La revolución mundial del sistema de pensiones
Por José Piñera
The Economist, 12 de junio de 1999
Hace 20 años, la Sociedad Mont Pélerin organizó una reunión en Chile, en la cual hubo una sesión titulada titulada "¿La Seguridad Social: camino al socialismo?". Durante la realización de un panel de discusión, Roger Freeman, miembro del Instituto Hoover, afirmó "el único país que ha cambiado de un sistema obligatorio de previsión estatal a un sistema privado de elección individual es Chile... Aún es muy temprano para juzgar este valiente intento de ampliar la libertad de elección en un campo en el cual el gobierno ha ejercido un monopolio. Yo tengo la esperanza que la reforma de Chile sea exitosa y estimule a otros países a seguir por este camino".
Los
deseos expresados por el Sr. Freeman se han convertido en realidad.
El experimento de Chile de privatizar completamente el sistema de pensiones
ha dado tan buenos resultados, que dicho sistema sirve en la actualidad
como modelo de lo que puede transformarse en una revolución mundial
de las pensiones.
Es
importante notar que la privatización de las pensiones en Chile se introdujo
como parte de un conjunto de reformas coherentes de libre mercado, reconociendo
que, el implementar tales cambios simultáneamente, era la mejor manera
de aumentar el crecimiento económico y obtener el mayor provecho de
cada reforma. De acuerdo con el economista Klaus Schmidt-Hebbel, la
tasa de crecimiento de la economía chilena ascendió de un promedio de
3.7% por año en el período 1961-74 a 7.1% por año en el período 1990-1997.
De aquel crecimiento extra de 3.4% de puntos por año, las reformas de
pensiones podrían haber contribuido con 0.9% puntos por año, esto es,
más que un cuarto del total. Del incremento total de 12.2% puntos en
la tasa de ahorros durante estos dos períodos, la reforma de pensiones
contribuyó con 3.8% puntos, esto es, 31% del incremento total. Los economistas
Sebastian Edwards y Alejandra Cox, además, han enfatizado los efectos
positivos de la reforma al eliminar una enorme distorsión del mercado
de trabajo y, por tanto, la reducción de los niveles de desempleo.
Sin
embargo, el impacto de la reforma del sistema de pensiones ha ido más
lejos que los impresionantes indicadores económicos. La privatización
de las pensiones ha significado un cambio de paradigma, logrando nada
menos que una redistribución radical del poder del estado hacia la sociedad
civil y, al convertir a los trabajadores en propietarios individuales
del capital del país, ha creado una atmósfera cultural y política más
consistente con los postulados de una sociedad libre.
Desde
ya, en la década de los 90, otros siete países latinoamericanos han
seguido el camino que Chile trazó en 1980, cuando se aprobó la ley que
permitió a los trabajadores escoger e invertir su contribución previsional
completa en una cuenta individual de ahorro para la vejez. En la actualidad,
50 millones de trabajadores latinoamericanos poseen y acumulan riqueza
real en sus cuentas de jubilación. A fines de la década de 1990 se produjo
todo un hito notable cuando tres ex países comunistas, Hungría, Polonia
y Kazakistán, introdujeron cuentas privadas de jubilación. Este año
lo ha hecho el primer país de Europa continental, Suecia, y también
el experimento de economía de libre mercado más exitoso del mumdo, Hong
Kong.
Es
preciso recordar que fue Prusia, a partir de 1881, el primer país en
crear un sistema público de pensiones llamado de reparto, el que se
extendió por casi todo el mundo. El arquitecto de este sistema fue el
llamado Canciller de Hierro, Otto von Bismark (1815-1898), quien creó
el sistema en un esfuerzo político para debilitar al partido socialista
alemán. Bismarck nunca soñó que su restrictivo modelo de pensiones (la
edad de calificación para jubilar era 65 años cuando el promedio de
esperanza de vida de un prusiano era solamente 45 años) se dispersaría
al resto del mundo, y que la era del Estado Benefactor había comenzado.
En
efecto, posiblemente este es un buen ejemplo de la ley de las consecuencias
no intencionales de F.A. Hayek, especialmente, cuando los llamados pragmáticos
actúan en base a interés propio antes que en principios. Bismark mismo
proclamó: "Yo nunca viví de principios. Cuando he tenido que actuar,
nunca me he preguntado primero basado en que principios voy a actuar,
pero cuando hago lo que pienso es conveniente, me reprocho a mismo por
mi falta de principios".
