La "sostenibilidad" es la más engañosa de las nuevas palabras de moda en el mundo empresarial
R. David McLean dice que el uso del término sostenibilidad en el mundo empresarial no tiene nada que ver con el significado real de la palabra.
Por R. David McLean
A principios de año, Hertz anunció que vendería 20.000 de los vehículos eléctricos de su flota y que en su lugar compraría vehículos de gasolina.
¿El motivo? Los vehículos eléctricos son demasiado caros de mantener y hay más clientes que prefieren los autos de gasolina.
Hertz tendrá unas pérdidas de 245 millones de dólares por la venta. El Consejero Delegado de la empresa, que aumentó la cuota de vehículos eléctricos en su flota, dimitió.
Después de todo esto, ¿es Hertz una empresa más o menos sostenible?
Un estudio calcula que un solo vehículo eléctrico recibe más de 48.000 dólares en subvenciones a lo largo de sus 10 años de vida útil. Los créditos fiscales y los reembolsos con los que la mayoría de la gente está familiarizada suman casi 9.000 dólares. ¿Es justo calificar un producto de sostenible si necesita tantas subvenciones?
Las petroleras son supuestamente insostenibles. Sin embargo, 11 de las 25 empresas más rentables del mundo, como Exxon, Shell y Chevron, son empresas de combustibles fósiles. Ninguna de ellas necesita subvenciones para sobrevivir.
En cambio, Siemens Energy, uno de los mayores fabricantes de turbinas eólicas del mundo, perdió 4.500 millones de dólares en 2023. El gobierno alemán le concedió recientemente un paquete de rescate por valor de 16.000 millones de dólares estadounidenses. ¿Cuál es un negocio más sostenible, Siemens o las empresas de combustibles fósiles?
Llamar a algo sostenible no significa que lo sea. Las empresas que no pueden obtener beneficios constantes tendrán que ser subvencionadas o morir. No importa si fabrican paneles solares o bombean petróleo.
Invertir en empresas que fabrican molinos de viento, paneles solares y vehículos eléctricos en ausencia de beneficios es apostar a que los gobiernos seguirán subvencionándolas. Llamar a eso "inversión sostenible" falsea la realidad.
Seguir subvencionando a esas empresas saldrá muy caro. Los 16.000 millones de dólares que Siemens obtuvo del gobierno alemán son poca cosa.
La Mesa Redonda Europea para la Industria declaró recientemente que costará a los europeos 853.000 millones de dólares en 2030 y 2,66 billones en 2050 alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de C02 en 2050. Ese dinero podría invertirse en escuelas, hospitales, carreteras, nuevas tecnologías, curas de enfermedades y muchas otras cosas que pueden beneficiar a la humanidad hoy y en un futuro previsible. Sin embargo, el apelativo de sostenibilidad no ahonda en estas cuestiones.
Esto se debe a que el uso del término sostenibilidad en el mundo empresarial no tiene nada que ver con el significado real de la palabra. Más bien se originó entre los progresistas que trabajan en las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial y el sector financiero para promover agendas progresistas que la mayoría de la gente no favorece.
El diccionario Oxford define sostenible como "capaz de mantenerse a un cierto ritmo o nivel". Algunos gestores de fondos, como BlackRock, definen la inversión sostenible como la inversión en los llamados fondos ESG, aquellos que promueven objetivos "medioambientales, sociales y de gobernanza".
Pero ESG no está en la definición de sostenible. Se trata más bien de un sistema de clasificación subjetivo que promueve causas medioambientales y sociales que favorecen los progresistas. Podemos debatir los méritos de esas causas, pero un debate honesto requiere no ponerles etiquetas engañosas.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 14 de mayo de 2024.