoría de que si el Gran Gobierno había ganado la guerra, ¿por qué no seguir controlando la economía en nombre de la justicia social y la prosperidad para todos?

Esperamos que la guerra contra el terrorismo no se parezca a las guerras anteriores y que nuestras libertades no sean sacrificadas en nombre de la victoria. Pero algunas señales son muy negativas. El rescate de las líneas aéreas puede conducir a que estas pasen a manos del gobierno y la Oficina de Seguridad Interna para la defensa contra el terrorismo va a crecer con el tiempo y no desaparecerá. El gobierno seguirá creciendo.

Si se nos exige el sacrifico de nuestras libertades debemos asegurarnos que eso sea absolutamente necesario y si esta guerra conduce a la multiplicación de los controles gubernamentales será una victoria para los terroristas, obligándonos así a traicionar nuestros valores fundamentales.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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