Actualmente,
el sistema de pensiones de reparto (en el cual los trabajadores actuales
financian las pensiones de los jubilados del presente) se dirige hacia
la bancarrota en todo el mundo. Esto es debido a que tales sistemas
contienen la semilla de su propia destrucción: separan, a nivel individual,
el nexo entre contribuciones y beneficios, entre esfuerzos y responsabilidades.
La
viabilidad del sistema estatal de pensiones se agrava más por el incremento
de las expectativas de vida y la reducción de las tasas de fertilidad.
Estas tendencias se acelerarán. En los próximos 35 años, se triplicará
el número de individuos sobre los 60 años en el mundo. Es interesante
notar que la reciente y asombrosa decodificación
del
genoma humano, que conlleva la promesa de curar enfermedades como el
cáncer, podría ser la peor pesadilla para los administradores de sistemas
de reparto en todo el mundo. Como lo ha observado el ex Secretario de
Comercio de los Estados Unidos Pete Peterson, "los costos del envejecimiento
global estarán lejos de las posibilidades de aun las naciones más ricas,
a menos que el sistema de beneficios se reforme radicalmente... el envejecimiento
global se convertirá no sólo en el problema económico más trascendente
del siglo 21, sino también en el problema político más importante".
El
envejecimiento mundial de la población, y los esfuerzos sostenidos para
educar a la gente sobre las ventajas del modelo de reformas de Chile,
no sólo ha conducido a diez países de América Latina, Europa del Este
y Asia Central a seguir este camino, sino que también ha sido crucial
en el debate en los países más desarrollados del mundo.
De
hecho, el Presidente George W. Bush ha apoyado públicamente el modelo
chileno de pensiones. La reforma del sistema de Seguridad Social de
los Estados Unidos no sólo transformaría a cada trabajador americano
en un propietario de capital --creando una nueva clase masiva de inversionistas--
sino también pondría más presión en el resto del mundo, especialmente
Europa continental y Japón, para reformar su sistema gubernamental de
pensiones, que actualmente está en bancarrota. En realidad, el modelo
del sistema chileno de pensiones reemplaza el sistema actual de reparto,
con uno de ahorro e inversión. Y lo que es más importante, da a cada
individuo antes que a los políticos, el derecho a invertir su dinero
de tal manera que puedan jubilarse con dignidad.
En
el proceso, la reforma no sólo resuelve la gran crisis fiscal y social
sino que crea un mundo muy diferente del que engendró Bismark; establece
un mundo de trabajadores capitalistas.
Los
siete de la América Latina
Siete
países latinoamericanos han privatizado sus sistemas de pensiones de
reparto siguiendo el modelo chileno. En todos los casos, la estructura
del sistema privado ha seguido estrechamente el esquema chileno, y en
todos ellos, los fondos privados están superando las dificultades de
los primeros años y han comenzado a hacer contribuciones relevantes
al establecimiento de una economía de libre mercado. Sin embargo, no
todos han adoptado dos aspectos cruciales de la reforma chilena: a)
la condición de que aquellos trabajadores que están en el sistema privado
no son requeridos de contribuir al sistema público de pensiones; y b)
que las nuevas personas que entran a la fuerza de trabajo forman parte
del sistema privado. Ambas condiciones aseguran que al término del período
de transición, el sistema de reparto se extingue y que queda establecido
sólo el sistema de cuenta individual para todos los trabajadores del
país. En México, Bolivia y El Salvador se ha establecido un programa
completo de pensiones privadas, mientras que en Perú, Colombia, Argentina
y Uruguay se ha establecido un sistema parcial de privatización.
El
1º de Julio de 1997, México llevó a cabo una gran reforma por parte
del Presidente Ernesto Zedillo, eliminando completamente el sistema
público de pensiones para los trabajadores del sector privado, reemplazándolo
con un sistema privado de cuentas individuales administrado por empresas
privadas. Dada la tradición del país de ser un estado paternalista,
esto fue un enorme logro. Desafortunadamente, los trabajadores del sector
público, incluyendo gremios tan grandes como los profesores, trabajadores
de la salud y los del servicio civil fueron obligados a permanecer en
el sistema de reparto. El sistema privado tiene ahora 25 millones de
afiliados, el más grande de cualquier país en la región, y administra
aproximadamente US$22.000 millones.
