La Venezuela del día después, ¿qué podemos esperar del país luego de la pandemia?
Jesús Renzullo considera que la economía venezolana después de la pandemia tendrá incentivos para orientarse más hacia la digitalización del trabajo, el consumo y la producción, pero que para aprovechar esos cambios debe abrir sus mercados.
Por Jesús Renzullo
Es, a mi parecer, muy seguro declarar que se ha hablado mucho sobre cómo se vive en una Venezuela en cuarentena. Los grandes problemas que ha traído la política de cuarentena dura gubernamental para la economía, combinada con la certeza de que el sistema de salud del país no podría aguantar un brote de COVID-19 de mediana escala llenan las columnas de opinión de los periódicos del país.
Sin embargo, muchos de los patrones de consumo y producción de la economía han cambiado, no solo por la pandemia sino por otros eventos que han sucedido durante la cuarentena. Es importante reflexionar sobre cuáles son estos cambios y cómo se manifestarán una vez termine la pandemia, no solo con el fin de adelantarse a los eventos sino también para saber cómo aprovecharlos de la mejor manera. Estas tendencias no son una elección, sino más bien una respuesta a los cambios en la economía mundial y en la economía venezolana luego de esta crisis de salud, por lo que es una situación de adaptarse o sufrir las consecuencias.
Hacia la digitalización del consumo y la producción
Desde hace ya varios años se habla de la digitalización del trabajo y la producción, sin embargo la inercia había podido más que la innovación y no muchas compañías habían decidido dar el gran salto al trabajo online. Para 2017, solo el 3,4% de la población americana trabajaba desde casa. Sin embargo, la llegada del COVID-19 forzó a muchas compañías a adaptarse o quebrar. La generación de trabajo online en el mundo y, por consecuencia, en Venezuela, ha permitido a cada vez más trabajadores venezolanos mantenerse en casa mientras trabajan desde ella.
El COVID-19 fue solo el catalizador, pero los beneficios del trabajo online respecto al trabajo presencial en Venezuela son claros. En primer lugar, trabajar desde casa significa que los venezolanos no deben utilizar el deteriorado sistema de transporte público, que normalmente consume alrededor de 5 horas de su día de trabajo nada más para ir a la oficina o lugar de empleo y volver a la casa. Aquellos que poseen vehículos privados podían evitar este problema, sin embargo la actual escasez de gasolina y los altos precios de la misma hacen esta opción prácticamente inviable.
Esto significa que la digitalización del trabajo se hace cada día más atractiva en Venezuela. De esta manera los trabajadores venezolanos no se ven obligados a pasar gran parte de su horario de trabajo esperando el transporte o las compañías no se ven obligadas a contratar costosos servicios de transporte de trabajadores para mantener las oficinas funcionando. Es lógico que no todos los trabajos pueden ser digitalizados (trabajos manuales o de atención al cliente no pueden digitalizarse sin antes invertir en nuevas tecnologías, que para muchos venezolanos son demasiado costosas), pero sin duda la ampliación del trabajo online en el país es un hecho. Solo hay dos problemas que detienen al país de adaptarse totalmente a esta tendencia: la erosión de la infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones.
Aumento de la demanda de servicios de internet privados
Tal como lo establece Andrés Azpúrua, director de Venezuela Sin Filtro y Venezuela inteligente, las fallas de Internet y los cortes de luz son los principales problemas que enfrenta el venezolano para trabajar desde casa. Aunque poco se puede hacer para resolver el problema de los cortes de luz –además de comprar una planta eléctrica sumamente costosa y difícil de combustible— la existencia de servicios de internet privado en el país se ha vuelto la solución para el problema de las fallas de internet de CANTV. Anteriormente, lo barato del servicio de internet CANTV hacía poco atractiva a la competencia, a pesar de lo lento del servicio y las esporádicas fallas del mismo. Sin embargo, durante la pandemia el servicio de internet CANTV se ha visto cada vez más trastocado y muchas personas llevan desde inicios de la cuarentena sin servicio de internet.
Por esta razón, los servicios de internet privado o el uso de megas de telefonía celular se han vuelto comunes entre los tele trabajadores venezolanos. A pesar de que esto significa un costo mayor, también representa un servicio de mucha mayor calidad y más confiable que el servicio de CANTV. Según se erosiona el servicio de telecomunicaciones de la empresa estatal, la demanda de internet rápido seguirá siendo una constante en el país, por lo que es probable que veamos el nacimiento de algunos servicios de internet privado en el país.
Mayor importancia a las políticas sanitarias
El COVID-19 está cambiando la forma en la que vemos los lugares de reunión y de aglomeración de personas. El precedente del COVID-19 dejó en la mente de los privados y los gobiernos el miedo de qué sucedería si otro nuevo virus tan o más letal que el COVID-19 se desatara. Actualmente, los establecimientos de aglomeración de personas están en su gran mayoría cerrados o trabajando a puertas cerradas. Compañías como Wal-Mart está colocando horarios de atención al público junto con estrictos protocolos de esterilización tanto de las instalaciones como de los clientes que desean entrar a comprar.
Las políticas de salubridad probablemente se harán más exigentes y las compañías se tendrán que adaptar en consecuencia. Esto, sin embargo, también da pie a la creación de compañías especializadas en servicios de esterilización y limpieza de negocios, todo con el fin de que los ambientes de trabajo, consumo y recreación sean cada vez más seguros en el nuevo contexto mundial.
La necesidad de migrar a la producción de creatividad
Como lo muestra las estimaciones del primer trimestre de 2020 del informe de actualización comercial de Latinoamérica y el Caribe hecho por el Banco Interamericano de Desarrollo, la pandemia de COVID-19 afectó fuertemente el comercio exterior de las naciones latinoamericanas –una estimación de una contracción del 3,2% de acuerdo a los datos del primer trimestre de 2020—, principalmente por una reducción gigantesca de la demanda de materias primas. El petróleo presentó la baja más significativa, al punto de que los precios del crudo se volvieron negativos por un momento en abril debido a una crisis de sobre-almacenamiento.
El caso de Venezuela es especialmente preocupante, pues la economía venezolana es mayormente exportadora de productos del sector primario: petróleo, oro, hierro, camarones, cacao, café, etc. Por lo que las pocas exportaciones venezolanas se vieron fuertemente afectadas por la baja de la demanda global.
Sin embargo, la reducción de la demanda de productos del sector primario no significa que toda la demanda mundial se haya encogido. La demanda de servicios típicos de la “economía naranja”, que son servicios creativos tales como el branding, análisis de mercados, edición de video, creación de contenido recreativo o informativo, etc, ha crecido enormemente durante la pandemia. Las compañías, entendiendo que la digitalización del trabajo y de la vida de las personas se ha catalizado, han decidido invertir más en estos servicios con el fin de llegar a sus consumidores en línea.
El crecimiento de la economía naranja es un hecho. En un país económicamente asfixiado como Venezuela, donde la mayoría de la actividad económica es fuertemente regulada o monopolizada por el Estado, los ciudadanos pueden encontrar una salida en la economía naranja para poder obtener ingresos mucho más altos y generar capacidad de ahorro a través de la venta de servicios creativos a consumidores extranjeros.
¿Qué pasará luego de la pandemia en Venezuela?
Sin duda alguna, la pandemia está destruyendo aún más la ya endeble economía venezolana, pero también muestra una realidad de oportunidades para la iniciativa privada, siempre que el Estado no se entrometa y permita la apertura al sector privado y la competencia. Si Venezuela no cambia su destino, los beneficios de este cambio serán mínimos; pero si el país se abre al mercado, las ganancias serán incalculables.