Las escuelas privadas para los pobres superan a las estatales
Por James Tooley
El Canciller Británico del Ministerio de Hacienda, Gordon Brown recientemente comprometió al gobierno de Inglaterra a gastar por lo menos $15.000 millones para la educación en África durante los próximos diez años. El cree con mucha fe que la única manera que los pobres en África pueden ser ayudados es por medio de masivas inyecciones de ayuda externa. Pero, ¿alguna vez se ha molestado en preguntarles a los africanos pobres qué es lo que quieren?
Yo he estado haciendo eso en los últimos tres años, investigando a algunos de los barrios más pobres en los países Africanos—Kenya, Ghana y Nigeria—todos los cuales se han adherido a las recomendaciones del Canciller y han introducido la educación estatal primaria gratuita. Pregúntenles a los padres que piensan de los colegios estatales y les dirán que los niños allí han sido “abandonados”. Ellos observan clases enormes—de ochenta niños o más—y saben de maestros que no llegan y que si llegan pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, tejiendo o tomando.
Ellos no piensan que inyectarles más dinero a las escuelas estatales constituye un uso prudente de los recursos.
Estos pobres padres no se han quedado con los brazos cruzados esperando la beneficencia de los políticos del Occidente. Mis grupos de investigación han descubierto que la mayoría está enviando a sus hijos a escuelas privadas, manejadas por empresarios de educación que cobran honorarios muy bajos—talvez $3-$5 mensuales, que están al alcance de aquellos que tienen un nivel de ingreso bajo de $1 por día. Estas escuelas privadas, de acuerdo a mis investigaciones, superan a las estatales, a una fracción del costo por profesores.
Consideren a Makoko, por ejemplo, el pueblo pobre visible al conducir por el viaducto bajo hacia las Islas Victoria en Lagos, Nigeria, donde hombres jóvenes batean y las mujeres reman en canoas a lo largo de los canales estrechos entre las chozas de madera construidas encima de zancos hundidos en el agua.
Nigeria introdujo su ley de educación primaria gratuita en 1976 y desde ese entonces la educación estatal ha sido respaldada por masas enormes de ayuda externa. Pero es una experiencia desgarrante visitar a las tres gigantes escuelas primarias estatales, hechas de concreto, en las orillas de Makoko. Cuando yo las visité, les anuncié que lo haría para que tuvieran tiempo de prepararse y sin embargo, en una clase encontré a un maestro dormido en su escritorio. Ni siquiera la bulliciosa bienvenida de la clase lo despertó. En otras clases, como 100 niños estaban sentados haciendo nada, otros durmiendo y una niña limpiando las ventanas. No estaba ocurriendo mucho aprendizaje en ese lugar.
Pero, al seguir mas allá de las escuelas públicas hacia la calle Apollo, una calle demasiado fangosa como para que pueda pasar un vehículo y donde se necesita caminar con cuidado por el lodo, excremento y basura acumulada en ella, encontrarán un edificio rosado, con dibujos coloridos de juguetes de niños y animales, con “Colegio Privado Ken Ade” escrito a través de la parte superior de la pared.
El Colegio Privado Ken Ade, propiedad del Sr. Bawo Sabo Elieu Ayeseminikan (mejor conocido como “B.S.E”) es uno de los 32 colegios privados que no están registrados en Makoko y debido a que no se encuentran en una lista oficial de colegios no son conocidos por los gobiernos ni por las agencias internacionales de ayuda externa. Si llegan a estos colegios privados sin previo aviso, siempre van a encontrar que se están dando clases—a veces hasta las 5pm de la tarde. Los honorarios que deben pagar son de aproximadamente $4 por mes—talvez un 10 por ciento de las ganancias mensuales de un pescador promedio.
De hecho, no todos los niños pagan los honorarios. B.S.E. me dice que 25 de los 200 niños asisten gratuitamente. “Si una niña se queda huérfana, ¿qué puedo hacer? No puedo expulsarla”, dice B.S.E. Y, a través de los 32 colegios en Makoko, encontré una historia similar—hasta un 10 por ciento de las plazas eran provistas gratuitamente para huérfanos y los más pobres de los pobres.
En comunidades de ingresos bajos como Makoko en el Estado de Lagos mis investigaciones estimaron que 75 por ciento de todos los niños asisten a escuelas privadas, con mas niños en escuelas privadas no registradas—esto es, fuera del radar oficial—que en escuelas estatales.
Pero, los funcionarios del gobierno son desdeñosos con los padres que envían a sus hijos a escuelas privadas. Una funcionaria de nivel alto me dijo que ellos eran unos ignorantes en busca de “un símbolo de estatus falso”—esto lo dijo sin ironía, parada al lado de su nuevo Mercedes.
Las escuelas de los barrios pobres son una amenaza para los estándares de la educación y deberían de ser cerradas, dijo ella.
¿Acaso tenía razón? Mis investigadores han evaluado a más de 3.000 niños, de los cuales un tercio eran de escuelas estatales, otro tercio de escuelas privadas registradas y el último tercio de escuelas privadas no registradas, utilizando exámenes estandarizados en matemáticas, inglés y estudios sociales. Encontramos que las escuelas privadas—hasta las que no están registradas como la de Ken Ade en Makoko—superaron a las escuelas estatales en todas las materias. La ventaja promedio de puntaje en matemáticas sobre las escuelas estatales fue de 15 y 19 puntos porcentuales respectivamente para las escuelas privadas registradas y las escuelas privadas no registradas, mientras que en inglés fue de 23 y 30 puntos porcentuales.
Además las escuelas privadas registradas superan a las escuelas estatales costando considerablemente menos. Aunque ignoremos los costos masivos de la burocracia del estado, encontramos que las escuelas privadas están mejor, con un costo de solo un cuarto en salario de maestros.
La educación primaria gratuita en Nigeria no es una gran causa de felicidad para los pobres allí. Pero, mis grupos de investigación encontraron precisamente la misma historia en Ghana, que empezó el proceso de educación primaria gratis en 1996, en India donde la educación primaria gratis inició en 1986 y en Kenya donde esta fue introducida con gran alarde y US$55 millones de ayuda del Banco Mundial en el 2003. En áreas urbanas y peri urbanas pobres de estos países mis investigadores descubrieron que la mayoría de niños pobres que asisten a la escuela van a escuelas privadas que superan a las estatales, todas con salarios más bajos para sus maestros.
No solo le está apostando Gordon Brown al caballo equivocado, sino que también deja pasar por alto un truco: las escuelas privadas para los pobres señalan la solución al problema de cumplir con la educación básica para todos para el 2015—sin las cantidades enormes de ayuda externa supuestamente requerida.
Si tantos niños están en escuelas privadas que no están registrados, entonces la educación para todos parece ser mucho más fácil de lograr que lo que actualmente se cree. A manera de ilustración dramática, en el Estado de Lagos, Nigeria, los expertos nos dicen que 50 por ciento de los niños en edad de estudiar no asisten a la escuela. Mis investigaciones enseñan que esta cifra en realidad es solo de 26 por cierto—los que sobran están en escuelas privadas no registradas, estos es, fuera del radar oficial.
Esta es una buena noticia que debería ser celebrada. Las personas de Makoko están haciendo algo. Los padres saben que al pagar honorarios a las escuelas éstas les tienen que rendir cuenta. Si ustedes preguntan, ellos les dirán que la educación primaria gratuita es una solución totalmente errónea para sus necesidades y aspiraciones.
Traducido por Sofía Ibargüen para Cato Institute.