Lamentablemente,
se introdujeron algunas distorsiones en el proceso legislativo que necesitan
corregirse, y esta es una oportunidad que se le presenta al Presidente
Vicente Fox. Primero, las compañías administradoras están obligadas
a invertir un mínimo de 65% de los fondos en bonos del estado, con severas
restricciones para otro tipo de inversiones, incluyendo una prohibición
de invertir en el exterior. Segundo, se le permite al Instituto Mexicano
de Seguridad Social (IMSS), que aún está a cargo del sistema de salud
del gobierno, contar con su propia compañía de fondos de pensiones la
cual compite con el sector privado y tiene a cargo auditar a otras compañías,
así como obligar el cumplimiento de disposiciones dentro del sistema.
Tercero, una gran parte de las contribuciones de las pensiones van a
un fondo que maneja el gobierno para un programa de vivienda que es
pobremente administrado. Finalmente, en lugar de proveer bonos de reconocimiento,
la reforma permite una opción mediante la cual los trabajadores pueden
escoger la utilización de los fondos acumulados en sus cuentas privadas
o depender de los beneficios que el gobierno proveería bajo el viejo
sistema, cualquiera sea más alto cuando se retiren. Por lo tanto, no
se cortó el "cordón umbilical" del trabajador con el sistema
del gobierno como en el caso de los países que utilizaron la técnica
del "bono de reconocimiento".
El
1º de mayo de 1997, Bolivia cerró su sistema de pensiones de reparto
y lo reemplazó con un sistema privado de cuentas individuales. Los bolivianos
ahora tienen 10% de sus salarios colocados en cuentas de jubilación
para recibir beneficios a su vejez. El gobierno también suplió una anualidad,
los "Bonosol", para todos los pensionados, recursos que eran
provenientes de la privatización (o capitalización, como se refiere
en Bolivia) de los activos del estado. En uno de los países más pobres
del hemisferio, las compañías de fondos de pensiones manejan $575 millones,
que representa el 10% del PIB, y tiene 600.000 afiliados.
El
Salvador, hasta hace poco un país dividido por una guerra civil, es
que se unió a la revolución de las pensiones en 1998. Las características
del sistema son muy similares a las de Chile, donde los trabajadores
contribuyen con el 10% de sus salarios en las cuentas de pensiones privadas.
Los activos que se administran ascienden a más de US$200 millones y
casi un millón de personas están afiliadas al sistema privado.
En
1993, Perú se convirtió en el primer país después de Chile que otorgó
a sus trabajadores la opción de moverse a un sistema privado administrado
por compañías de su elección, y además suplió bonos de reconocimiento
para aquellos que lo hicieron. Más de 2,3 millones de peruanos ya se
han trasladado al nuevo sistema, el mismo que ha acumulado US$2,500
millones. La característica estructural más problemática del sistema
peruano es que aún persiste el programa gubernamental de reparto, aun
para los nuevos trabajadores que entran a la fuerza de trabajo. Esta
característica deja la puerta abierta a un sistema desfinanciado del
cual los políticos pueden abusar una vez más y usarlo para debilitar
el sistema privado.
Colombia
introdujo la reforma de pensiones en 1994. Esta reforma también permitió
a los trabajadores optar por invertir entre 10 y 11% de sus salarios
en una cuenta individual. Sin embargo, los trabajadores pueden cambiarse
del sistema público al privado y viceversa, dando lugar a una permanente
lucha entre la institución estatal y el sistema privado, perpetuando
de esta manera el sistema de reparto. Para complicar la situación, los
costos administrativos son más altos que los que serían de otra manera,
considerando que los bonos de reconocimiento que Colombia también ofrece
deben ser recalculados cada vez que un trabajador cambia de un sistema
a otro. A pesar de esto, el sistema privado ha atraído 3.6 millones
de afiliados, acumulando US$3.000 millones en fondos de pensiones.
Argentina
estableció un sistema privado de retiro en 1994. Los trabajadores argentinos
tienen la opción de colocar el 11% de sus salarios en cuentas individuales.
Sin embargo, se cometió la equivocación de mantener el sistema de reparto,
el cual provee a todos los trabajadores una llamada "pensión básica"
tanto a los trabajadores públicos como a los privados. La ley establece
que todos los trabajadores aporten el 16% de sus salarios al sistema
de reparto. Los activos bajo administración han crecido a US$120.000
millones y el número de afiliados a más de 8 millones de personas. Al
permitir que continúe el esquema de pensiones públicas, el gobierno
argentino continúa incrementando las deudas de su fondo de pensiones
de por sí desfinanciado.
