La verdad oculta del déficit
Víctor Pavón dice que el déficit fiscal proyectado para 2018 viola la ley de responsabilidad fiscal de Paraguay y que el déficit se da cuando hay un mal manejo del dinero de los contribuyentes por parte de los gobernantes.

Por Víctor Pavón
El déficit fiscal ocurre cuando el dinero utilizado por el Estado (gobernantes) es superior al que se ha recibido, es decir a los ingresos provenientes del dinero de los contribuyentes. Esto que resulta demasiado fácil de entender en realidad no lo es tanto, pues también contiene una verdad oculta detrás de los números y de los discursos con el que se tratan de justificar más gastos.
La verdad oculta es que el déficit aparece cuando hay un mal manejo del dinero de los contribuyentes, con numerosas complicaciones en los diferentes Estados, de la tendencia que sea. Afortunadamente, Paraguay desde el año 2013 realizó un importante avance en cuanto a contener el déficit, una cuestión de indudable interés para la salud fiscal que, por cierto, a la fecha forma parte de las medidas que está proponiendo el presidente Macri, en Argentina.
La ley de responsabilidad fiscal en Paraguay es muy buena, aunque quizás sea mejor que no exista déficit alguno, es preciso preservarla de los continuos ataques a la que es sometida. La citada legislación establece que el déficit anual de la Administración Central, incluidas las transferencias, no puede ser mayor al 1,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) estimado. Existe la posibilidad de elevar el mencionado déficit hasta el 3 por ciento del PIB, en caso de emergencia, crisis o una caída de la actividad económica interna.
Sin embargo, el déficit para el presupuesto 2018 llega a casi el 2 por ciento, es decir, se está violando la ley de responsabilidad fiscal; y como el presupuesto también es una ley, entonces aquella queda derogada. Y es así como los avances logrados vuelven a tener retrocesos. Se impone al respecto una ley que prohíba, por ejemplo, realizar ajustes en los períodos electorales, como sucede ahora con el déficit para el presupuesto del año entrante.
De igual importancia, los países como el nuestro requieren de un sostenible crecimiento en su Producto Interno Bruto (PIB) de por lo menos por arriba del 7 por ciento anual para dar el salto hacia el desarrollo. Para dicho cometido, la contención del déficit fiscal es uno de sus requisitos. Entonces, ¿qué hacer ante esta situación en la que el déficit puede perderse de control?.
La primera medida, desde luego es respetar lo que dice la ley de responsabilidad fiscal, caso contrario sobreviene un aumento de impuestos, bajo el pretexto de una nueva “reforma tributaria”. Para evitar este alto costo que sería un fatal, el país debe seguir ofreciendo su atractivo en cuanto a estabilidad financiera y presupuestaria y para ello (como medida de corto plazo) se debe incrementar la eficiencia gubernamental.
El aumento de la eficiencia gubernamental significa elevar el rendimiento de la burocracia (menos tiempo, mejores resultados) y eliminar gastos estatales superfluos (como los que hay en el Jurado de Enjuiciamiento, conocidos por los recientes escándalos en éste órgano). El déficit existe cuando hay mal manejo del dinero de los contribuyentes por parte de los gobernantes, una verdad que se pretende ocultar.