Las cucarachas intelectuales
por Roberto Salinas-León
Patrick Michaels es Académico Titular de Estudios Ambientales para Cato Institute.
Cuando una casa o un edifico se derrumba, salen a la vista los insectos que habitan en los suelos, se exhiben las cucarachas en toda su pluralidad, corriendo en masa, dejando los rostros siempre desagradables, así como las grandes masas de semillas que permiten su instantánea proliferación. Son, al fin y al cabo, cucarachas...
Cuando una casa o un edifico se derrumba, salen a la vista los insectos que habitan en los suelos, se exhiben las cucarachas en toda su pluralidad, corriendo en masa, dejando los rostros siempre desagradables, así como las grandes masas de semillas que permiten su instantánea proliferación. Son, al fin y al cabo, cucarachas...
El derrumbe de los edificios y las entidades que fueron víctimas de los dramáticos ataques terroristas la semana pasada han dejado ruinas, tanto en vidas como en formidables daños financieros, tanto en la incertidumbre sobre el futuro como el enorme vacío moral en el mundo civilizado. Es un momento que amerita reflexión, decisiones claras y calculadas, mucha calma ante la pérdida del largo-plazo. Es inevitable, sin embargo, que en medio de las ruinas y el derrumbe material que ha sufrido "el imperio," proliferen las cucarachas, y por lo menos eso hemos presenciado en la cantidad de burdas opiniones editoriales que no pueden esconder su felicidad por la humillación que sufrieron los vecinos del norte con los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre del 2001.
El día que el mundo cambió. Así lo caracteriza el semanario The Economist. En ese día, salieron nuestras cucarachas intelectuales, aprovechando el momento para expresar su antiyanquismo, proclamar nuestra soberanía, sugerir mantener la sana distancia, intimar que se lo merecían, y secretamente deleitar en la ocasión. La cucaracha del ángel, sobre todo, el bufón que se cree filósofo, en las palabras de Manuel Suarez Mier, reprobó que George W. Bush no haya pedido perdón por las injusticias perpetradas por el "capitalismo salvaje" del imperio de injusticia.
Muchas otras cucarachas "progres" han transformado este episodio en un caso de conflicto ideológico, de los derechistas desgraciados contra la izquierda abandonada, otros han declarado la guerra contra el terrorismo del neo-liberalismo. Guerra contra el mal, la pobreza, el hambre, la degradación ecológica. Bush tiene la culpa, los gringos apestosos son la fuente del mal. Abajo el imperio. Son la causa de estos males. Son la causa también del malestar estomacal, la impotencia sexual, las lluvias de la capital, y el horario de verano.
Son, por excelencia, los capeones del non sequiter, el "nada que ver," la mentalidad del malinchista. Bueno, eso pasa cuando se derrumban edificios: salen miles de cucarachas. Las inocentes personas que perdieron la vida hace una semana no eran Green Berets, no eran soldados entrenados por la CIA, o Navy Seals. Eran niñas, niños, mujeres, hombres, blancos, negros, árabes, mexicanos, colombianos, asiáticos, seres de 62 nacionalidades. Si la lógica de las cucarachas intelectuales impera, todos los familiares de estos deberían pedir perdón-y declararle la guerra no a los perpetradores del crimen, sino a ellos mismos, por participar en la actividad de intercambiar una cosa por otra para intentar vivir mejor.
The Economist, en su maravilloso análisis sobre "el día que el mundo cambió," dice atinadamente que los actos terroristas de la semana pasada, por su horror, constituyen una declaración de guerra contra el mundo civilizado. La respuesta cotidiana ha sido de enorme tristeza, pero no se ha desatado la histeria generalizada. Hay unidad, objetivo, hay deseo de regresar a la normalidad. Pero hay, adicionalmente, un peligro capital-el peligro que esta tragedia despierte los instintos aislacionistas históricos de los EUA, que conviertan todas sus fronteras en fortalezas, y se retiren "a lo suyo."
Las cucarachas celebrarán, todos los "progres" declararán victoria, los 20 millones de los nuestros que viven allá serán una incógnita, pero la época de oportunidades, de alto crecimiento y comercio exterior, habrá llegado a su fin al mero inicio del siglo XXI. Habría muchísima opresión, muchísima pobreza, ante la cerrazón total de una tercera parte de la economía mundial.
Hay muchos aspectos de los EUA que ameritan crítica, acusación, recomendación. Pero la respuesta implícita de las cucarachas intelectuales ante los ataques terroristas son una muestra más del tremendo subdesarrollo mental, así como el burdo niñismo emocional, que todavía persiste en nuestro país.