En
1996 se reformó el sistema de pensiones en Uruguay, que es similar al
de Argentina debido a que se mantiene el viejo sistema de reparto para
todos los trabajadores, y se permite que una porción de los salarios
se depositen en las cuentas individuales. En este año, las compañías
administran cerca de US$651 millones en activos, contando con casi 600.000
afiliados en un país de 3 millones de personas.
El
mundo desarrollado
Varios
países desarrollados tienen substanciales sistemas privados de pensiones,
especialmente los Estados Unidos, el Reino Unido, Japón, Suiza y Holanda.
Sin embargo, ellos coexisten con importantes sistemas públicos de pensiones
defectuosos. Solamente dos naciones ricas --Gran Bretaña y Australia--
han reformado sus sistemas públicos de pensiones, introduciendo parcialmente
las cuentas individuales.
Los
Estados Unidos tienen la oportunidad de convertirse en la economía más
importante del mundo que permita a sus trabajadores canalizar una fracción
de sus impuestos previsionales a una cuenta individual. La Seguridad
Social, el sistema de pensiones gubernamental de los EE.UU. (el programa
gubernamental más grande del mundo) ha impedido que el trabajador común
posea ahorros para su jubilación, y ha politizado las decisiones que
les corresponden tomar a los individuos en lugar de los políticos. Aun
cuando el 40% de los norteamericanos tiene algún sistema privado de
jubilación (IRAs, 401K,etc.), otro 60% no lo posee. Sin embargo, aún
están obligados a poner un octavo de sus salarios (12.4%) en el sistema
gubernamental de seguridad social, lo cual no les da a ellos propiedad,
beneficios del mercado, o seguridad.
EE.UU.
debiera privatizar el sistema gubernamental de su programa de pensiones
debido a seis razones principales.
1.
Porque los trabajadores tienen el derecho moral a escoger un sistema
de jubilación que les dé libertad, opciones y dignidad. Los argumentos
morales a favor de la privatización de la seguridad social son más importantes
que los económicos. La libertad de elegir debiera ser lo primordial
en el diseño del sistema y en las provisiones durante la transición.
De esta manera, el tipo de programa de seguridad social al cual se afilia
el trabajador no debiera imponerse desde arriba. En su lugar, los trabajadores
debieran tener la opción de permanecer en el sistema de gobierno o trasladarse
a un sistema privado. De esta manera, si el sistema de pensiones del
país se privatiza, será el resultado de decisiones individuales de millones
de trabajadores en una especie de privatización desde abajo. La opción
debiera extenderse también a otros aspectos de la jubilación. En una
economía moderna la gente es libre de escoger entre innumerables alternativas
que afectan su vida diaria. Sin embargo, este no es el caso en un sistema
de seguridad social "talla única". La edad de retiro, la cantidad
que se contribuye, el método de obtener los beneficios entre otros,
todos son los mismos para cada trabajador. La flexibilidad del sistema
de cuentas individuales resuelve esos problemas.
2.
Porque los trabajadores pueden obtener una mejor tasa de retorno en
sus ahorros de pensiones. La Seguridad Social pudo haber sido un buen
arreglo para sus primeros afiliados, pero la tasa de retorno para la
generación postguerra es de sólo 2%, para la Generación X es cerca de
1.5%, y para aquellos que nacen hoy probablemente tendrán una tasa de
retorno negativa si el sistema no se cambia. Cada mecanismo para posponer
la insolvencia del sistema de reparto, tales como incrementar los impuestos
al rol de pagos o la edad de retiro, reduce la ya mínima tasa de retorno.
En
una cuenta privada, invirtiendo conservadoramente 70% del portafolio
en bonos y 30% en acciones, y de acuerdo a las tasas de retorno históricas,
un trabajador de 20 años de edad puede esperar ganar 6% por año, comparado
con el 1% bajo la Seguridad Social actual. Si se realiza el interés
compuesto sobre los 45 años de su vida de trabajo, el sistema privado
le permitiría acumular un capital que es 4 veces más grande que capitalizando
al 1% sus contribuciones totales a la Seguridad Social.
