La profecía de Voltaire
Axel Kaiser dice que "Si Voltaire tenía razón, este mundo de riqueza artificial inevitablemente volverá a su valor intrínseco: cero. Y cuando eso ocurra, el sistema de dinero papel habrá sellado su fatal destino— el dólar ya ha perdido un 93% de su valor desde que se creara la Fed en 1913".
Por Axel Kaiser
El dinero papel, profetizó Voltaire, siempre termina retornando a su valor intrínseco: cero. Y efectivamente, casi no hay ejemplos de dinero papel en la historia económica mundial que no hayan terminado colapsando. Y es que el dinero, como observó y toda la escuela liberal clásica, solo puede surgir mediante un proceso de selección espontáno entre quienes intercambian en el mercado. En esta lógica evolutiva, aquel commodity más apto para ser usado como dinero termina imponiéndose por sobre los demás. Y el papel jamás fue seleccionado por el mercado.
Son los gobiernos, explicó Ludwig von Mises, los responsables de haber creado esa superstición según la cual el papel tiene el valor de dinero real. El oro y la plata en cambio, se erigieron en el mercado como medio de intercambio universal por reunir las siguientes características: ser escasos, durables, divisibles, portables, homogéneos y demandados por sí mismos. Fue de la plata y el oro,y no del papel, de donde derivó el dinero que conocemos hoy. Así por ejemplo, el dólar tiene su origen en las monedas de plata forjadas por un conde de Bohemia llamado Schlick en el valle de Joachimsthal. Las moneadas eran llamadas thaler de donde derivó el nombre dólar. Igualmente, la libra, el peso, el marco y el franco, hacian referencia a unidades de metal precioso.
Como era de esperar, poco se demoraron los gobernantes en descubrir que el control del dinero era fundamental para incrementar su poder mediante la devaluación. Ya lo diría Adam Smith en la La riqueza de las naciones: "En todos los países del mundo la avaricia e injusticia de príncipes y estados soberanos, abusando de la confianza de sus súbditos, ha disminuido gradualmente la real cantidad de metales originalmente contenidos en sus monedas".
Con el dinero papel este problema se agudizó al punto de que hoy se ha puesto en jaque la supervivencia misma del sistema monetario. A no dudarlo, lo que en realidad estamos presenciando con esta persistente crisis económica es la tortuosa agonía del experimento de dinero papel iniciado por los políticos. No debemos olvidar que fue recién en 1971, cuando el presidente Nixon puso fin al padrón oro para poder financiar la guerra de Vietnam y los programas de bienestar de la Gran Sociedad por la vía inflacionaria, que el mundo entró completa y definitivamente a un estándar de dinero artificial. Sumado a un sistema de reserva fraccional que permite a los bancos multiplicar en forma de crédito por varias veces el dinero creado de la nada por la banca central, el dinero papel —hoy electrónico— ha llevado a una astronómica expansión del endeudamiento privado y público.
Para hacerse una idea sobre el problema veámos cómo están las potencias occidentales en términos de deuda total como porcentaje del PIB: Reino Unido 500%, Japón 470%, España 360%, Francia 350%, Italia 330%, EE.UU. 290%, Alemania 270%, Australia 270% y Canadá 260%. (acKinsey & Co, 2012). Y esto es sin considerar el valor presente de las obligaciones sociales contraidas por los políticos para ganar elecciones y que ascienden a 434% del PIB en Europa (Gokhale 2009) y 700% del PIB en EE.UU. (US debt clock). Tampoco considera el volumen de derivados “over the counter” que se transan en el mundo, cuyo valor nominal se incrementó de 1 billón de dólares en 1986 a 600 billones de dólares en 2011 o diez veces el PIB mundial (Bank for International Setllements, 2011).
Si Voltaire tenía razón, este mundo de riqueza artificial inevitablemente volverá a su valor intrínseco: cero. Y cuando eso ocurra, el sistema de dinero papel habrá sellado su fatal destino— el dólar ya ha perdido un 93% de su valor desde que se creara la Fed en 1913—. Solo el tiempo mostrará el costo que pagaremos en el proceso, pues como bien dijo Lenin, la mejor forma de destruir la sociedad capitalista es desbancando su moneda. Lo concreto es que si queremos retornar a la estabilidad económica y política no nos quedará más que rescatar al joven Alan Greenspan, quien en 1966 afirmara: "el padrón oro...es el protector de la estabilidad económica y del crecimiento equilibrado" (Gold and Economic Freedom).