Las leyes de $3 billones de dólares atraen a los cabilderos

David Boaz dice que, independientemente de si sea necesaria o justificada la respuesta del gobierno estadounidense al COVID-19, la ley de estímulo de $2,2 billones trae consigo un peso muerto para la economía.

Por David Boaz

El Center for Responsive Politics reporta que el gasto en cabildeo ha llegado a niveles record durante el primer trimestre de 2020 “conforme poderosas empresas, gremios y otros clientes se apresuraron para influir en la respuesta del gobierno al COVID-19, particularmente respecto de ley de estímulo de $2,2 billones (“trillions” en inglés)”. El gasto en cabildeo federal llegó a $903 millones durante el primer trimestre, su punto más alto desde la legislativamente activa administración de Obama durante sus primeros dos años —que ya había excedido los últimos meses de 2008, cuando el Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés) estaba sobre la mesa.

OpenSecrets descubrió que al menos 3.200 clientes reportaron estar cabildeando sobre cuestiones relacionadas al coronavirus y la ley de estímulo. Más de 1.500 clientes del los 'lobbies' reportaron específicamente estar intentando influir en la versión del Congreso de la Ley CARES (Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica del Coronavirus). Entre todas las leyes no relacionadas al presupuesto introducidas desde 2005, solo el paquete de estímulo de 2009 atrajo más clientes del cabildeo.

Esto no sorprende, por supuesto. Cuando usted sirve un picnic, usted obtiene hormigas. Cuando usted sirve los dólares de los contribuyentes, usted obtiene cabilderos. La Ley CARES es el picnic más grande de la última década (No estoy hablando aquí de si el dinero que se está gastando en la respuesta al COVID-19 es necesaria o justificada, solo comentando el hecho de que el gasto grande conduce a una industria de cabildeo grande). 

Los periodistas se han dado cuenta. Considere algunos titulares de las últimas semanas: “Coronavirus alimenta el cabildeo en la calle K, como lo muestra nueva información” (Politico). “Cómo los cabilderos se robaron los préstamos de alivio para las empresas pequeñas” (New York Times). “Las empresas inversionistas gastaron millones de dólares cabildeando la administración de Trump y el Congreso en torno a la ley de alivio por el coronavirus” (CNBC). “Los cabilderos se organizan para obtener ganancias para sus clientes en torno al paquete de estímulo por el coronavirus” (Wall Street Journal). 

Todo el mundo quería un pedazo de esos $2,2 billones (Bueno, excepto el Instituto Cato). Las aerolíneas, las farmacéuticas, las empresas de servicios públicos y las procesadoras de camarón. Apple, CVS y Toyota. La Ópera Metropolitana y los operadores de casinos. Los fabricantes de equipos médicos. Siempre ayuda tener conexiones políticas

¿Qué podemos esperar? Con un presupuesto federal acercándose a los $5 billones incluso antes del gasto extraordinario que ahora se está contemplando, muchas empresas y grupos de intereses especiales ven una oportunidad de obtener ganancias. Vale la pena contratar un pelotón de cabilderos simplemente para obtener así sea una porción pequeña o diminuta de ese pastel. 

Las personas invierten dinero para hacer dinero. En una economía libre ellos gastan para construir casas y fábricas, inventando nuevos productos, encontrando petróleo, y otras actividades económicas. Ese tipo de inversión nos beneficia a todos —es un juego de suma positiva, como dicen los economistas. La gente se enriquece produciendo lo que otros quieren.

Pero también puede invertir en Washington. Puede organizar un grupo de interés, o contratar a un cabildero, y tratar de lograr que una porción del dinero de los contribuyentes fluya hacia usted. Eso es lo que hacen las grandes empresas, las pequeñas empresas, el cabildeo agrícola, la Asociación Estadounidense de Personas Retiradas (AARP, por sus siglas en inglés), las asociaciones industriales, y los sindicatos de profesores. Ese tipo de inversión es un juego de suma cero —el dinero es tomado de unas personas y entregado a otras, pero no se genera nueva riqueza.  

Si usted quiere taladrar un pozo petrolero, usted contrata a ingenieros petroleros. Si usted quiere gastar dinero en Washington, usted contrata un cabildero. Y cada vez más personas han estado haciendo esto. 

Los billones de dólares que se están gastando en la respuesta al COVID-19 puede que sean necesarios y adecuados. Puede que toda esta actividad de cabildeo sea simplemente el precio que pagamos para que el gobierno ayude. Pero deberíamos entender cómo un peso muerto viene de la mano con el gasto público, especialmente cuando se trata de un gasto que está siendo aprobado de manera apresurada en el Congreso sin ningún tipo de discusión seria. Deberíamos por lo menos insistir para que se supervise de cerca el gasto, algo que todavía no está sucediendo.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 1 de mayo de 2020.