En
vista que el sistema actual es insostenible bajo las reglas actuales,
un sistema así sería mucho más seguro aun cuando las inversiones se
realicen en mercados que experimenten fluctuaciones anuales. En realidad,
debido a que las contribuciones se realizan sobre la vida activa del
individuo, la expectativa de vida a considerar es de 40 a 45 años. Las
tasas de retorno históricas en el mercado bursátil de los Estados Unidos
en tal período han sido siempre positivas. De hecho, el promedio de
tasa de retorno en 20 años ha sido 10.5%, aun si uno incluye el colapso
de la bolsa de valores de 1929 y la gran depresión, la tasa de retorno
en 20 años fue de 3%. En el período de 1802 a 1997 en los Estados Unidos,
la tasa real de retorno para acciones ha sido 7% y 3.5% para bonos del
gobierno de largo plazo. De 1802 a 1995, el promedio real de tasa de
retorno para bonos corporativos fue de 4.97%.
3.
Porque es mas justo. La Seguridad Social es generalmente considerada
un programa progresista del gobierno. Sin embargo, dado que los pobres
tienden a comenzar a trabajar más temprano en sus vidas y tienen una
expectativa de vida más corta que los que están en mejores condiciones,
el sistema es realmente regresivo para ciertas categorías de trabajadores
y puede no ser progresista de ninguna manera. Un estudio de la Corporación
Rand encontró, por ejemplo, que debido a la baja expectativa de vida
y la tasa de matrimonios de los negros, la seguridad social termina
transfiriendo cerca de $10.000 de los negros a los blancos en un período
de vida.
Bajo
un sistema de cuentas individuales, los trabajadores pobres acumularían
ahorros en sus cuentas y, por lo tanto, tendrían la oportunidad de aprovechar
los beneficios que otorga el mercado a los propietarios de la riqueza,
previniendo el reciente incremento de la denominada "brecha de
la riqueza", un resultado que no sorprende dado que la mayoría
de los trabajadores son forzados a colocar todos sus ahorros en un programa
que les da 1 ó 2% de tasa de retorno.
4.
Porque los ancianos debieran tener la seguridad que proviene de poseer
derechos de propiedad sobre sus beneficios. Un sistema de cuentas privadas
da a los jubilados derechos de propiedad claramente definidos sobre
sus beneficios. Los ancianos pueden programar retiros de dinero de sus
cuentas, dejando recursos a sus dependientes si ellos mueren antes de
su expectativa de vida, o utilizan sus ahorros para comprar anualidades
indexadas de una compañía de seguros. Contrariamente, el Sistema de
Seguridad Social no provee de tales derechos sobre el dinero que los
trabajadores están forzados a pagar por su retiro como lo determinó
la Corte Suprema en 1980 en Flemmings vs. Nestor.
En
otras palabras, los políticos, no los derechos de propiedad, determinan
la seguridad bajo el sistema actual. Es por esto, que los políticos
han aumentado los impuestos en los roles de pago más de 50 veces desde
el inicio del programa.
5.
Porque existen enormes ganancias económicas al privatizar la Seguridad
Social. El sistema público de pensiones impacta negativamente los mercados
de trabajo y ahorros debido a que los fondos se gastan inmediatamente
en lugar de invertirlos, y las contribuciones provenientes de los roles
de pago representan un impuesto al trabajador contratado. Contrario
a lo tan repetido, la transición a un sistema privado no implica nuevos
costos a la economía. Ello sólo hace explícita una deuda estatal sin
financiamiento, y fuerza a los políticos a encontrar la forma de pagar
sus viejas obligaciones, mientras genera una ganancia a la economía.
6.
Porque la privatización de la Seguridad Social terminará con la división
entre los capitalistas y los trabajadores, convirtiendo a los Estados
Unidos en un país de trabajadores capitalistas, con los consiguientes
cambios en la dinámica política del país. Bien podría representar un
cambio de paradigma en las relaciones de la gente hacia el libre mercado
y un golpe masivo contra la carga que significa el estado benefactor.
Pasajeros
en el Titanic
Muchos
países, incluyendo Japón y aquellos ricos de Europa continental, aún
no han considerado lo que es tal vez el reto más importante en su futuro
económico. En América del Sur, el más atrasado es Brasil.
El
país más grande en tamaño y población en la América Latina, Brasil,
sufre el peso de un injusto sistema de pensiones que no puede sostener.
