"La vieja Europa"

Por William G. Shipman

Durante la batalla diplomática por ir a la guerra contra Irak, el secretario de defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, introdujo el término "Vieja Europa" para puntuar la oposición de Alemania y Francia al uso de la fuerza en el inminente conflicto. En respuesta, el vocero del gobierno francés, Jean François Cope dijo: "Un continente 'viejo'—un continente un tanto antiguo en sus tradiciones históricas, culturales, políticas y económicas—puede contar algunas veces con cierta sabiduría, y la sabiduría es importante para dar buenos consejos".

El epíteto "Vieja Europa" tiene otro significado, uno que será más determinante para el futuro del continente que cualquier ventaja cultural o sabiduría heredada. La población de Europa está envejeciendo: la gente está viviendo más, las mujeres están teniendo menos hijos, y la proporción de trabajadores y pensionados se está encogiendo. Estas tendencias provocarán que sus sistemas de seguridad social y, más generalmente, sus Estados de Bienestarparte del ADN europeocolapsen. La Vieja Europa, tal y como la conocemos, está muriendo.

Los primeros pasos del Estado de Bienestar fueron dados por el canciller alemán Otto von Bismarck en 1889 cuando adoptó lo que es llamado ahora seguridad social. A través de los años y décadas siguientes muchas otras naciones, incluido Estados Unidos, siguieron su ejemplo al ofrecer también pensiones gubernamentales en gran parte para reemplazar el ingreso perdido debido a la edad avanzada, invalidez, enfermedad, muerte, lesiones de trabajo y similares. Conforme el tiempo avanzó los beneficios pagados se hicieron significativos así como sus costos.

En la mayoría de los casos las pensiones son financiadas con un impuesto a la planilla. En tales sistemas los beneficios de los pensionados de hoy son pagados con los impuestos de los trabajadores actuales. Y las pensiones de los jóvenes de hoy serán financiadas con los impuestos de los trabajadores del mañana. Este sistema es una simple transferencia de riqueza de los jóvenes trabajadores a los pensionados más viejos. No hay ahorro ni inversión de recursos para el crecimiento económico futuro.

Para que tanto los impuestos como las pensiones permanezcan razonables, y para que la estructura financiera permanezca estable, es necesario que siempre haya muchos trabajadores a ser gravados en proporción a aquellos que son elegibles para pensionarse. Esta simetría de trabajadores y pensionados es determinada principalmente por dos variables: la expectativa de vida y la tasa de natalidad. En la Vieja Europa ambas se mueven en una dirección que trastorna dicha estabilidad.

A lo largo del continente la gente está viviendo más tiempo. Esto es el resultado de, entre otras variables, mejores condiciones de vida y de trabajo, mejor nutrición y sistemas de salud, y mayor riqueza. De acuerdo con las Naciones Unidas, la expectativa de vida en Alemania, Francia e Italia es de aproximadamente 78 años; en los cincuenta era de alrededor de 67.

Y a lo largo de la mayoría de Europa las familias están teniendo menos hijos. La tasa de natalidad que finalmente estabiliza una población es llamada cero crecimiento poblacional, o CCP en diminutivo. Ésta es de aproximadamente 2.1 nacimientos por mujer en edad de tener hijos. Hace cuarenta años la mayoría de Europa experimentó tasas de natalidad muy por arriba del CCP. Ya no es así. Hoy en día, las tasas son para Francia, 1.7; Alemania, 1.4; Italia, 1.2 y España, 1.16, la más baja jamás registrada en la raza humana. Tal y como ha sido reportado anteriormente, "no hay un solo país en Europa donde la gente esté teniendo suficientes hijos como para reemplazarse cuando mueran".

La combinación de una expectativa de vida en aumento y la caída en las tasas de natalidad da paso a la disminución en la proporción de trabajadores y pensionados. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la proporción de contribuyentes y pensionados en 1995 para Francia y Alemania era de 2.5 y 2.3, respectivamente. Estos países han experimentado una caída continua y en las próximas cinco décadas se espera que disminuyan a 1.4 y 1.2.

La respuesta política a tal estrujamiento demográfico ha sido frecuentemente un aumento en el impuesto a la planilla sobre la disminuida fuerza laboral. En Estados Unidos, por ejemplo, el impuesto combinado de la seguridad social al empleado y al patrón en 1950, cuando había 16 trabajadores por pensionado, era de 3% sobre un límite salarial de $3.000. Este año, con tan solo 3.3 trabajadores por pensionado, es de 12.4% sobre $87.000. El impuesto máximo ha aumentado de $90 a $10.788. Para los estándares europeos, sin embargo, esto es bajo. El impuesto a la planilla en Francia es de 49.3%, en Alemania es 40.9%, y en Italia y España es de 42.5% y 37.8%, respectivamente. Y a diferencia de Estados Unidos, en muchos casos, pero no en todos, el impuesto aplica a todos los ingresos. Y aún así estos números no reflejan la carga que pesa sobre los trabajadores europeos ya que en cada país el ingreso generado por el impuesto a la planilla no es suficiente para pagar las pensiones. Impuestos adicionales son recaudados para compensar la diferencia.

Para muchos países de Europa Occidental el déficit entre futuros impuestos y pensiones, producto de la demografía, es mayor en términos del valor presente que en el valor total de los bonos de gobierno pendientes en cada país. La deuda estatal incluyendo a los pasivos de pensiones sin fondos en muchos casos es múltiplos de la deuda soberana calculada de la manera típica.

La manera en que la Vieja Europa lidie con estas realidades determinará en gran medida su destino. Los ancianos son totalmente dependientes de instituciones que son fundamentalmente, y demográficamente, inestables. La carga tributaria sobre los trabajadores está causando que la gente evite el sistema en muchas maneras, incluido pensionarse a temprana edad lo cual aumenta aún más la presión sobre el sistema. Las economías e instituciones europeas están bajo riesgo. Y aún así, parte de la cultura de Europa, el Estado de Bienestar ampliamente definido, es una realidad permanente. Algo tendrá que ceder.

La caracterización del secretario Rumsfeld, la "Vieja Europa", levantó la ira de algunos de nuestros aliados europeos quienes respondieron que la larga historia de Europa le ha dotado de una sabiduría que aún no ha sido adquirida por un Estados Unidos relativamente joven. Si ese es el caso, Europa necesitará aprovechar dicha sabiduría para resolver un reto extraordinario que no puede seguir evitando.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.