La reforma a la seguridad social en EE.UU.

¿Cuál es la conclusión central del primer informe de la Comisión de George W. Bush sobre Reforma a la Seguridad Social?
El reconocimiento, al mas alto nivel, de que el sistema de pensiones estatal norteamericano va a la quiebra. Es como si el capitán del Titanic hubiera avistado el famoso iceberg a tiempo y hubiera dado la alarma.

Por José Piñera

Entrevista a José Piñera

¿Cuál es la conclusión central del primer informe de la Comisión de George W. Bush sobre Reforma a la Seguridad Social?
El reconocimiento, al mas alto nivel, de que el sistema de pensiones estatal norteamericano va a la quiebra. Es como si el capitán del Titanic hubiera avistado el famoso iceberg a tiempo y hubiera dado la alarma.

¿Por qué lo compara con el Titanic?
Porque es el programa de gasto publico más grande de EE.UU. y del mundo, con ingresos anuales de aproximadamente US $400,000 millones; casi un cuarto del presupuesto fiscal norteamericano y equivalente a casi seis veces la economía chilena. Este programa es mas grande que el PGB nominal de Rusia.

¿Y cuál es el iceberg?
El envejecimiento sostenido de la población, especialmente en los países desarrollados. Ello hace imposible la supervivencia de un sistema de reparto estatal en que los trabajadores financian con sus impuestos a los jubilados, sin que exista acumulación alguna de capital. Si la gente vive cada vez más, quiere trabajar menos tiempo y tener menos hijos, el llamado reparto intergeneracional simplemente no funciona.

¿Qué pasaría si este Titanic chocara finalmente con el iceberg?
El gobierno norteamericano tendría que rebajar las pensiones estatales, que sólo tienen un promedio de US $900 al mes, o subir los impuestos a los propios trabajadores que ya son altos y muy injustos, especialmente para los pobres y los negros, o salir al mercado de capitales a conseguir miles de millones de dólares en préstamos. O una mezcla de todo lo anterior. En cualquier caso, resultaría en una crisis enorme con repercusiones mundiales.

¿Cuál es su propuesta?
Como ya es tarde para desviar el curso del Titanic, hay que transportar los pasajeros a otro barco. Y resulta que existe un barco cerca y probado, llamémoslo "El Chile". En última instancia, propongo reemplazar el sistema de colectivismo social de Bismarck por uno anclado en la responsabilidad individual, que sea plenamente coherente con las ideas de Jefferson y los Padres Fundadores de los EE.UU. Sostengo que el sistema de Seguridad Social es una anomalía histórica norteamericana, que se adopto de esa manera en la tormentosa década del 30 porque los mercados de capitales estaban destrozados y existía una grave crisis social en EE.UU.

¿Por qué habría de ser "El Chile" la solución?
Porque la esencia del modelo chileno de pensiones es que cada trabajador acumula capital para financiar su vejez. Considerando que las tendencias demográficas mundiales hacen inviable el reparto estatal, y dado el enorme desarrollo de los mercados de capitales, que permiten acumular capital con interés compuesto y con múltiples maneras de diversificar el riesgo, creo que la capitalización en cuentas de ahorro individual es la solución del siglo XXI. Si los norteamericanos, italianos o japoneses no procrean suficientes hijos, tendrán que ahorrar suficientes dólares, euros o yenes para solventar una vejez sin generar ingresos.

¿Pero no es difícil resolver el problema de la transición de un sistema a otro?
Claro que si, pero le aseguro que es mucho más fácil transportar pasajeros de un barco a otro antes de chocar con un iceberg que después. Desde ya lo hicimos exitosamente en Chile hace dos décadas. En nuestro proyecto en el Cato hemos estado estudiando múltiples maneras de realizar y financiar la transición en EE.UU., y le aseguro que es posible. Es especialmente valioso que el Presidente Bush postule hacer la reforma un buen tiempo antes de que el sistema comience a colapsar.

