La paradoja de las vacas y los peajes
Alfredo Bullard afirma que el uso de la calle haya sido gratuito no quiere decir que sea lógico que lo siga siendo.
Por Alfredo Bullard
Imagínese un terreno público en el que puede llevar a pastar a su vaca sin costo. Si la lleva, la vaca engorda y aumenta su valor. Y no le cuesta nada. ¿Llevaría a su vaca? Sin duda. Hay beneficios y no hay costos (al menos eso cree usted).
Pero todo aquel que tenga una vaca hará lo mismo. Habrá tantas vacas que arrasarán con los pastos. Como la pastura es de todos, no es en realidad de nadie. ¿Quién sembrará nuevo pasto o regará y abonará el existente? Nadie. La pastura pública nos conduce a lo que Garret Hardin llamó la tragedia de los comunes: los bienes son sobreexplotados y habrá subinversión en generarlos.
Pero si la pastura es entregada a un titular, este podrá cobrar a quienes quieran disfrutarla. Se racionalizará el uso evitando la sobreexplotación. Y el titular, para mantener su negocio, invertirá en hacerlo sostenible, sembrando nuevo pasto.
Las calles y las pasturas no son diferentes. Así como cada vaca genera un costo para las demás (impide comer lo que ya se comió), los autos generan costos para los demás autos: reducen el espacio para la circulación y generan congestión, contaminación y accidentes. Los economistas lo llaman externalidades.
Lo ocurrido con el peaje de Puente Piedra y las protestas para retirarlo son expresión de dos aparentes paradojas. La primera es pensar que lo escaso alcanza para todos. La segunda es creer que si algo es gratis entonces no cuesta.
La infraestructura de uso público, de la que las calles son parte, no puede ser usada por infinitas personas. Y el hecho que no pagues por usarlas, no significa que no cueste. El problema es que le cuesta a otros. Todos quisiéramos no pagar por lo que usamos. Pero no pagar cuesta más.
Hace unos días, mi amigo Enzo Defilippi publicó un artículo en este Diario (“No uno sino muchos Puente Piedra”) en el que quedó atrapado en esas paradojas. Sostuvo que cobrar por infraestructura ya existente es un error conceptual. Por tanto (eso creí entender), solo se debe poder cobrar por el uso de infraestructura totalmente nueva. Habría un derecho adquirido a no pagar lo que no se ha pagado antes.
Uno de los de fines de cobrar por el uso de infraestructura es fomentar su construcción. Pero no es el único. Su otro fin es racionalizar su uso, es decir, internalizar los costos que implica su utilización. El que la pastura ya exista y no se cobre por su uso no significa que sea buena idea no cobrar nunca y perpetuar la tragedia de los comunes.
No quiero que se me malinterprete. No estoy diciendo que no haya errores muy serios en cómo se implementó el peaje de Puente Piedra. Pero de allí no se puede derivar que sea un error conceptual cobrar peaje por infraestructura que ya existe. En Londres se resolvió un problema de congestión cobrando por entrar al centro de la ciudad, cuyas calles existen desde hace siglos.
El PBI per cápita mundial (y el peruano en particular) ha crecido significativamente. En sencillo, la gente tiene más plata. Y el precio de los automóviles viene bajando en términos reales. Es de esperar que cada vez se compren más autos para una infraestructura cada vez más limitada. Calles gratis significan desastre asegurado.
En relativamente pocos años, la discusión no será en qué carreteras ponemos peajes. Es posible que buena parte de las calles de cualquier ciudad requieran peajes o cobros para asegurar su uso racional y motivar el uso de transporte público, bicicletas o caminar. Hoy la tecnología hace posible, con el uso de GPS o lectores electrónicos, saber qué calles utilizó un auto y que al propietario le llegue su cuenta al final del mes, igualito que la del teléfono o luz. Por supuesto que habrá marchas contra ello. Se dirá que se afecta el libre tránsito. Pero ello es equivalente a decir que se afecta ese derecho porque el bus me cobra pasaje: si uso un bien, debo pagar por ello.
El que históricamente el uso de la calle haya sido gratuito no quiere decir que sea lógico que lo siga siendo. Es como decir que como nuestros antepasados prehistóricos podían recoger gratis manzanas de los árboles silvestres, entonces está muy mal que nos cobren las manzanas que adquirimos en el supermercado.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 21 de febrero de 2017.