¿De verdad muestran las encuestas a boca de urna que a los electores hispanos no les agrada la inmigración?

Alex Nowrasteh considera que las encuestas a boca de urna son igual o menos confiables que aquellas realizadas en días previos a la elección presidencial y que, por lo tanto, no deberían ser utilizadas para respaldar opiniones partidistas acerca de la inmigración y la asimilación hispana.

Por Alex Nowrasteh

Las encuestas para la elección presidencial se equivocaron significativamente en 2020 obteniendo el presidente Trump muchos más votos que los que las encuestadoras habían anticipado. El analista de datos David Shor argumentó que las encuestas estaban mal porque los electores Demócratas se volvieron más políticamente involucrados que los Republicanos durante las cuarentenas y respondieron a más encuestas. En lugar de un fenómeno de partidarios vergonzosos de Trump, hubo un fenómeno de partidarios bulliciosos de Biden. Esto creó un espejismo azul previo a las elecciones mediante el cual el respaldo Demócrata parecía ser mucho mayor de lo que realmente era. 

Pero esa no fue la única sorpresa para las encuestadoras. Las encuestas a boca de urna mostraron un giro relativamente fuerte hacia los Republicanos entre los electores hispanos. Según las encuestas a boca de urna, Trump obtuvo entre 32 y 35 por ciento del voto hispano en 2020, más que en 2016. Las ganancias de Trump parecían ser especialmente pronunciadas en el condado de Miami-Dade en Florida y en algunos otros pequeños condados a lo largo de la frontera de Texas.

Sin embargo, los mismos problemas con las encuestas que condujeron a encuestas malas previas a las elecciones también perjudican las encuestas a boca de urna. Cerca de 100 millones electores votaron temprano, 65 millones por correo y 35 millones en persona. Los electores que fueron a votar en persona el día de las elecciones era más probable que sean Republicanos mientras aquellos que votaron temprano era más probable que sean Demócratas debido a los distintos mensajes de cada partido. Por lo tanto, los electores que votaron en persona el día de las elecciones y a quienes se les realizó una encuesta, sesgaron esta hacia los Republicanos sin importar sus otras características demográficas o económicas. Quienes elaboran las encuestas a boca de urna si tratan de llamar a quienes votaron temprano, pero eso no me da mucha confianza considerando los distintos niveles de involucramiento de Demócratas y Republicanos en las encuestas previas a las elecciones. ¿No tendrían el mismo nivel distinto de participación después de la elección? Por lo tanto, sospecho que las encuestas a boca de urna de aquellos que votaron temprano son tan poco confiables como las encuestas previas a la elección, quizás peores. Importantes diferencias en las dos principales encuestas a boca de urna solo fortalecen mis sospechas.

Hay algo de cierto en las encuestas a boca de urna. Trump si ganó algunos condados en el Valle de Río Grande de Texas que solo hubiese podido ganar con una porción significativa del voto hispano y probablemente obtuvo una porción más alta del voto hispano en 2020 que en 2016. Pero según esa medida de éxito, las encuestas elaboradas antes de la elección fueron excelentes también porque predijeron correctamente el resultado de la elección. Mis disculpas con Milton Friedman, pero el poder de predicción de un modelo no es la única manera de juzgar el poder explicativo de dicho modelo…incluso cuando se trata de encuestas. 

Por supuesto, muchas personas que rápidamente desestiman las encuestas pre-electorales después del 3 de noviembre rápidamente confiaron en las similarmente defectuosas encuestas a boca de urna. Algunos comentaristas y políticos estaban tan emocionados con la mejora de Trump entre electores hispanos en las encuestas a boca de urna que predijeron un futuro brillante para un Partido Republicano populista, multi-étnico y enfocado en los trabajadores. Esa es una manera extraña de percibir una elección en la que Trump obtuvo un voto hispano por cada 1,8 votos hispanos que obtuvo Biden —en el mejor de los casos. Es especialmente raro estar contentos acerca de esto porque a George W Bush le fue mejor con los hispanos, obteniendo cerca de un 40 a 44 por ciento de sus votos en torno a una plataforma pro-inmigración. 

Las poco confiables encuestas de 2020 traen a colación el asunto de la asimilación política para los inmigrantes y sus descendientes. Los hispanos, asiáticos, y electores inmigrantes son más Demócratas que el resto del país, pero hay distintas teorías que explican por qué esto es cierto. Una teoría recientemente dominante es que son Demócratas porque el Partido Demócrata es pro-inmigración si se lo compara con el Partido Republicano. Esta teoría es consistente con la evidencia de que los inmigrantes están de acuerdo con los estadounidenses en prácticamente todos los asuntos de políticas públicas excepto la inmigración, entonces escogen al Partido Demócrata por esa razón. También es consistente con el momento en que los electores hispanos en California dejaron de respaldar de igual forma a los Republicanos y Demócratas en las elecciones para gobernador a nivel del estado antes de 1994 para convertirse abrumadoramente Demócratas ese año. La asociación hispana e inmigrante con el Partido Demócrata podría verse fortalecida mediante el amplio hallazgo de las ciencias sociales de que la mayoría de las personas eligen su propio partido primero en base a la identidad y luego dicen que respaldan las políticas promovidas por su partido. Conforme sus identidades cambian a través del tiempo y las generaciones, su membresía de partido convergirá con aquella de la norma estadounidense. 

Pero esta teoría tiene límites también. No ha habido un cambio lo suficientemente importante en el voto hispano de Arizona cuando este estado estableció dos leyes severas para el cumplimiento de las leyes migratorias en 2007 y 2010 ni tampoco se ha dado esto a nivel nacional en reacción a la administración anti-inmigración del presidente Trump. En California, la Proposición 187 podría haber ayudado a convertir a electores blancos hacia el Partido Demócrata en 1994 mientras que lo mismo puede haber sucedido a nivel nacional en 2020, pero las encuestas a boca de urna de 2020 dan indicios de la posibilidad de que los hispanos son más pro-Trump ahora que en 2016. Los hispanos y otros electores inmigrantes no votan en torno a un solo asunto, enfocándose exclusivamente en la inmigración, nunca lo han hecho. Los datos de las encuestas a boca de urna de 2020 provocan más preguntas de las que alguna vez serán capaces de responder. Pero tengo confianza en estas conclusiones: la apuesta segura es que los hispanos y electores inmigrantes podrían ser más Republicanos si hubiese un Republicano pro-inmigración como George W. Bush liderando la papeleta, los hispanos e inmigrantes serán más Republicanos conforme continúen asimilándose de manera exitosa, y que las lecciones de la Proposición 187 son probablemente un caso de estudio que no es generalizable fuera de California debido a las circunstancias peculiares históricas de dicho estado. Los datos de las encuestas a boca de urna están siendo utilizados por comentaristas políticos para producir opiniones partidistas acerca de la inmigración y la asimilación hispana y los patrones del voto —no se los crea.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 13 de noviembre de 2020.