¿Cómo se gesto su primera entrevista con Bush?
Todo comenzó en junio de 1997 en la isla de Elba. Conversando con otro pasajero de un crucero por la costa italiana, descubro a un amigo cercano de Bush; le explico mi cruzada por privatizar el Social Security y le manifiesto mi interés por compartir mi experiencia con George W. Bush. A los dos meses, recibo una invitación a comer con el entonces Gobernador de Texas. Pero en ese momento yo estaba en Chile. Por un instante pensé en postergarla, ya que pronto estaría de regreso en Washington. Pero preferí viajar los 10.000 Km. a Austin de inmediato, pues no podía perder la oportunidad de intentar "convertir" al gobernador de un gran estado que expresaba así su interés. Además, aproveché la ocasión para promover otra causa que me apasiona, la integración económica entre América Latina y EE.UU., que incluye el libre comercio, pero va mucho más allá.

¿Y lo convirtió al modelo chileno de pensiones?
Los hechos posteriores así lo demuestran. Al terminar la comida en su casa, y tras conversar dos horas en su estudio sobre este tema, me dijo que estaba convencido de que el modelo chileno era la solución para lo que llamó el problema más importante que enfrentaría la economía de EE.UU. en el siglo XXI. Después incorporó la propuesta de crear cuentas de capitalización a la plataforma de la Convención Republicana que lo nominó candidato en Filadelfia. La defendió con entusiasmo durante toda su candidatura. Mire que es revelador lo que le dijo al Presidente de Chile en la primera oportunidad que tuvo: "Creo que algunos miembros del Congreso pueden aprender algunas lecciones de Chile, especialmente en lo que se refiere a manejar nuestros planes de pensión. Nuestro sistema de seguridad social debe ser modernizado, Mr. President, y espero recibir algunas sugerencias de cómo hacerlo, ya que ustedes lo han hecho tan, tan bien" (Comunicado Oficial de la Casa Blanca, 16 de Abril, 2001).

Si Bush, los republicanos, un número creciente de trabajadores e incluso algunos demócratas apoyan el esquema chileno, ¿qué falta para que sea adoptado?
Que todos estos "astros celestes" se conjuguen en una epifanía final. Los que hemos realizado reformas estructurales de signo libertario sabemos lo inmensamente difícil que es el ultimo tramo, donde se galvanizan y unen todos los frentes contrarios. Recuerdo que me emocionaron las palabras de mi amigo David Gallagher al presentar "El Cascabel al Gato", pues comprendió que hacer estas reformas profundas en favor de mayorías sin rostro y sin poder también significa echarse encima no sólo a los intereses creados de siempre, sino a veces incluso a aliados o amigos que nunca lo perdonarán. Imagínese la cantidad de personas, entre ellos también aliados de Bush, que perderán poder si se privatiza el programa de gobierno mas grande del mundo.

¿Teme que EE.UU. apruebe un esquema mixto donde el sistema privado conviva con el estatal?
Aunque cada vez me convenzo más de las bondades de la formula chilena –una reforma radical con una ejecución conservadora– la situación de EE.UU. conducirá, por razones de economía política, a una solución por ahora parcial. Por varias razones, creo que la reforma se iniciará permitiéndoles a los trabajadores colocar alrededor de un cuarto de sus contribuciones en cuentas de capitalización individual. Ahora, ese cuarto significa un flujo anual de US$ 100.000 millones al mercado de capitales, el doble de lo que ha acumulado el sistema chileno en dos décadas.

¿Qué consecuencias tendría que la reforma se iniciara de manera parcial?
En la metáfora, sería como desacelerar el Titanic dando mas tiempo para el trasbordo total de los pasajeros. En EE.UU. el remanente del sistema de reparto no se desbocará, como ocurrió en Argentina, aunque seguirá siendo insostenible en el largo plazo. Pero lo más interesante es que se creará una dinámica en la cual los mismos trabajadores, al comparar los dos sistemas, pedirán más y más de sus recursos para la capitalización individual.