Libertad económica, inversión y prosperidad

Por James D. Gwartney y Robert Lawson

Los economistas saben que la calidad de las instituciones políticas y económicas ejercen un efecto importante en el crecimiento y la prosperidad de las naciones. En general, sabemos que entre mayor libertad económica haya, mayor será la libertad política y la prosperidad para todos los que están involucrados. La buena noticia es que la libertad económica puede ser medida.

El recién publicado Informe sobre la Libertad Económica en el Mundo presenta un índice de libertad económica el cual utiliza 38 componentes diferentes para calificar a 123 países en una base de cero a diez. Los gastos del gobierno como parte de la economía, las tasas impositivas marginales, la independencia del poder judicial, las tasas arancelarias, las restricciones no arancelarias, la estabilidad de los precios, entre otros componentes son integrados al índice.

Para obtener una alta calificación de libertad económica, un país debe depender principalmente del intercambio voluntario y los mercados para asignar los bienes y recursos, en contraposición de los impuestos y el gasto gubernamental. También debe seguir políticas monetarias estables, evitar las regulaciones que limitan la entrada a los mercados, y establecer un régimen legal que provea el cumplimiento igualitario de los contratos y la protección de los derechos de propiedad.

Hong Kong continúa siendo la economía más libre del planeta, pero es seguido de cerca por Singapur, Estados Unidos, Nueva Zelanda, y el Reino Unido. Canadá, Suiza, Irlanda, Australia y Holanda completan los primeros 10 lugares. Las calificaciones de las otras grandes economías incluyen a Alemania (20), Japón (26), Italia (35), Francia (44) México (69), India (73), Brasil (81), China (100) y Rusia (112). Myanmar, la República Democrática del Congo, y Zimbabwe tienen los puntajes más bajos entre los 123 países. Sin embargo, un grupo de otros países para los cuales no existe información disponible, como Corea del Norte y Cuba, podrían tener incluso menos libertad económica.

Los países africanos, latinoamericanos, del Medio Oriente y los antiguos socialistas dominan el fondo del listado. Sin embargo, existen algunas excepciones interesantes dentro de estas regiones. Bostwana (26) es fácilmente el país africano mejor calificado. Entre los países del Medio Oriente, los Emiratos Árabes Unidos, Omán y Bahrein son los más altos. Chile (20), El Salvador y Panamá (empatados en el 23), y Costa Rica (empatada en el 26) son los mejores calificados entre los países latinoamericanos. Estonia en el lugar 16 sobresale entre las antiguas economías centralizadas.

Mientras que las calificaciones y los puestos durante un año dado son interesantes, lo que importa es el mantenimiento de instituciones y políticas sanas durante un período de tiempo extendido. Las economías que son persistentemente libres atraerán más inversión y utilizarán sus recursos más eficientemente. Como resultado, crecerán más rápidamente y alcanzarán niveles de ingreso más altos. Con el fin de investigar esta proposición, analizamos la información sobre libertad económica durante el período 1980-2000. Las calificaciones de libertad económica de 99 países estaban continuamente disponibles (por intervalos de cinco años) a lo largo de estas dos décadas. La tasa de inversión de los países durante 1980-2000 estaba estrechamente ligada con la libertad económica de largo plazo: Los países con mayor libertad económica atrajeron mayor inversión. La tasa de inversión del primer quintil de países en términos de calificaciones de libertad económica durante 1980-2000 promediaron 23.9 del PIB durante las dos décadas, comparado con un 19.3% para el quintil más bajo de los países calificados.

Las diferencias en términos de inversión extranjera directa son aún más dramáticas. Para el primer quintil, la inversión extranjera directa anual por trabajador promedió $2.657 comparado con $52 para el último quintil. Por lo tanto, el flujo de inversión por trabajador en el quintil de las economías más libres era 50 veces el número del quintil menos libre.

No solo se invirtió persistentemente más en las economías más libres, la productividad de su inversión fue mayor. La productividad de la inversión en economías con calificaciones de libertad económica de 0.7 o más fue 13.6% más alta que la de aquellas economías con calificaciones de libertad económica entre 5.0 y 7.0, y 30% más que aquellos países con calificaciones de libertad económica de menos de 5.0.

Cuando el impacto en el nivel de inversión y la productividad del uso de los recursos son considerados, nuestra investigación indica que un incremento sostenido de una unidad en la libertad económica aumenta el crecimiento per cápita del PIB a largo plazo entre un 1.0 y 1.5 puntos porcentuales. Esto indica, por ejemplo, que países como India y Polonia con calificaciones de libertad económica cercanas a 6.0 podrían aumentar su crecimiento anual a largo plazo en 1.0 y 1.5 puntos porcentuales si adoptaran políticas que empujen su calificación de libertad económica a un 7.0, cercano al nivel de Japón, Taiwán y Corea del Sur. Durante un período de 20 ó 25 años, incrementos de esta magnitud ejercerían un enorme efecto sobre los niveles salariales. El crecimiento económico moderno es basado principalmente en la inversión y la innovación, y la libertad económica sirve de combustible para ambas. Entre los 26 países con calificaciones de libertad económica de menos de 5.0 durante 1980-2000, solo Israel pudo alcanzar en el 2000 un PIB per cápita de más de $10.000. En contraste, entre los 15 países con calificaciones de libertad económica con calificaciones de 7.0 o más altas entre 1980-2000, solo Taiwán tuvo un per cápita en el 2000 de menos de $20.000.

En la película, "Campo de Sueños", una voz dice "si lo construyes, él vendrá". Lo mismo puede ser dicho de la libertad económica. Si un país construye instituciones consistentes con la libertad económica, los inversores y empresarios vendrán y el crecimiento económico será el resultado. Entre más pronto aprendan esta lección los tomadores de decisiones, más próspera será la gente del mundo.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.