¿La tercera recesión en EE.UU.?
Isaac Leobardo Sánchez Juárez cree que una recesión en EE.UU.es altamente probable y que "aún con las medidas tomadas por el gobierno mexicano, existirían efectos perniciosos para la economía mexicana".
Por Isaac Leobardo Sánchez Juárez
La crisis de deuda en EE.UU y en algunos países de Europa permite anticipar que la economía mundial se desacelerará, cuando ya se encontraba recuperándose de los estragos económicos y financieros ocurridos hace menos de tres años. En caso de que los tomadores de decisiones en aquellos espacios no realicen acciones que den confianza a los mercados, es posible que dichas economías entren en recesión, se estanquen y con ellas el mundo.
En el caso de EE.UU, una nueva recesión indicaría la debilidad estructural que enfrenta y pondría en entredicho su liderazgo económico. De acuerdo con el National Bureau of Economic Research (NBER), la economía americana ha enfrentado dos recesiones en los últimos diez años. La primera en 2001, con una duración de ocho meses, que inició en el mes de marzo y culminó en noviembre. La segunda, con una duración de 18 meses, inició en diciembre del 2007 y terminó en junio del 2009. Una inadecuada política monetaria y fiscal conduciría a la tercera y no la segunda recesión en aquel país como muchos medios mencionan, en un periodo de casi una década. Es importante aclarar que han sido 11 recesiones desde 1933, que suman 117 meses o casi diez años. Lo anterior destaca la gravedad de una tercera recesión en un periodo de tiempo tan corto.
Por cierto, de acuerdo con la metodología utilizada por la NBER, una recesión se caracteriza por un declive significativo de la actividad económica a través de la economía, que dura más de unos pocos meses, normalmente visible en el PIB real, ingreso real, empleo, producción industrial y ventas al mayoreo-menudeo. A partir de la definición, es claro que EE.UU. se acerca a una nueva recesión, ya que dichos indicadores han mostrado un crecimiento por debajo de lo esperado durante los primeros dos trimestres del 2011. De hecho para este año el crecimiento será menor al 2% anual. El nivel de ingreso per cápita actual es igual al de 2005. A lo anterior se suma una tasa de desempleo que supera el 9% y que se niega a descender rápidamente (recuerde que en 1982 la tasa de desempleo alcanzó un máximo histórico, pero fue velozmente reducida durante el auge de 1983-1984).
En suma, los indicadores y los acontecimientos, hacen pensar que las posibilidades de una tercera recesión son bastante altas, lo que no podemos saber con certeza es la fecha de ocurrencia (para algunos analistas, la probabilidad de ocurrencia no es tan alta, la sitúan por abajo del 50%). Incluso puede ser que no se presente un escenario recesivo, si como he mencionado al principio, los agentes económicos reducen la incertidumbre y las medidas de política económica generan la suficiente confianza. Un juego de expectativas positivas y medidas adecuadas podría hacer que sólo se diera una desaceleración. Expectativas negativas lograrían que las empresas y trabajadores tomaran acciones para que este juego de expectativas se auto-cumpliera.
Incrementar las posibilidades de recesión supone gastar dinero que no se tiene, creyendo que esto puede estimular el producto, incurrir en déficits fiscales masivos y no realizar reformas fundamentales en el sistema financiero. Reducir las posibilidades de recesión requiere medidas adecuadas, lo que es complicado en EE.UU. porque se acercan las elecciones para presidente y como anticipa la teoría macroeconómica, el ciclo político normalmente no favorece el ciclo económico, particularmente en este momento.
Los políticos pueden ofrecer, en aras de ganar la simpatía del votante, soluciones de corto plazo, haciendo valer aquella máxima que supone “que en el largo plazo todos estamos muertos”. Definitivamente, el ciclo económico está fuertemente conducido por la psicología de los actores. Al momento de escribir este artículo, la Universidad de Michigan informaba que la confianza del consumidor, uno de los indicadores líderes para entender el ciclo, ha caído severamente. Lo que es el resultado de un declive en las expectativas del consumidor acerca del futuro.