La demografía y privilegios especiales han hecho el sistema más insostenible.
Por ejemplo, muchos trabajadores, especialmente empleados del sector
público, se retiran en edad mediana y reciben generosos beneficios.
En 1997 se retiraron 15.000 personas antes de alcanzar la edad de 30
años. La mitad de los pagos de pensiones públicas en 1997, se realizaron
a 2.7 millones de jubilados del sector público, mientras la otra mitad
fue a 17.7 millones de jubilados del sector privado. Hasta el presente,
el país ha mantenido sin explotar el problema social y económico mediante
alivio temporal al sistema, esto es un enfoque parecido al intento de
tratar el cáncer con una aspirina. Lamentablemente, el Presidente Fernando
Henrique Cardoso no ha tenido la voluntad de promover la creación del
sistema de cuentas individuales en ese país.
Otros
líderes de los llamados Tercera Vía tales como Tony Blair en Gran Bretaña,
Fernando de la Rua en Argentina, o Ricardo Lagos en Chile han alcanzado
el poder después de la revolución de las pensiones, y por tanto tienen
la envidiable posición de beneficiarse del legado de gobiernos anteriores.
El problema es radicalmente diferente para Cardoso de Brasil o Schroeder
de Alemania, debido a que ellos tienen que implementar reformas reales
a las pensiones.
La
crisis de las pensiones en Europa continental es mucho más severa que
la de los Estados Unidos. Para el año 2025, cerca de un tercio de la
población de Europa calificará para pensiones públicas. En 30 años,
en Alemania e Italia, cada jubilado será financiado para su jubilación
por un trabajador. Aquellos generosos beneficios combinados con el débil
e inexistente sistema de ahorro privado para los ancianos, solamente
para mantener en marcha los esquemas públicos de pensiones, será necesario
realizar drásticos incrementos de impuestos o cortar beneficios.
Aun
cuando los países de Europa continental están gastando 15% de sus PIBs
en desembolsos para las pensiones públicas (una cifra que se elevará
a más de 18% para algunos países dentro de 40 años), hasta el presente
sólo han implementado medidas circunstanciales. Alemania, por ejemplo,
recientemente propuso aumentar los impuestos a los roles de pago, utilizando
fondos del estado para estimular a los trabajadores que pongan dinero
adicional en cuentas privadas.
El
problema de Europa, como el de otros lugares, es político, no económico.
El sistema de pensiones de España, por ejemplo, es el programa más costoso
en el presupuesto federal y otorga a sus trabajadores una mínima tasa
de retorno. A pesar del hecho que se ha identificado una transición
económica factible a un sistema privado, y que el gobierno está comprometido
a una liberación económica en otras áreas, la inercia política ha prevalecido.
La
crisis de pensiones en el Japón, el país con la población de más edad
en el mundo, es similar al de Europa continental. El sistema de pensiones
del país representa obligaciones sin financiamiento de cerca de 150%
del PIB y se encamina a la bancarrota. Más aun, el modelo japonés de
capitalismo dirigido por el Estado ha resultado en un sistema privado
de pensiones que se ha convertido en insolvente.
Conclusión
La
batalla por la privatización de las pensiones alrededor del mundo esta
ganándose en América Latina y en los antiguos países comunistas de Europa
del Este. En los Estados Unidos, se ha abierto una posibilidad. Sin
embargo, ganar la batalla en Europa continental y Japón requerirá superar
obstáculos educativos y políticos que hasta el presente han impedido
un honesto debate en aquellos países.
Como
lo ha anotado Deepak Lal, "la creación de gigantescos estados redistributivos
en Occidente ha tenido consecuencias sorpresivas no intencionadas como
la corrupción de sus políticas, mientras los políticos luchan por comprar
votos con dinero ajeno.
El cambio a un sistema de inversión de cuentas de ahorro individuales completamente financiado sacará la política del programa de jubilación, y permitirá a los trabajadores ser propietarios de capital. Al final del día, es una reforma por la libertad y dignidad de los trabajadores, tanto en los períodos económicamente productivos como en el atardecer de sus vidas
José Piñera es ex ministro del trabajo y previsión social en Chile y copresidente del Proyecto Sobre la Privatización del Seguro Social del Cato Institute.
Este ensayo fue presentado en la reunión
general de la Mont Pélerin Society
Santiago de Chile, noviembre del 2000