Letonia, la libertad económica y la prosperidad
Víctor H. Becerra y Miguel A. Cervantes destacan cómo Letonia ha llegado a gozar de un alto nivel de prosperidad elevando significativamente su grado de libertad económica desde que se independizó de la Unión Soviética en 1991.
Por Victor H. Becerra y Miguel A. Cervantes
Letonia es el tercero de los países bálticos, junto con Estonia y Lituania. La historia de la República de Letonia es prometedora desde sus inicios, pero tormentosa toda ella: desde la Edad Media ha sido un hub de comercio internacional, ya que perteneció a la llamada Liga Hanseática, siendo un lugar donde diferentes rutas se cruzaban. Por su ubicación, precisamente, Letonia siempre fue la codiciada por varias potencias europeas: Rusia, Suecia, Polonia, Alemania, Lituania, etc.
En 1768, Letonia fue ocupada por la Rusia Zarista, pero aún bajo el zarismo experimentó una beneficiosa revolución industrial: el desarrollo de manufacturas y de conexiones que le permitieron crear y fortalecer una logística comercial. En 1918, con la caída del imperio Ruso y el vacío de poder creado por el final de la Primera Guerra Mundial, Letonia obtiene su independencia. Sin embargo, por su posición estratégica fue inmediatamente codiciada por las potencias vecinas y sufrió una gran inestabilidad política.
Entre el periodo 1918-1940 hubo cierta prosperidad, se desarrolló un mercado de exportación hacia Occidente, y se construyó la primera planta hidroeléctrica. Ese periodo de prosperidad terminaría con la invasión nazi y luego la ocupación soviética que duró hasta 1991. Al respecto, en el periodo de ocupación soviética, casi 300 mil personas fueron asesinadas por los comunistas, entre víctimas de la guerra de ocupación, ejecuciones y torturas. A esto hay que sumar los muertos durante las deportaciones soviéticas, que afectaron a casi un tercio de la población letona, además de contabilizarse a 150 mil letones exiliados durante el mismo período.
Durante dicha ocupación soviética, la KGB llegó a tener 30 mil agentes activos en Letonia y estableció un amplio sistema de delación, que incluía la instalación de buzones en los que de forma anónima, cualquier ciudadano podía denunciar las actividades contrarrevolucionarias de sus vecinos. La sola denuncia en estos buzones era causa suficiente para la detención y la tortura, y en el peor de los casos, para el asesinato. Por eso no extrañan decisiones como la de junio de 2013, cuando el parlamento letón aprobó la prohibición de exhibir los símbolos soviéticos y nazis en todos los eventos públicos.
Cuando Letonia obtiene su independencia de la Unión Soviética, tras 45 años, busca restablecer sus instituciones, por ejemplo su Constitución de 1922 con varias enmiendas, e inicia una gradual liberalización económica, enfilada hacia una economía de mercado, por ejemplo privatizando la mayoría de las empresas estatales del período soviético, proceso que no estuvo exento de dificultades. Tras un periodo de gran crecimiento y prosperidad, el endeudamiento público y una burbuja crediticia provocaron una grave crisis económica en 2008, cuyas consecuencias fueron una fuerte contracción económica, la reducción de la calificación crediticia del país y un aumento espectacular del desempleo. Sólo una política firme de austeridad le ha permitido recuperar parcialmente los niveles de crecimiento previos, mostrando que sólo la economía de mercado crea prosperidad y corrige los caminos desviados.
Veamos cómo se encuentra Letonia hoy en el ranking de libertad económica del Instituto Fraser. En él, Letonia tiene una nota de 7,73/10 (recordemos que 10 significa una libertad económica total), ubicándose en el lugar 24 entre 162 países.
En el primer componente, tamaño de gobierno, Letonia tiene un puntaje de 6,8/10. Al respecto, Letonia tiene un impuesto sobre la renta máximo de 23 por ciento, uno de los más bajos del mundo, aunque Estonia tiene una tasa aún más baja. Lo que más ha mejorado después de 1990, es el rubro de los activos en propiedad del Estado, ya que en ese momento inicial casi todo el aparato productivo pertenecía al estado. Aún existe inversión estatal sobre empresas “estratégicas”, lo que lastra su calificación.
En el segundo componente, sistema legal y derechos de propiedad, Letonia tiene un puntaje de 6,3/10. Es mucho más alto que en otros países de la ex-Unión Soviética, pero todavía tiene espacio para mejorar. Los puntos más fuertes son la gran integridad de su sistema legal, y el hecho de que no existe injerencia del Ejército en el sistema legal. Letonia también tiene un buen puntaje en la facilidad para las transacciones de bienes raíces. Además, el costo de la criminalidad sobre las empresas es relativamente bajo.
En el tercer componente, moneda sana, Letonia tiene un puntaje de 9,3/10. Destaca que la inflación es baja y tiene poca variabilidad. Hay posibilidad de tener cuentas en divisas extranjeras. El Estado no usa al sistema monetario para financiarse.
En el cuarto componente, comercio internacional, Letonia tiene un puntaje de 8,36/10. Este puntaje elevado nos habla del compromiso de Letonia con una gran apertura comercial y de su voluntad de atraer capitales extranjeros. Letonia hoy pertenece a la Unión Europea, por lo que tiene una apertura total al mercado europeo. El arancel externo de la Unión Europea es relativamente bajo. Los trámites para realizar exportaciones e importaciones son rápidos. Letonia tiene gran apertura a la inversión extranjera y posee pocos controles de capital. Este es un componente que ha mejorado significativamente, ya que en 1990 tenía todos los controles posibles de capital. Además, estaban cerrados a la inversión extranjera y existía un tipo de cambio paralelo.
En el quinto componente, regulaciones crediticias, laborales y empresariales, este país tiene un puntaje de 7,94/10. Destaca la competencia bancaria, ya que todos los depósitos están en bancos privados. El gobierno no absorbe el crédito disponible. En regulaciones laborales, los contratos temporales pueden tener duración de hasta 60 meses y los contratos colectivos se hacen a nivel nacional. No hay restricciones para los horarios de trabajo, ya que se pueden trabajar horas extra, el fin de semana, días festivos y trabajo nocturno prácticamente sin restricción. El servicio militar obligatorio ha sido abolido. En cuanto a las regulaciones empresariales, Letonia tiene costos burocráticos mínimos, algo que ha mejorado a través de los años. Abrir una empresa es relativamente fácil: tarda 5,5 días, se requieren sólo 4 trámites. El pago de impuestos es fácil, transparente y predecible.
A pesar de los avances, Letonia tiene también grandes retos: un ejemplo es que la población étnica rusa ha sido privada de sus derechos, ya que el gobierno letón no otorgó la ciudadanía automáticamente a todos los ciudadanos que vivían cuando el país se independizó en 1991, sólo a las personas que residían antes de la invasión soviética en 1940 y a sus descendientes, desconociendo a quienes llegaron durante la existencia de la Unión Soviética y a sus descendientes. Así, aproximadamente un 11% de la población letona no ha obtenido ninguna nacionalidad después de la disolución de la URSS y no gozan de derechos políticos: carecen del derecho al voto, no pueden presentarse a ningún proceso electoral y tampoco se les permite acceder a los empleos de la administración pública. Estos son los retos que Letonia debe afrontar con la misma valentía y determinación con los que venció otros en su historia.