En el caso mexicano, las cifras hasta mayo indicaban que la economía se estaba recuperando, los recientes acontecimientos apuntan que esto puede revertirse, con lo cual el crecimiento estimado para este año de 4,5% asumiría un valor en el intervalo de 3,8% a 4% (según el Banco Central). De darse una recesión y posterior estancamiento en EE.UU., se presentaría nuevamente una contracción de la actividad económica que pondría en jaque la economía mexicana.
Debe decirse, que las autoridades de este país, a diferencia de otros momentos de la historia reciente, han armado un paquete de medidas que permite soportar mejor los embates externos. Entre otras cosas, existe una cantidad de reservas internacionales que superan los 130 mil millones de dólares, la inflación se encuentra bajo control, el déficit del sector público es moderado, la deuda no es un factor de presión, el tipo de cambio funciona bajo un sistema de flotación flexible, se tiene una línea de crédito con el FMI por 72 mil millones de dólares y las tasas de interés se encuentran respondiendo adecuadamente a las necesidades del mercado.
De hecho, es posible que en determinado momento se reduzcan las tasas de interés para lograr contrarrestar el ciclo. Existen motivos para creer que esto suceda, ya que por un lado la Fed anunció que mantendrá las tasas de interés cercanas a cero, la tasa de inflación en México es baja, también se pronostica una baja inflación subyacente y existe margen al encontrarse las tasas de interés mexicanas muy por encima de las tasas en EE.UU. Como explica la teoría macroeconómica ortodoxa, una medida así podría ser utilizada en caso de una desaceleración temporal de la economía de EE.UU, pero no podría sostenerse por muchos meses.
Actuar correctamente es vital para la economía mexicana, la política macroeconómica de estabilización es un acierto, pero también deben considerarse otros elementos que son urgentes, por ejemplo: la profundización de los acuerdos comerciales, el combate a la corrupción, el fortalecimiento de los contratos, respeto de los derechos de propiedad y aplicar el Estado de Derecho. Medidas como las apuntadas conducen al crecimiento y es lo que se requiere para evitar que más mexicanos se sumen a la pobreza. Según el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), eran 48,8 millones en 2008 y 52 millones en 2010. Una nueva etapa recesiva evidentemente incrementaría las cifras.
Adicional a las cifras de pobreza, el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), recientemente informó que el número de personas en la economía informal es de 13.400.000 personas, mientras que los desempleados son 2.600.000 y los subempleados 3.900.000. Las cifras indican la gravedad del problema, particularmente si se considera que cada mes deben generarse más de 100.000 empleos y anualmente más de 1 millón.
Una tercera recesión en EE.UU. es, desde mi punto de vista, altamente probable. Por lo que aún con las medidas tomadas por el gobierno mexicano, existirían efectos perniciosos para la economía mexicana, se ahondarían los problemas reseñados. ¿Qué hacer en lo individual? Mis recomendaciones son bastante obvias, ante la incertidumbre no se endeude, a menos que sea tremendamente necesario, si debe trate de pagar en lo inmediato. Dado que todo cambia continuamente, le recomiendo mantenerse informado. Su trabajo cuídelo mucho, si se desempeña en el sector privado realice su máximo esfuerzo para que se convierta en un elemento valioso. Si trabaja en el sector público el impacto de una nueva recesión sería menor, pero en el sector privado las cosas pueden ser terribles (ya lo eran). Recuerde, si puede cree fondos de contingencia y evite endeudarse.
Espero que falle en mis predicciones y no exista una tercera recesión, prefiero quedar mal como analista que tener que estar hablando acerca de las formas para salir adelante. Puedo asegurarle amable lector, que en este momento, los economistas no sabemos con certeza que hacer en caso de una nueva recesión. Unos sugieren pagar los costos y aguantar, otros endeudarse más y profundizar el gasto público, ninguna de las dos estrategias creo es recomendable.